Apolinar Veloz y Miguel Guerrero debaten política, mercado, capital, trabajo y distribución
ACENTO. AV: «Miguel no sueñes con una democracia que no tenemos. Esos son negocios para los de siempre». MG: «No te quito la razón. Pero te rindes a lo que aceptas como una desgracia inevitable»,
El economista y académico Apolinar Veloz y el periodista e historiador Miguel Guerrero llevaron a cabo un debate a través de de Twitter. Intercambiaron y contrastaron puntos de vista sobre la economía, la democracia y la sociedad dominicana.
Por considerarlo de interés, y con la autorización de ambos profesionales, reproducimos a continuación el diálogo.
Apolinar Veloz: Miguel no sueñes con una democracia que no tenemos. Esos son negocios para los de siempre, los que poco a poco y a saltos se adueñan del patrimonio y no justamente por competencia en el mercado, sino utilizando los peores trucos, zancadillas y extorsiones. En RD solo existe la ley de la acumulación que aplasta a cualquiera que intenta si quiera pensar en el mal o el bien que sus acciones causen a la sociedad dominicana. Olvídate de la ley, la selva ha sido impuesta desde arriba para su beneficio.
Miguel Guerrero: Tu mensaje me recuerda la consigna atribuida a Lenin: “Pinchad con las bayonetas. Si ofrecen resistencia dejad de pinchar. Si no hay resistencia sigan pinchando”. Tú, aparentas haber dejado de empujar. Yo sigo pinchando.
AV: Piensa Miguel, los clichés son adecuados para estupidizar al pueblo. Quiero escuchar argumentos que refuten lo que digo. Esta es una sociedad que ha puesto al estado al servicio de sus negocios, es decir, se han adueñado del estado y de nuestros impuestos para negociar. Yo y muchos otros somos presos de poca confianza en esta isla. Hay dos opciones: plegarse a los designios del capitalismo atrofiado de los criollos o largarse si no se quiere sucumbir.
MG: No te quito la razón. Pero te rindes a lo que aceptas como una desgracia inevitable. Yo, en cambio, alzo la voz aunque no me escuchen.
AV: Me consuelas, pero no resuelves mi dilema.
MG: Yo no me pliego. Mi voz es queda pero no me enmudecen.
AV: Tampoco me callo. ¿Cuál es la diferencia? ¿Que nos permiten hablar? Con eso le ayudamos a decir que existe democracia hasta que aprueben la Ley Mordaza.
MG: En la literatura clásica de la ópera hay un enigma en Turandot que el príncipe Calaf resolvió evitando la suerte trágica de todos aquellos que caían ante la impresionante belleza de la princesa que hacía matar a todos sus pretendientes. Puccini lo resolvió: o mueres o resuelves el enigma. Tú prefieres morir. Yo trato de resolverlo. Tal vez muera, pero como en el aria famosa del tercer acto:” Que nadie duerma en Beijing (Nessum dorma)”.
AV:Gracias por tu estímulo, me lo voy a pensar.
MG: Admiro tu capacidad intelectual como economista y como ser humano, a pesar de nuestros disímiles enfoques de la realidad en que vivimos. Un fuerte abrazo.
AV: Desafortunadamente para ambos, la realidad es una y no se divide para darnos la razón a ambos. Entonces, uno de los dos está equivocado y pienso que soy yo. Gracias por este interesante intercambio de ideas, ojalá que mucha gente pudiera hacer este ejercicio.
MG: Ninguno de los dos está equivocado porque la verdad no es una sola. Lo que importa es que podamos discutirlo con serenidad para intentar encontrar las partes de esa verdad que está en cada una de nuestras posiciones.
AV: La realidad no debe confundirse con la interpretación mental que hacemos de ella. No hay varias economías o sociedades dominicanas. Existe sólo una y ambos la percibimos de forma diferente. Porque tenemos formaciones profesionales diferentes y tenemos nuestras preferencias y sesgos naturales de todos los seres humanos. Por eso pretendemos científicamente interpretar los datos de la realidad. Pero la única realidad sigue siendo más rica de lo que nosotros podemos interpretar de ella.
MG: Materialmente hay distintas realidades y nuestra sociedad es una muestra patética de esa diversidad de realidades. El problema consiste en que nuestros dirigentes creen que al subir las escalinatas del Palacio Nacional encontrarán el país que conocieron en campaña. Ese es el origen y esencia de muchos de nuestros problemas, porque la realidad, esa que escapa al control humano, condiciona y a veces encadena en la cima del poder. La cuestión radica, según lo veo, en tratar de reducir la distancia, la brecha entre una realidad y otra. Más allá sería un desafío imposible, porque en el mundo desigual en que vivimos no hay posibilidad de igualdad absoluta. Los intentos desde Marx para lograrlo sólo han conseguido profundizar esa desigualdad, que se da en todas las esferas de la actividad humana. Por eso hay seres inteligentes y quienes no lo son. Bellezas incomparables y fealdades incomprensibles. Hermosos matices de voz y entre ellas capacidades distintas. La tarea consiste en aprender a vivir con la realidad que será imposible cambiar. Rendirse a ella como un designio inevitable es fatalismo. Tratar de construir una realidad superior y distinta es ilusorio.
AV: La realidad es la síntesis de múltiples determinaciones, unidad de lo diverso, está es la sedición marxista de todo caótico que define como realidad. Por eso es preciso utilizar la ciencia que nos permitan incluir lo relevante dejando de lado lo accesorio. Por eso es difícil la ciencia y sobre todo ser científico al momento de analizar “la” realidad.
MG: Yo no interpreto la realidad que no puedo cambiar,simplemente la acepto y trato de sobrevivirle, entendiendo que al enfrentarla podemos modificar todo lo que ella nos permita. Construir otra realidad sobre sus cenizas implicaría, como ya ha sucedido, es hacerla todavía más desigual. Lo que no deberíamos hacer es quedarnos de manos cruzadas, porque si bien no podemos prescindir de ella sí podemos humanizarla.
AV: Una pregunta: ¿cómo puedes humanizar la ganancia?
MG: Distribuyéndola. Y hay formas de hacerlo. Una tarea que corresponde a los políticos y economistas. Eliminar las ganancias equivaldría a suspender toda actividad económica, porque todo esfuerzo humano procura alcanzar alguna forma de ganancia, no siempre económica. Fuimos a la universidad para ganar un título que nos permita ganar otras cosas. Pon a dos niños en una cuna y varios juguetes en ella y al rato los verás peleándose por su posesión. Es la naturaleza humana. No hagamos del lucro proveniente de una actividad legítima y legal un activo pecaminoso.
AV: La economía de mercado no distribuye la ganancia, lo que distribuye es el producto y lo hace a través de los precios de los factores (trabajo y capital). Luego aparece los rentistas, los bancos y el gobierno que también se quedan con parte del producto. El trabajo no se paga de acuerdo a la productividad en este país, de manera que se distribuye mal por el deseo equivocadamente de ganar más de los empresarios. El rendimiento del capital, que es la remuneración empresarial, se beneficia además de las exenciones fiscales, a lo que habría que añadir la evasión y elusión fiscal de los empresarios. En otras palabras, terminan apropiándose de mayor parte del pastel. Esto es posible porque compran a los políticos con probabilidades de ganar o a súcubos que harán un gobierno para su beneficio. De manera que resulta difícil repartir la ganancia a no ser que sea para aumentarla en favor de los empresarios. Por lo menos en este país, en otros ocurren situaciones distintas. Estoy de acuerdo que la naturaleza de los capitalistas es adueñarse de todo lo que le permita tener ganancia, tal y como el niño que describes. Seguramente ese nació con el deseo de acumular y tal vez el otro condenado a servirle.
MG: Te encierras en un dilema. Es cierto mucho de lo que afirmas, no entraré en esa discusión, pero no puedo concebir que la desigualdad que ambos admitimos no pueda ser atacada. Los países nórdicos han logrado cierto grado de justicia social mediante un uso racional de sus riquezas, pero no han abolido el lucro legítimo. Si eliminamos la ganancia como un premio al esfuerzo estaremos violando leyes naturales propias de la naturaleza humana. Tu interpretación sobre la pelea de dos infantes en la cuna es muy fatalista y contraria a la lógica que describe y juzga la naturaleza humana. Es como rechazar la lucha ancestral entre el bien y el mal