A la memoria de Asdrubal Domínguez.
Por Enrique Cabrera Vásquez.
En mis años juveniles (16 años), cuando descollaba todo el potencial de mis emociones revolucionarias, en el fragor del activismo militante por allá por los años del “medio millón para la UASD”, tuve la personal satisfacción de conocer al gran intelectual marxista, Asdrúbal Domínguez (1936-1987. Desde entonces sentí siempre por él una fanática admiración, un profundo respeto y una honda simpatía. Durante muchos años fue mi líder anónimo.
Su sorpresiva e inesperada muerte me causó un indescriptible dolor, un lamento indefinido ante la conciencia del significado social y filosófico de su muerte.
La súbita muerte de Asdrúbal Domínguez enlutó a toda la clase intelectual de República Dominicana, fue una sentida pérdida para las Artes Plásticas y para el pensamiento progresista dominicano e internacional.
Dueño de una vertical formación cultural, poseedor de vastos conocimientos librescos; formal y protocolar en sus relaciones sociales, con un extraordinario dominio teórico sobre la concepción marxista sobre el mundo y la sociedad. Asdrúbal Domínguez era un excepcional gazuza del saber.
Desde muy joven abrazó la causa de la lucha revolucionaria, combatiendo con fervor, vehemencia, firmeza y decisión a los que consideraba sus adversarios políticos. Participó de manera sobresaliente en la Guerra Patria de abril de 1965, siendo uno de los más acuciosos exponentes teóricos en los planteamientos de análisis y crítica que sirvieron de plataforma histórica en el enjuiciamiento a posteriori de aquella gesta inmortal.
Su nombre adquirió notoriedad cuando figuró entre los llamados “famosos comunistas” que utilizó como pretexto el entonces presidente norteamericano Lindom B. Jonson para perpetuar la criminal intervención militar yanqui de 1965.
Por figurar en esa lista negra, Asdrúbal Domínguez, todo un inofensivo hombre de bien, concitó categoría de “hombre peligroso”. Su vida estuvo desde entonces en constante peligro, siendo objeto en varias ocasiones de persecuciones y arresto político.
Fue un destacado líder estudiantil, siendo uno de los dirigentes histórico de la otrora cohesionada y Federación de Estudiantes Dominicano, y de la poderosa FRAGUA, a principio de la década del 1960.
Durante muchos años fue un sobresaliente líder del Partido Comunistas Dominicano (PCD), y en esa condición participó como delegado internacional en varios eventos en países socialistas.
Cuando las potencialidades emotivas de su brillante personalidad trascendían los parámetros rutinarios de la cotidianidad murió sorpresivamente Asdrúbal Domínguez, mejor teórico marxista de su tiempo, profundo intelectual de grandes dimensiones, talentoso y capaz, convencido hasta la saciedad de su óptica filosófica, un autentico taumaturgo con dominio absoluto de sus ideas y criterios, con una cosmovisión presente y futura del mundo en todo los aspectos.
Con apenas 51 años, todavía joven, con mucho que dar y ofrecer, anhelando siempre un mundo mejor, sin injusticia ni abusos, sin opresores ni oprimidos, Murió Asdrúbal Domínguez, una inmensa lumbrera, un eximio hombre de cualidades imperecederas, hoy recogemos su legado, todo ese saber que aportó en sus juicios críticos a este mundo de maldad.
El poeta Tony Raful recordándolo con nostalgia en un artículo periodístico lo describió así: “ …era culto, reposado, no exaltado, que era dulce, que provenía de una familia de maestros, respetada, que tenía una cultura enciclopédica, que era socialista, que fue de los hacedores en la lucha estudiantil de la autonomía y del fuero universitarios, que era un intelectual, que estudió arquitectura, que combatió, arma en mano, en defensa de la soberanía nacional, que era pintor, que era ajedrecista, que era un disertante encantador, que era serio, que amaba la vida y las mujeres bellas, que antes de morir, se había ausentado de una forma de vida que confrontaba su forma libre de vivir, que había muerto para un nivel o instancia de vida que negaba sus sueños y utopías más queridas.