Balaguer y Bosch se escriben, 1964

Por Cándido Gerón

“En 1962 tuve que refugiarme en la Nunciatura con mis familiares más cercanos porque los cívicos dirigidos por el doctor Viriato Fiallo, querían mi cabeza»

A Joaquín Balaguer le fascinaban poderosamente los libros raros y escritores desconocidos y cuando lograba adquirirlos y tener contactos con sus autores se emocionaba bastante. Es el caso de Mocáddam de Cabra, poeta árabe del siglo XVI, el primero en crear los que algunos estudiosos del hebreo denominan “muwáshahas”.

Recuerdo que el 24 de abril de 1998 le llevé la obra que contiene los poemas artificiosos del autor en referencia luego de buscar afanosamente la citada obra en las largas y enormes estanterías del Rastro, en uno de mis últimos viajes a Madrid.

Ese día, al recibir en sus manos el libro de Mocáddam de Cabra, recibí su profundo agradecimiento. Ávido de conocer el contenido del libro me pidió que le leyera algunos párrafos. Inicié la lectura haciendo hincapié al poeta Balaguer, del estudio que sobre el particular hace el escritor Margit Frenk Alatorre, quien señala, con relación a los cantares sefardíes, que “Es bien sabido que los judíos, expulsados de España en 1492, mantuvieran viva la lengua española y su tradición poética”.

Y añadí, que “Entre ellos se conservan también todavía hoy romances que han desaparecido en España y se conservan también canciones líricas de gran antigüedad. Los judíos españoles tenían evidentemente una poesía musical propia, asociada con ceremonias religiosas y con los ritos de boda, de nacimiento, de muerte”. “Pero esas canciones -añade Frenk Alatorre-estaban en parte concebidas de acuerdo con la técnica y la temática de la poesía cantada por los cristianos, como puede verse por los ejemplos incluidos».

También le leí algunos poemas o “jarchas” anteriores a 1450, pero mi interés en especial era obtener de Joaquín Balaguer, su versión de la Revuelta de Abril de 1965, y luego de satisfacerlo con su petición me lancé al ataque: “Presidente, desde que lo conocí personalmente, he sentido la inquietud de escuchar de parte de una personalidad autorizada como en su caso, una opinión acabada de las causas y efectos que detonaron el estallido de abril de 1965”.

Al formularle la pregunta, observé que su rostro se modificó y tomó una actitud circunspecta. Luego de una larga pausa, me dice: “Es un tema espinoso, porque en ese proceso nefasto para el país intervinieron muchos factores que comenzaron con la llegada al poder del profesor Juan Bosch. Algunos aseguran que en su gobierno se suscitaron con demasiadas frecuencias situaciones que el profesor Bosch no encaraba con decisión y que los militares, como bien usted sabe, al mantener una mentalidad trujillista se resistían a acatar órdenes de un Presidente que ignoraba la realidad social y política del país debido a su largo exilio en Cuba”.

Y agrega: “Tras la muerte de Trujillo y mi visita a las Naciones Unidas, en 1962, me reuní con él en el hotel Waldorf Astoria y allí, me comprometí apoyarlo en caso de que él resultara ganador en las elecciones que se celebraron en 1962, donde tuvo una oposición descomunal de parte del clero y la oligarquía, aludiendo que era comunista”.

Más adelante, manifiesta: “En 1962 tuve que refugiarme en la Nunciatura con mis familiares más cercanos porque los cívicos dirigidos por el doctor Viriato Fiallo, querían mi cabeza y no me dejaron otra alternativa que tomar la vía del exilio hacia los Estados Unidos”.

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