Aumentó cifra de personas con hambre en Asia-Pacífico

Roma, 15 dic (Prensa Latina) El número de personas que padecen hambre en Asia-Pacífico aumentó en más de 50 millones desde la llegada de la Covid-19, según un informe conjunto de la FAO y la Unicef publicado hoy aquí.

El reporte de la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef), destaca que el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en la región empeoró y fueron más de 375 millones de personas quienes enfrentaron al hambre en 2020, más de 54 millones con respecto al año anterior.

Un comunicado de FAO respecto al informe Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición de Asia y el Pacífico 2021, señala que en esa parte del mundo más de mil millones de personas estuvieron privadas de acceder a una alimentación adecuada en 2020, un aumento de casi 150 millones en solo un año.

Asimismo, comenta el texto, el alto costo de una dieta saludable y los niveles persistentemente altos de pobreza y desigualdad de ingresos hacen que las dietas saludables permanezcan fuera del alcance de mil 800 millones de personas.

La Covid-19 agravó la tendencia negativa que venía experimentando la región en los últimos años, en la reducción del número de personas desnutridas y la prevalencia de ciertos indicadores nutricionales, como el retraso del crecimiento en los niños menores de cinco años.

El informe reconoce que la situación pudo ser peor “sin la respuesta de los gobiernos y las impresionantes medidas de protección social que implementaron durante la crisis”.

Pondera, asimismo que, para reconstruir mejores entornos alimentarios, los futuros sistemas agroalimentarios deberán proporcionar una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y mejores vidas.

Tanto la FAO como la Unicef coinciden en que el enfoque debe estar dirigido a satisfacer las necesidades de los agricultores familiares a pequeña escala y los pueblos indígenas de la región.

También para ello sugieren que los sistemas alimentarios deben priorizar las necesidades dietéticas de los grupos vulnerables, incluidos los niños pequeños y las mujeres.

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