A 53 años de la muerte de Sagrario Díaz: Mártir de la autonomía universitaria y símbolo de resistencia
Por Abril Peña
El 4 de abril de 1972 no fue un día cualquiera en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). En un campus casi vacío por el período de reinscripciones, la violencia estatal irrumpió sin previo aviso. Aquel día, que prometía calma, se transformó en tragedia con la muerte de Sagrario Ercira Díaz Santiago, estudiante de Economía, dirigente del movimiento estudiantil y símbolo imborrable de lucha y resistencia. Ayer, se cumplieron 53 años de su asesinato, ocurrido en un contexto de represión y censura durante el gobierno de Joaquín Balaguer.
Una irrupción que violó la autonomía
La incursión de tropas policiales, encabezadas por el coronel Francisco Báez Maríñez y bajo órdenes del general Neit Rafael Nivar Seijas, respondió a la supuesta presencia del dirigente izquierdista Tácito Perdomo Robles en la universidad. Lo que siguió fue una brutal violación de la autonomía universitaria, vigente desde 1961, con fuerzas del orden disparando armas largas en un espacio que debía ser de pensamiento, libertad y debate.
Mientras estudiantes y profesores entonaban el Himno Nacional en un intento de resistencia pacífica, Sagrario Díaz fue alcanzada por una bala en la cabeza. Tenía 25 años.
La vida de una líder comprometida
Nacida el 25 de diciembre de 1946 en Barahona y criada en San Cristóbal, Sagrario llegó a la UASD en 1967. Era estudiante de tercer año de Economía, miembro activa del Frente Universitario Socialista Democrático (FUSD) y representaba a los estudiantes en el Consejo Técnico, la Asamblea de su facultad y el Claustro Universitario. Además, dirigía el periódico “Temas y Opiniones”, donde denunciaba las injusticias sociales y defendía los principios democráticos y la educación pública.
Su compromiso iba más allá de lo académico: representaba a una generación decidida a transformar la universidad en un espacio accesible para los hijos del pueblo. En medio de un régimen que sofocaba voces disidentes, ella fue una voz firme, clara y valiente.
El duelo de todo un pueblo
Tras ser herida, fue llevada a la Clínica Gómez Patiño, donde permaneció en estado crítico por diez días. El 14 de abril, finalmente falleció. Su imagen, sostenida por su hermano Fidias Omar Díaz Santiago en medio del caos, se convirtió en un ícono de la represión política y del sacrificio por la libertad.
Su sepelio en el Cementerio de la Máximo Gómez fue una manifestación de masas. Decenas de miles de personas, entre 50,000 y 100,000, asistieron al entierro en un acto de profundo dolor y abierto repudio al gobierno balaguerista. Su muerte no fue en vano. Según su hermano, impidió el cierre definitivo de la UASD, una acción que ya estaba contemplada por las autoridades de entonces.
Un legado vivo
Cada 4 de abril, la UASD honra su memoria con una ofrenda floral frente al busto que lleva su nombre, cerca del Aula Magna. En cada acto, se recuerda no solo a la joven mártir, sino a todo lo que ella representa: la lucha contra la opresión, la defensa de la autonomía y la dignidad universitaria.
“Sagrario representa el valor de una generación que vivió sin miedo”, ha dicho la vicerrectora Rosalía Sosa, palabras que cobran aún más sentido en una época en la que el pensamiento crítico y la protesta social siguen siendo incómodos para muchos poderes fácticos.
Sagrario hoy: una luz contra el olvido
En tiempos donde la historia suele ser silenciada o maquillada, recordar a Sagrario es un acto de justicia y resistencia. Es preguntarnos qué estamos dispuestos a defender y a qué precio. Su sacrificio nos obliga a no conformarnos, a exigir más de nuestras instituciones y a seguir creyendo que la universidad pública debe ser un motor de transformación social.
A 53 años de su muerte, el nombre de Sagrario Díaz sigue siendo sinónimo de coraje. Su legado desafía al olvido, al miedo y a la apatía. Y su historia, escrita con sangre y valentía, nos recuerda que hay causas que no mueren… aunque intenten silenciarlas a tiros.