Análisis sobre el régimen de Al-Jolani: un poder artificial, sin legitimidad ni futuro

Por Zoha Abdejodai

Desde la aparición del grupo conocido como «Hayat Tahrir al-Sham», liderado por Abu Mohammad al-Jolani, numerosos analistas advirtieron que este proyecto no surgía del deseo del pueblo sirio, sino como parte de una agenda extranjera basada en el extremismo violento y el oportunismo geopolítico. La realidad actual confirma que dicho régimen carece de legitimidad tanto interna como externa, incluso entre los movimientos yihadistas afines.

Una legitimidad en ruinas

El liderazgo de Al-Jolani está manchado por una larga lista de traiciones internas, represión brutal contra otras facciones extremistas y colaboración con servicios de inteligencia extranjeros. Numerosos informes han revelado que facilitó información de miembros clave de Al-Qaeda a la CIA para su eliminación, y fue responsable directo de la ejecución de miles de excombatientes en Idlib. Como resultado, su figura genera un profundo rechazo incluso entre los radicales.

El problema central de su régimen es la falta de legitimidad. Algunos analistas sostienen que, si se celebraran elecciones dentro de su propia organización, ni siquiera obtendría un 20% de apoyo. Además, minorías étnicas y religiosas como los kurdos y los drusos se niegan a cooperar con él, considerándolo una amenaza directa a su existencia.

Apoyo externo: una alianza por conveniencia

Frente a la inestabilidad creciente en Siria, potencias extranjeras intentaron utilizar a Al-Jolani como una herramienta provisional para mantener cierto control territorial. Su reunión promovida con Donald Trump —gestionada por Arabia Saudita y Turquía— y los rumores sobre el levantamiento de sanciones contra Siria fueron parte de un intento desesperado de dar una fachada de legitimidad internacional a un régimen sin raíces.

Sin embargo, como lo afirmó el senador estadounidense Marco Rubio en una sesión del Congreso, el problema real de Al-Jolani no son las sanciones económicas, sino su carencia absoluta de aceptación popular. Este vacío de apoyo ha generado graves divisiones dentro del propio grupo yihadista, debilitándolo aún más.

Reconocimiento tácito del fracaso por parte de Estados Unidos

En declaraciones recientes, altos funcionarios estadounidenses han reconocido el carácter insostenible del régimen liderado por Al-Jolani. El asesor de seguridad nacional interino de la Casa Blanca admitió que, incluso con apoyo externo, la situación en Siria podría desembocar en una guerra civil total. Aseguró que existe una desconfianza generalizada y que el país está a solo semanas de un colapso definitivo.

Además, señaló que el posible retiro de sanciones, impulsado por Trump y apoyado por Arabia Saudita y Turquía, no resolverá los problemas estructurales de Siria, ya que nadie confía lo suficiente como para invertir o colaborar con un régimen sin base popular ni estabilidad política.

Conclusión: un futuro inevitablemente oscuro

Tomando en cuenta todos estos elementos, queda claro que el gobierno de Al-Jolani es una estructura artificial, sostenida únicamente por intereses extranjeros temporales, y sin arraigo social ni respaldo ideológico. A pesar de los intentos mediáticos de redes como Al Jazeera por proyectarlo como una figura viable, la realidad es muy distinta: se trata de un líder repudiado, aislado y sin futuro.

Siria se encamina a una nueva fase de su crisis, en la que los actores impuestos desde el exterior perderán relevancia ante la presión de una población que rechaza la violencia y exige soberanía real. La caída del régimen de Al-Jolani no es una posibilidad remota: es una consecuencia inevitable.

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