Por el trillo de la historia

Miguel Collado.

No pocos se preguntarán ¿Cómo es posible que un hombre de la excelsitud de Pedro Henríquez Ureña no sea más conocido en su patria?

Mientras en el mundo, especialmente en América Latina y España se le reconoce como uno de los teóricos de mayor importancia durante el proceso de integración cultural de la América Latinoamericana y, en su país es un desconocido por la generalidad del pueblo.

¿Sera justo que esto suceda? ¿O será que la cultura dominicana es inexistente y carece de valor para la plutocracia, que, aun controlando los medios de difusión masiva, no ayudan a su reconocimiento y, de un pueblo que desconoce su cultura y sus valores patrios por un marcado interés en las cosas venales?

El pueblo dominicano debe de sentirse orgulloso de este hombre que un día escribiera en el Tomo IX, de sus Obras Completas, pagina 342. Lo siguiente:
“Yo debo a Santo Domingo la sustancia de lo que soy; claro que aquellos eran otros tiempos, tan sorprendentes, para quien compara, digo, y descubre que en países extranjeros se sabrá cuantitativamente más, pero no cualitativamente mejor. Pero todavía se puede hacer mucho.”

Ese resabio de Don Pedro, nacido en el hondón de su conciencia de educador a casi un siglo de haber sido escrito denota lo que fue y sigue siendo, inclusive, en la actualidad de la República Dominicana del siglo XXI cuando el Modernismo a partir de la década de los 60 del siglo XX está dando pasos en estos momentos, aunque tímidos y lentos, hacia el llamado Movimiento Postmodernista.

Y tenía razón el crítico dominicano cuando con cierto dolor en su alma se expresaba así. Porque en la República Dominicana aun es mucho lo que hay que hacer por la educación y en pro de la cultura en general.

Don Pedro se acogió en sus años mozos al alero del Modernismo gracias a la influencia de su tío querido Don Federico Henríquez y Carvajal uno de los grandes intelectuales de la patria dominicana.

En la primera obra escrita por Pedro en La Habana entre 1904 y 1906 titulada “Ensayos Críticos” se puede apreciar rasgos y características del Modernismo, las cuales lo acompañaron por toda su vida.

Tuvo el dominicano una gran admiración por el uruguayo Jose Enrique Rodό, a quien admirό siempre, adoptando como parte de él, la independencia de criterios propios del hijo de América del Sur. Rodό como Henríquez Ureña lucharon siempre en sus escritos por no ser lacayo de las exigencias ideológicas de la Iglesia Catolica tan en boga en esos tiempos.

Don Pedro además de dominicano se consideró ciudadano de América y nunca cayo en los excesos ni en la polémica política en la que cayeron muchos de los grandes escritores del continente.

Partió hacia México en el 1906 y estuvo viviendo en el país azteca hasta 1913. Fueron siete largos años de fructífera labor intelectual junto a un grupo de jóvenes intelectuales.

En ese país maduro mucho intelectualmente hablando y acentúo su interés por la crítica filosófica y literaria, poniéndose de acuerdo con el uruguayo Jose Enrique Rodό para crear en el Continente un sentir que ayudara a la seriedad del pensamiento. Por esa razón es que escribe “El Positivismo de Comte” y “El positivismo Independiente”. Esa actitud de lucha cultural lo llevo a participar con compañeros de la intelectualidad joven de la nación azteca en las reuniones para formar el “Ateneo de la Juventud”. Que luego paso a llamarse el “Ateneo de México”.

(Nota) Agradecimiento al amigo Miguel Collado por ser el único que he observado que por estos medios ha recordado a nuestro gran maestro.

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