Arrecifes en el Este: Una historia de resiliencia y la ciencia en la conservación

Marvin Del Cid
El pasado 28 de marzo participé en un recorrido técnico por los puntos de restauración coralina que la Fundación de Estudios Marinos (Fundemar) mantiene en Bayahíbe, junto con la directora ejecutiva de la fundación, Rita Sellares; el investigador Aldo Croquer, de The Nature Conservancy; y un equipo de biólogos y técnicos de campo.

Durante dos inmersiones y una sesión de esnórquel guiada, observamos en los viveros y zonas de restauración colonias sobrevivientes al blanqueamiento masivo de 2023 y reclutas de coral nacidos por reproducción sexual.

No era mi primera vez en estos lugares. En años anteriores había buceado y documentado las zonas de Guaraguao, «Piscinas» y los viveros de Acropora cervicornis, entre otros puntos de interés.

Esta vez, al ver colonias adheridas a las estructuras, peces refugiándose entre las «ramas» y el crecimiento evidente en los viveros, sentí un impulso de esperanza.

Me impactó especialmente observar cómo han crecido las colonias sobre los sustratos de cerámica (Secore) en forma de estrella que fueron instalados hace varios años. Ver esos fragmentos de coral desarrollándose sobre una base diseñada por manos humanas, y que hoy forman parte del paisaje del arrecife, da una dimensión tangible a los esfuerzos de restauración.

Pero más allá de la experiencia personal, lo relevante aquí son los datos científicos y la estrategia sostenida que Fundemar ha desarrollado en estos años.

Un programa consolidado

La Fundación Dominicana de Estudios Marinos ha fortalecido su programa de restauración coralina mediante técnicas de reproducción asistida implementadas desde 2015 y consolidadas en 2019, cuando inauguró el primer laboratorio especializado del país.

Según explicó Sellares durante el recorrido, esta estrategia ha demostrado ser clave frente a los eventos de blanqueamiento y enfermedades que afectan a los arrecifesdel Caribe. Tras la pérdida de aproximadamente el 60 % de cobertura coralina en 2023, se volvió urgente intervenir directamente en el ciclo de vida de los corales: colectar gametos, fertilizarlos, cultivarlos en laboratorio y sembrarlos.

En el Parque Nacional Cotubanamá, frente a la caseta de guardaparques del Ministerio de Medio Ambiente, en la zona de Guaraguao, observamos colonias donantes de Acropora palmata que resistieron el blanqueamiento de 2023. Este sitio, a pesar del estrés térmico, mantiene una diversidad genética notable y continúa siendo una zona estratégica para la colecta de gametos durante la temporada de desove.

Estrategias adaptadas y evidencia genética

En el vivero de Acropora cervicornis, Fundemar aplicó una estrategia de recuperación posblanqueamiento, recolectando fragmentos sobrevivientes y suspendiéndolos en estructuras tipo soga. Hoy, estas colonias han crecido considerablemente y se perfilan como nuevas donantes. Además, la fundación ha realizado análisis genéticos para identificar los genotipos presentes en cada vivero, lo cual permite diseñar fertilizaciones más eficientes y diversas.

Durante la jornada también visitamos los viveros y áreas restauradas desde 2019, como la conocida «Piscinas«, donde se han sembrado corales sexualmente producidos, incluyendo especies como Diploria labyrinthiformis, Acropora palmata, Dendrogyra cylindrus y Pseudodiploria strigosa. Pese a las amenazas latentes —como la enfermedad de pérdida de tejido coralino (SCTLD)—, muchas de estas colonias muestran una condición saludable y un desarrollo constante.

Tal como expresó Sellares: «Creemos firmemente en este programa como una solución real para generar resiliencia en nuestros arrecifes frente al cambio climático y al declive global de los corales«.

Huertos coralinos y visión regional

Basándose en un estudio regional liderado por la científica Margaret Miller —en el que participó Fundemar junto con instituciones de México, Bonaire, Curazao, Islas Vírgenes de EE. UU. y St. Croix—, se comprobó que los corales nacidos por reproducción sexual muestran mayor resiliencia frente a enfermedades y estrés térmico, en comparación con los silvestres.

A partir de estos hallazgos, Fundemar ha iniciado la implementación de estructuras tipo «orchards» o huertos coralinos, donde los reclutas se agrupan por especie. Estas zonas servirán como bancos genéticos vivos y como fuentes sostenidas de gametos para restauración a largo plazo.

Además, la fundación avanza en la expansión de sus instalaciones científicas. Aunque los nuevos laboratorios están aún en construcción, ya funcionan parcialmente, fortaleciendo las capacidades técnicas para la producción y monitoreo coralino.

Urgencia y acción

La reproducción asistida no es una solución futura: es una necesidad presente. La distancia entre colonias fértiles, la mortalidad coralina y los eventos térmicos extremos han limitado la reproducción natural. Por eso, salir al mar, colectar gametos, fertilizarlos, cultivarlos y sembrarlos es hoy una forma activa de sostener la vida marina.

Como fotógrafo y documentalista, he seguido este proceso por años. Esta vez no solo vi crecimiento coralino, vi un sistema que funciona, basado en ciencia, datos y compromiso. La esperanza no está en la superficie; está en el trabajo técnico y el monitoreo constante que ocurre bajo ella.
DL

 

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