Los Centros De La Guerra. (11)

Por Joaquín Castillo.

No existe raza superior en el universo. Los seres humanos esencialmente son iguales, solamente se diferencian por el pigmento de su piel, las costumbres, niveles educativos, culturales, géneros, lugar de nacimiento, fisonomía, edad, entre otras diferencias, siendo las condiciones económicas establecidas en la sociedad de clases, la contradicción fundamental lo único que nos divide, fundamentando prejuicios para rechazar a uno u otros sectores y grupos, pero que solamente solucionando las diferencias económicas, estableciendo la igualdad y la equidad, base de la justicia, desaparecen las divisiones, surgiendo la armonía, practicando la libertad verdadera y la mayor suma de felicidad entre todos.

Mientras exista el capitalismo, sociedad basada en la explotación de la minoría que se aprovecha de la mayoría creadora de la riqueza dirigida para el bienestar de todos, pero que la élite se apropia para su privilegio individual, habrá conflictos y guerras.
El crecimiento económico de la minoría, que usando la acumulación de lo producido por la mayoría sometida a la explotación, ha llegado al máximo desarrollo de la riqueza, convirtiéndose en imperialismo local y mundial, ha creado ejércitos en diferentes países, que imponiendo reglas que le benefician, actúan con impunidad, lo que se corresponde con el carácter injusto original.

El nacimiento de los seres humanos con derechos iguales desaparece en la medida en que la criatura que nace y crece en el medio de la clase desprovista de los recursos económicos necesarios que le permiten tener acceso y disfrutar de los derechos de igualdad que caracteriza la justicia. Esos derechos se enumeran en los servicios de salud, educación, vivienda decente, trabajo con justa remuneración, seguridad basada en la integración física de la vida, entre otros. La violación sistemática de esos derechos, aunque la constitución y leyes los garantizan, esas garantías solamente son efectivas para la minoría, manifestándose las injusticias para la mayoría creadoras de las riquezas acumuladas por la minoría que sostiene el poder político.

Es esa la situación generadora de los conflictos y guerras que la historia de la humanidad registra y que ha venido desarrollándose en forma de espiral en el mundo, conforme al desarrollo de economía y a través de la producción de diferentes bienes y la reproducción para la vida y de la humanidad. Ese desarrollo de la producción económica y de la reproducción humana es la fuente y motor de la historia a través de la lucha de clases, que con base en la defensa de los intereses que a cada una corresponden se enfrentan, en algunos momentos de calladas o limitadas dimensiones, pero en otras de estruendosas manifestaciones. Los trabajadores y pueblos reclaman sus derechos negados y conculcados, y la clase de la burguesía en el poder que los niega, habiéndose apropiado de las riquezas producidas.

Esa contradicción conduce inevitablemente, tarde o temprano, a los cambios revolucionarios que en estos momentos se avecinan en diferentes sociedades donde los trabajadores manuales e intelectuales protestan en reclamo por justicias económicas sociales, como ocurre en Estados Unidos, engendro de las contradicciones que se escenifican en el mundo e internamente y que tiene como base su crisis económica en curso y que no puede solucionar sin someter a otras naciones que se niegan al dominio imperial como antes, ya que han surgido alternativas de progreso y desarrollo con otras naciones organizadas como bloques económicos, tecnológicos y social que no imponen condiciones de sometimiento, sino de emancipación.

El imperialismo de Estados Unidos, con una nueva administración que intenta retomar el camino de la presión contra las demás naciones, incluso contra sus aliados tradicionales, además de las ya tradicionalmente sometidas a sus designios, crea múltiples contradicciones tanto interna, por conculcar y negar derechos fundamentales, como fuera de la nación y regionalmente, pretendiendo revivir el colonialismo en el afán de subsanar las necesidades de recursos energéticos y las riquezas para poder seguir dominando unilateralmente el mundo. Los países que ya forman parte de los BRICS, son vistos como enemigos por la administración del presidente Donald Trump, frente a lo que no es más que el resultado del esfuerzo de las naciones que han desarrollado sus economías, tecnología y fuerzas militares comparables o superables a la que siempre ha pretendido dominar mediante la amenaza, el chantaje y agresión contra las demás.

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