Temas del consumidor
Por Altagracia Paulino
El alto costo de la vida, la factura de la luz, el pésimo servicio de transporte, los altos precios de los medicamentos y de los alimentos, la depreciación del peso, la inseguridad, la inflación, la reduflación y la impotencia para afrontar esos males —más otros, como las deudas— trillan el camino hacia las enfermedades mentales.
Hay que ponerse en el zapato de una madre o un padre que se levanta con la mirada fija en cómo enfrentar el día con el poco dinero disponible, y que, al ir al colmado, se encuentra con que el precio de ayer ya no es el mismo hoy.
A todo esto se suma la falta de sueño: las altas temperaturas, que alcanzan hasta 40 grados, unidas a los inexplicables apagones, no dejan dormir a nadie. Y la falta de sueño es uno de los primeros indicadores de afectación mental.
Los más afectados por estos trastornos son los integrantes de la clase media baja y los más pobres, que no pueden afrontar el costo de tener aire acondicionado para mitigar los efectos del calor. En este rango se encuentra cerca del 70?% de la población, si tomamos en cuenta que, según cifras oficiales, la clase media creció hasta un 45?% y la pobreza bajó a un 25?%.
Los meses de agosto y septiembre han sido los más calurosos de los últimos años debido a la escasez de fenómenos atmosféricos que normalmente amortiguan el calor con lluvias y brisas durante los veranos en esta región.
A este verano hay que agregarle la depreciación de la moneda nacional frente al dólar, que impacta directamente en la capacidad de compra de este sector. La situación cambiaria incide fuertemente en el precio de los bienes de consumo.
Con las altas temperaturas, hay quienes dicen: “Para que me mate el calor, que me dé un susto la factura energética”, en alusión a que no se puede estar sin aire acondicionado. No todos pueden tener uno, aunque, pensando en el derecho a la calidad de vida, estos aparatos deberían estar exentos de impuestos. Además, el país debería apostar por energía limpia para que el aire acondicionado deje de ser un lujo y pase a ser un derecho.
En los países de clima templado, la calefacción y el aire acondicionado son considerados insumos esenciales para la calidad de vida.
Dentro del conjunto de temas del consumidor, la inflación y la reduflación son los que más impacto tienen. La inflación es un impuesto silencioso a los más pobres y, como indica el último informe del Banco Central, los quintiles 1 y 2 son los más afectados por el alza de precios, especialmente en alimentos y bebidas no alcohólicas, donde se incluye el botellón de agua.
Respecto de la reduflación, es un tema que hemos tratado en otras entregas y que incluso fue tema de campaña en Estados Unidos en 2024. La reduflación consiste en la reducción del contenido de los productos, lo que termina siendo inflacionario porque obliga a consumir el doble de lo habitual debido a su menor durabilidad. Donde más se evidencia es en el papel de baño, las servilletas y todos los productos empacados, que desde la pandemia han reducido su cantidad, pero han mantenido el mismo precio, en un franco engaño al consumidor.
«Proteger al consumidor es también cuidar su salud mental, su bolsillo y su dignidad diaria.»