La era de la manipulación
Daris Javier Cuevas.
El 19 de febrero del 2016 Umberto Eco dejó de estar en el mundo de los mortales, sin embargo, este filósofo y catedrático de la Universidad de Bolonia, Italia, deja un legado intelectual y sesudas reflexiones que permanecerán en el tiempo por las contundencias y significación de las mismas.
Construyó frases célebres que se caracterización por ser una especie de sentencia de lo que ocurre en la sociedad, en las acciones de los individuos y las instituciones, así como en el gobierno.
Una de las frases con vocación de sentencia que popularizó este filosofo italiano, hace referencia a lo que denominó la máquina del fango con el que explica la acción en que se apela de manera miserable y feroz para perjudicar la imagen pública de alguien, o varias personas, recurriendo a la manipulación de informaciones a través de los medios de opinión pública.
Estos criterios juiciosos fueron plasmados en su obra Número Zero donde cuestionaba el hecho vandálico de dañar la imagen de alguien con manipulación de informaciones falseadas, lo cual calificó como una herramienta construida para promover el desprestigio contra adversarios, muy frecuente en la esfera política, hasta convertirse en una fuente de ingresos para quienes utilizan esa práctica.
Y es que de manera sesuda Umberto Eco era enfático al sostener que “para deslegitimar a alguien es suficiente con decir que ha hecho algo para crear una sombra de sospecha”, agregando que tal acción generalmente suele realizarse sobre “aspectos secretos de su vida”. Pues resulta que con el simple hecho de divulgar algo desnaturalizado, manipulado, forrado de perversidad, desagradable y con malas intenciones, por si solo siembra sospechas oscuras sobre la imagen y la moral de una persona.
Para Umberto Eco, el uso intensivo de las redes sociales aparenta ser la mayor democratización de la comunicación, si se parte de la premisa de que los ciudadanos han logrado empoderarse de las mismas para pluralizar informaciones de eventos y hechos que de no divulgarse por esa vía se desconocen.
Sin embargo, observa que a través de las redes sociales se difunden opiniones interesadas, exabruptos, falsedades capaces de entrar en competencia e igualdad con la verdad y la severidad que se les exige a los medios formales de la comunicación, razón por la que califica estos actos como una especie de invasión de imbéciles.
En la coyuntura actual, a escala global se vive en una situación abrumadora en el que la manipulación en todos los ámbitos de la vida social, económica y política se ha llevado por delante la credibilidad y la verdad firme.
Y es por tal razón que Humberto Eco interpretaba como de algo riesgoso el fenómeno que contemplaba, lo cual se torna aterrador al reconocer que la real máquina del fango proviene de los diferentes despachos del poder con la finalidad de restarle credibilidad a los medios de comunicación en su afán de presentar los hechos tal como ocurren.
Es en tal contexto que se explica la infiltración masiva de personeros a sueldos en los diferentes medios de comunicación cuya finalidad es destruirlos, arrabalizarlos y contaminarlos sin reparo alguno para atacar a los adversarios con el propósito de ganar unas elecciones.
Pues como ya se sabe, la manipulación es un concepto usado frecuentemente que es incapaz de ser explicita ya que ordinariamente es compleja e involucra el abuso de poder cuya dimensión cognitiva es la conformación de modelos especulativos y signos sociales para ser controlados por la disertación manipulada para llevar a su terreno a los adversarios con ideas apoyadas por falacias y mentiras, máxime cuando se está próximo a las elecciones.
Para darle mayor contundencia a la manipulación, generalmente se utilizan los datos económicos para lograr una efectividad con el apoyo del marketing y asesores muy costosos para el presupuesto público.
Ha correspondido a los economistas Robert J. Shiller y George A. Akerlof advertir, en su obra la economía de la manipulación, la trampa en la que caen los personas de manera ingenuas con las perversidades con que se difunden los datos económicos en los procesos electorales cuando ocurre la divulgación de cifras alteradas o cuando las cifras son ocultadas por las entidades oficiales para evitar cuestionamiento al desempeño de la economía, pues en ambos casos se trata de una manipulación malévola, irresponsable y poco seria.
La fabricación de cifras estadísticas para construir una economía fantástica parece estar a la orden del día en los organismos oficiales, cuya finalidad es la de un mejor posicionamiento de los gobiernos, lo que permite interpretar que se ha descubierto una nueva metodología para convencer a los ciudadanos de que todo anda bien y que nada perturba.
No se debe pasar por alto que detrás de la manipulación lo que se procura es impulsar un vínculo emocional entre el discurso oficial y el convencimiento a los electores para auspiciar un estado anímico de que todo anda bien en lo económico, social, político y la lucha de intereses, algo absurdo.