No perdamos la capacidad de asombro en esta sociedad del cansancio

Por Cándido Mercedes

Solo así podremos disminuir los déficits de esta democracia defectuosa, de repensar el Estado que necesitamos para una democracia más fluida.

La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber. De este modo, el inconsciente social pasa del deber al poder. El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de rendimiento sigue disciplinado”. (Byung-Chul Han).

Debemos de construir como sociedad una bien hilvanada hilera de redes que nos sirvan de fronteras y murallas para psíquicamente poder afrontar con éxito colectivo la profunda necesidad de no perder la capacidad de asombro, que conduce obviamente, a lo largo del tiempo, a la indiferencia, a la inercia y a la irresponsabilidad frente al compromiso. Capacidad de asombro a lo incierto, a lo inesperado, a lo impensado, al comportamiento desviado, a la anormalidad, tenida sin sentido desde la meridiana asonada de la razón, empero, abrazada al salón de la luna oscura del cinismo y la simulación.

Vivimos en una sociedad capturada en el cansancio de la medianía, encadenado en un estropicio del pasado donde la tautología se hace recurrente. Un pretérito que se asienta permanentemente el presente para truncar el futuro y no querer alcanzar las oportunidades del mañana. Nos negamos a las nuevas posibilidades con el grito desesperado del malo conocido, olvidando la lozanía de la historia: cualquier tiempo pasado fue peor. Aunque el futuro nos deja la sensación de la perplejidad, como expresión de la evolución humana, siempre será mejor, aun en medio de su destrucción creativa y los intereses geopolíticos.

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