El boxeo no miente.

Por Raúl Breton.

Algunas veces es necesario un baño de realidad para entender lo obvio. Saúl ‘Canelo’ Álvarez sigue pensando y actuando como el boxeador que una vez fue y no en el que es actualmente. El boxeo te desnuda, jamás miente.

Terrence Crawford le ha mostrado a Canelo la puerta de salida, esa del adiós definitivo, misma que se niega a traspasar a pesar de sus evidentes pérdidas de facultades técnicas y físicas. Crawford sometió a Canelo de principio a fin. Lo vi perder diez de los doce asaltos. Carente de argumentos, incapaz de seguirle el ritmo a un boxeador tres años mayor, el mismo que terminó aceptando cada una de las exigencias del Team Canelo para llevar a cabo este desigual combate fuera de tiempo, lejos de ‘prime’ de ambos pugilistas.

A Crawford se le obligó a escalar tres pesos.

Siendo un original 147 libras, tuvo que inflar su cuerpo hasta las 168 libras y firmar una injusta cláusula de rehidratación que prácticamente lo condenaba a enfrentar a un Canelo por encima de las 180 libras la noche de la pelea.

Nada bastó.

Se boxeó al ritmo que impuso y quiso Crawford. Estilo coral contra un inoperante pie plano de Canelo que nunca encontró un certero plan que descifrara la táctica y estrategia de un Crawford que lo castigó en la media distancia con un jab de ‘peek a boo’ que muchas veces encontró el rostro del mexicano.

Con un contragolpe, que lejos de tener la velocidad de sus mejores años, dejó en evidencia las agotadas capacidades defensivas de Canelo, blanco de ganchos perfectos que dejaron huellas y heridas en pleno rostro, testigos de una batalla perdida, en la que el ahora ex campeón indiscutido de los supermedianos buscó de manera desesperada un milagroso golpe que cambiará el curso de la pelea. Improductivo gancho al hígado sometido por el bloqueo de cadera de su rival, inofensivo uppercut que se desvanecía en el muro de los guantes en los pocos intercambios cuerpo a cuerpo, estéril derecha de mala puntería, gracias a un Crawford que adivinaba cada movimiento de ataque de un Canelo predecible que se fue desgastando con el paso de los asaltos.

Torpe, carente de ideas, víctima del plan de uno de boxeadores con mejor IQ de los últimos tiempos, que le mostró que en este deporte no siempre vale aburguesarse, estar en una zona de confort en donde escoges a tus rivales y dictas las reglas de juego, porque hay pugilistas como Crawford que se imponen a lógicas y normas para luego indicar el momento exacto de decir no más.

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