La informalidad y el mercado en la política

Por Manuel Salazar

La informalidad política refleja la identidad histórica dominicana y desafía el futuro democrático del país.

A propósito de la TC-0788-24

«Ayer español nací, a la tarde fui francés, en la noche etíope fui; hoy dicen que soy inglés, no sé qué será de mí». Quintilla de Fray Juan Vásquez (siglo XVII), sobre las vicisitudes en la construcción de la identidad de lo que hoy es el pueblo dominicano, dominado por españoles, franceses, haitianos e ingleses.

Un hecho relevante de la política dominicana es el auge de la informalidad, que se expresa en el crecimiento inusitado de movimientos independientes y corrientes al interior de los mismos partidos que dominan el Estado.

En este momento hay en mentes y carpetas más de 300 partidos y movimientos, corrientes, peñas y encuentros, y no dudo que al momento en que se publican estas reflexiones otros estén en mentes de algunos, todos los cuales buscan incidir en la vida política nacional y en los procesos electorales.

En julio del 2023, la Junta Central Electoral rechazó la solicitud de reconocimiento a 106 partidos. Sí, ¡a 106 partidos! Un escándalo sin dudas, o material de novela, en cualquier otro país.

Parecería realismo mágico, macondiano, pero es un hecho real y no debe agotar nuestro límite de sorpresa.

El hecho es relevante y seguirá manifestándose en la vida del país, porque tiene como fuente causal el mismo ser nacional, que en mi opinión tiene una propensión natural a la dispersión.

Debemos tener en cuenta que Santo Domingo es el único caso en la época de la colonización española que, cuando Colón llegó en conquista en 1492, había cinco cacicazgos, cada uno con su respectivo cacique. Los habitantes de una isla pequeña estaban divididos en cinco.

Y por la posición geográfica de la isla, a esa división y conquista siguió un proceso de sincretismo cultural por la impronta de la influencia española (de 1492 en adelante); africana (1502); francesa (1795-1809); inglesa y holandesa (siglos XVI-XVII); haitiana (1822); y gringa (1916-1924, 1965-1966 y efectos hasta hoy).

Agregando a sirios, libaneses y canarios (siglos XIX-XX).

A esta esencia causal de la dispersión se agregan motivos significativos que concluyen en un proceso de auge de la informalidad política creciente de este momento histórico del país.

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