Coca: Colombia busca nuevos usos para la hoja ancestral

Por Ivette Fernández

Cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, aseguró que el Estado compraría toda la cosecha de coca a los campesinos del corregimiento El Plateado, en el departamento de Cauca, se originó un amplio debate en los medios de comunicación.

La inquietud fue incluso trasladada al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, a quien durante su participación en la Conferencia sobre Biodiversidad (COP16), celebrada recientemente en la ciudad de Cali, se le interrogó acerca de la iniciativa.

Respondió que no conocía los detalles de la propuesta, pero se manifestó a favor si después esa materia vegetal era reutilizada de una forma positiva y si, con la aplicación de tal medida, se pudiera garantizar una neutralización del tráfico de cocaína, para cuya obtención la hoja es materia prima fundamental.

El jefe de Estado colombiano manifestó la idea después de que el Ejército desarrollara una ofensiva en la mentada región del suroeste, el pasado 12 de octubre, para repeler a una facción del autodenominado grupo armado Estado Mayor Central (EMC) que dominaba la zona desde hacía más de un lustro.

Dijo en ese momento había allí “una bolsa de valores de la cocaína del mundo, a donde llegan los carteles de México, Albania, Croacia, Alemania… Europa y de África”.

Según planteó, los violentos querían utilizar esa región como productora de la hoja para exportar el estupefaciente por el mar a Estados Unidos y matar a los indígenas que se les vuelven contradictores de su proyecto de codicia.

Como parte de esa reflexión, estimó que es preciso cambiar los métodos para experimentar una transformación en lo que concierne al tema.

“Si vamos a repetir lo mismo con los mismos instrumentos, todos sabemos que no se solucionan los problemas. Entonces, al campesinado del Micay le vamos a comprar sus cosechas de coca, mientras aparece la economía lícita”, aseveró.

El Plateado se considera en Colombia como la puerta de entrada y salida del Cañón de Micay, región conformada por varios municipios como Argelia, López de Micay y El Tambo, en el suroeste de la nación, donde se concentran las tres cuartas partes de esos cultivos en Cauca.

Según divulgó el Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU, en ese territorio del suroeste se detectaron 26 mil hectáreas de estos cultivos en 2023, con lo cual ocupó el cuarto lugar en los departamentos con más área sembrada de coca y cuya producción aporta un 11 por ciento del total nacional.

PROBLEMA DE LARGA DATA

La sustitución de los cultivos ilícitos en Colombia no es para nada un problema sencillo.

Si bien el Gobierno impulsa iniciativas para erradicar esas plantaciones y dar facilidades a los campesinos de optar por actividades no penalizadas por la ley, lo cierto es que muchas de las comunidades que basan su sustento en la actividad ilegal están coaccionadas por grupos armados dedicados al narcotráfico.

Ya no depende únicamente entonces de la entrada económica de miles de familias en zonas donde por décadas ha estado ausente la institucionalidad del país, sino del temor natural de perder la vida si se contradice a quienes dan las órdenes en el territorio.

La propuesta de Petro también genera dudas en los estudiosos del tema acerca de su aplicación, pues alegan que, de no contar con una normativa legal o algún tipo de regulación, esto podrían incrementar el porcentaje de los cultivos bajo la excusa de que el Estado las comprará.

En cualquier caso, ya está planteada la necesidad de un cambio de enfoque sobre el tema.

Así quedó esbozado desde que Colombia se sumó al Examen Crítico de la Hoja de Coca que acomete la Organización Mundial de la Salud para reevaluar la categoría de esa especie dentro de la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, en la que figura como una droga de la Lista I, por lo cual los países deben criminalizar su uso y cultivo.

También en línea con esa misma postura, el Gobierno nacional redactó un decreto que permitiría desarrollar proyectos de usos alternativos con plantas de coca y amapola en el ámbito medicinal, científico e industrial.

El texto, que se abrió a comentarios de la ciudadanía y grupos de interés, está enfocado no solo a generar conocimiento frente a los empleos, beneficios y potencialidades de esas especies, sino a promover el desarrollo productivo y sostenible de medicamentos, fertilizantes, abonos, pigmentos, alimentos, entre otros productos.

Según divulgó el Ministerio de Justicia, la normativa también le permitiría a la academia desarrollar nuevos avances científicos y generación de conocimiento frente a los componentes biológicos que puedan aprovecharse en acciones productivas legales, lo que seguiría posicionando al país como fuente de conocimiento científico en el tema de drogas.

En tanto, la ministra de Ciencias, Tecnología e Innovación, Yesenia Olaya, hizo un llamado a científicos de distintas ramas para generar soluciones integrales que reactiven los componentes culturales territoriales de la hoja de coca pues, según dijo, va “más allá del posicionamiento y categorización como una materia prima de la economía ilegal”.

Este, aseguró, “es un cultivo de interés científico-tecnológico y cultural para diferentes sectores económicos”.

Como parte de su alocución en el ‘Encuentro de Ciencia, Tecnología e Innovación sobre usos lícitos de la hoja de coca: paz y desarrollo para los territorios’ refirió que es preciso unir esfuerzos en torno a las investigaciones científicas y el desarrollo tecnológico que permitan dar respuestas urgentes a las problemáticas de las regiones del país. Destacó la funcionaria la importancia de fortalecer la investigación sobre la planta para rediseñar su uso hacia un desarrollo sostenible que beneficie a las comunidades.

Para ello, expuso rutas de trabajo a corto, mediano y largo plazo con vistas al cultivo en Colombia, como la etnobotánica, la etnofarmacología, y el análisis y extracción de bioactivos, entre otras técnicas, y destacó el potencial de la planta en sectores como alimentos, biocombustibles, cosméticos y farmacéuticos, con el apoyo de biotecnología, nanotecnología y genómica.

“La implementación de estas tecnologías puede ayudar a superar procesos de violencia estructural en Colombia y promover nuevos modelos económicos que impacten la agricultura y otros campos de innovación para la Paz Total”, consideró.

MOTIVO DE COLABORACIÓN

Cómo dar nuevos empleos a la hoja de coca fue incluso motivo de conversación con el vicemandatario boliviano, David Choquehuanca, con quien el jefe de Estado de Colombia exploró posibles colaboraciones para combatir el aumento de esos cultivos.

Acorde con lo divulgado por la Presidencia, ambas partes discutieron la necesidad de enfocar los esfuerzos en transformar estas plantaciones en economías lícitas, mediante un trabajo conjunto que permita la obtención y comercialización de productos alternativos, con el fin de reducir el impacto del narcotráfico en la región.

A juicio de Petro, debido al tráfico de cocaína el país está en una guerra perpetua.

“Si no cambiamos la política, entonces, no vamos a solucionar esto, realmente tenemos que pensar esto: si vamos a seguir matándonos entre nosotros 70 años más, 100 años más, ¿cuándo va a acabar eso? Esto tiene que cambiar, no puede ser, la sociedad colombiana no puede ser sacrificada”, declaró en torno al tema.

De acuerdo con un estudio divulgado en octubre pasado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de conjunto con el Ministerio de Justicia y del Derecho de Colombia, el país experimentó durante 2023 un incremento del 10 por ciento en el área sembrada con coca, lo que responde a la presión mundial por el aumento de la demanda.

Acotó no obstante el estudio que, por segundo año consecutivo, se presenta una desaceleración en la tendencia de crecimiento.

Es ante esta situación frente a la cual el presidente insiste en cambiar la estrategia para darle solución a un problema que, según consideró, ya no es solo colombiano sino global.

PRENSA LATINA

 

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