El dilema de la oposición: para crecer debe integrarse, renunciando a la decadencia del establecimiento. 

Por Juan Carlos Espinal.

Ahora sabemos que allí donde las instituciones públicas se derrumban o, donde la base social y política del gobierno es frágil o, inclusive inexistente, el papel opositor debe ser distinto en todo sentido de la palabra al discurso que representa el establecimiento.

No sólo en las formas de gobierno que tienen continuidad institucional, sino también en el fondo de la diferenciación pública

En tales circunstancias, la única alternativa a corto, mediano y largo plazo, -de frente a la inestabilidad sociopolitica permanente, y ante una sociedad política inestable-, es una fuerte coalición positora.

Lo primero es que una oposición responsable no debería continuar siendo una entidad transaccional o, un contrapeso suplementario para ser dominada o, para convertirse en un mero instrumento político de gobernabilidad de las tribus oficialistas en conflicto.

Lo segundo es que una oposición consolidada debe ser la fuente de legitimidad de su autoridad misma.

Y tercero, la oposición existe cuando su base social de sustentación política tiene voluntad para asumir el crecimiento a partir de los intereses del Colectivo.

La oposición política responsable nunca debe olvidar que las acciones del gobierno del PRM son legítimas mientras reflejan la voluntad de las mayorías del pueblo.

Todos sabemos que allí donde una minoría mecanica rompe el equilibrio constitucional, las instituciones nacionales son aplastadas por el orden establecido o se difumina el estado de derecho.

La democracia representativa 1966-2024 depende de la movilización política, de la legitimidad democrática y del ejercicio constitucional.

Las demandas por mejores condiciones de vida, los esfuerzos para acceder a derechos sociales, políticos y económicos que estén amparados en la Constitucion sirve de nexo politico entre los movimientos sociales incorporados, la sociedad civil organizada, los gremios, las Iglesias, las Pymes y los partidos politicos de oposición.

Una oposición responsable tiene que ser un instrumento sociopolítico fiel al cumplimiento de la Constitución.

Si la burocracia partidaria opositora se muestra resistente a asumir su papel defendiendo los intereses nacionales, esta debe ser estructurada para que así los núcleos con mayor adaptabilidad al proceso de transformación puedan avanzar hacia ese nivel de evolución Colectivo.

La construcción de nuevas coaliciones opositoras pasa por la comprensión del momento histórico, pasa por el análisis de los fenómenos sociales, políticos, económicos y culturales.

La arquitectura socio cultural de la mayoría funciona sobre la base de la integración.

Por consiguiente, para que una oposición pudiese representar a la mayoría debe tener moral política suficiente frente al gobierno de Luis Abinader.

Debe asumir que la mayoría de la sociedad Dominicana está por encima de los intereses de los grupos económicos y políticos de los partidos, opositores.

Por qué para las amplias franjas del voto independiente una oposición responsable debe rechazar la antigua tradición de cohabitar frente al modelo económico de dominación existente.

Es en ese plano político donde la sociedad dominicana en su conjunto se unificará a una oposicion políticamente estable.

Los partidos políticos de la democracia representativa de pos guerra 1966-2000, como el PRSC, PRD y PLD persiguieron el poder a expensas de su militancia y no lograron lo uno porque descuidaron lo otro.

La democratización política implica la racionalización de la autoridad; plantea la diferenciación de las antiguas estructuras verticales con las del pensamiento horizontal, y supone la ampliación de la participación en el sistema establecido.

Una oposición responsable, con sentido de la historia no puede y no debe ser una opción cualquiera.

Si fuese así entonces la mayoría puede establecer por sí misma, en forma directa, un sistema de gobierno autocratico que también puede aplastar el sistema establecido.

La experiencia histórica sugiere la posibilidad de que exista una correlación de fuerzas inversa entre la expansión política del gobierno del presidente Abinader, su decrecimiento electoral y la baja legitimidad de su mandato.

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