La Constitución no se toca
Por Alfredo Freitas. El presidente Luis Abinader aplica el consistente estilo de sus antecesores con respecto a la reelección: negar que en eso pone todo su empeño porque así el gabinete se mantiene en sus ocupaciones y no se altera el clima político.
Lo que dibuja el plan de repostulación no es lo que dice sino lo que hace. Una breve mirada indica que sustrae dirigentes a sus oponentes mientras recorre los caminos con las manos cargadas de promesas al menudeo.
Además de captar a dirigentes de la Fuerza del Pueblo, su principal opositor, Abinader también ha penetrado a pequeños partidos aliados de Leonel Fernández que ahora hablan de sustentar la reelección del mandatario.
La imagen de Abinader se ha fortalecido en meses precedentes, ha acallado los disidentes, su PRM hace la trocha legal a sus planes continuistas, en la administración pública cuenta con afanados jóvenes como Yayo Sanz, Wellington Arnaud, Ito Bisonó y maduros como Quico Tabar y anexa apoyo de un sector empresarial que hace buenos negocios.
Abinader hace visitas avisadas, para no ser igual que Danilo, pero con el mismo propósito de reelección, con la salvedad de que las obras prometidas están inscritas en el presupuesto, según dijo.
También, como Danilo, va capturando “acólitos y botafumeiros” que paga a mayor precio ya que el presupuesto del Estado para publicidad es mayor que el pasado gobierno y nutre exclusivamente a los que sirven de bocinas.
En los últimos días se ha revelado que el propósito de modificar la Constitución es para modificar los porcentajes de votos requeridos para ganar el poder ya que históricamente ese sector no alcanza el 51 por ciento de los votos. Este proposito podría causar efervescencia política.
Aunque son distintas las condiciones que en el pasado, la inflación y problemas económicos podrían dinamizar la convocatoria ante el Congreso con la voz de que la Constitución no se toca.