Cotización del dólar desata estrés cambiario y se esperan medidas que estabilicen el mercado
Por Héctor Linares
La escaramuza que se ha presentado desde la primera semana de septiembre con la tasa de cambio del dólar estadounidense en el mercado doméstico, podría prolongar la espera del reinicio de las medidas de flexibilización monetaria necesarias para mejorar el desempeño económico del último trimestre del año.
El alza, un comportamiento típico o característico del noveno mes del año en el mercado cambiario dominicano desde dos décadas atrás, cuando el comercio importador comenzaba a acumular divisas para sus importaciones de fin de año, se cree que en esta ocasión será de poca duración y que cubrirá niveles de precios que están dentro de las proyecciones económicas oficiales.
A los exportadores y demás generadores de divisas les agradan los aumentos, porque les producen «competitividad» mientras que los importadores y otros usuarios reclaman por medidas intervencionistas que les garanticen «dólares baratos», aunque sus precios de ventas sean altos comparativamente.
El efecto psicológico de los movimientos alcistas del dólar, tanto en los agentes económicos como en la población general, genera expectativas de preocupación aun en situaciones de estabilidad cambiaria como la actual, en las que las cifras del sector externo ofrecen garantías de relativa estabilidad del tipo de cambio.
Como el precio del dólar es el principal elemento de costo de la economía local, cualquier movimiento de esa variable puede impactar los precios y con ello la inflación, cuyo control no parece que las autoridades monetarias y el Gobierno en sentido amplio estén dispuestos a ceder. El principal objetivo de la política monetaria ha sido su meta de inflación, fijada entre un 3 % como nivel inferior y un 5.0 % como techo o nivel superior.
Por el elevado impacto de las importaciones, sean de bienes terminados como de materias primas e insumos, el precio de la moneda estadounidense en el mercado local es determinante en el precio final de los bienes y servicios que se ofertan.
Arroz, huevos, pollos, plátanos, carne roja y vegetales, son productos de la canasta alimenticia básica que se producen localmente, pero con procesos no exentos del componente dólar, porque la producción de todos esos rubros requiere de algún elemento importado. Agroquímicos, fertilizantes, semillas y alimentos para animales son algunos de los componentes importados que necesita la agropecuaria dominicana, que según las apreciaciones oficiales suple el 85 % de la demanda alimenticia del país.
Como materia prima y productos terminados, el petróleo es el mayor renglón de importaciones del país, por lo tanto, la factura petrolera representa la mayor demanda de dólares de la economía dominicana. Para establecer los precios finales de los derivados de petróleo, el Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes considera varios factores o componentes y los dos principales son el precio del crudo y la tasa de cambio del dólar.
El dólar es el componente transversal de toda la estructura de costo de la economía dominicana, con incidencia determinante en el costo del servicio de la deuda externa.
El Ministerio de Hacienda y Economía, en su Panorama Macroeconómico revisado en agosto pasado, analiza el comportamiento de la tasa de cambio en la primera mitad del 2025, con proyecciones para el cierre del ejercicio y el próximo año 2026. El análisis cubre el período 2025-2029.
Del volumen de divisas que ha llegado al país y que refleja que no ha habido escasez, el Panorama indica que entre enero y junio la economía dominicana recibió US$23,900 millones, volumen superior en US$1,711 millones, un 7.7 % interanual, medido con relación al período similar anterior.
Ese crecimiento lo atribuye el documento al dinamismo de las exportaciones dominicanas que para el período habían crecido un 10.4 % interanual, y a las remesas, que crecían 11.2 % respecto al primer semestre del 2024.
En la primera mitad del 2025 la tasa de cambio promedió RD$61.10 por dólar, con una depreciación interanual de 3.5 %, la cual resultó 3.0 puntos porcentuales, inferior a la registrada en igual período anterior.
El documento relata las presiones al alza que se han registrado en el mercado cambiario a partir del primer semestre del año en curso, las cuales, afirma, llevaron la cotización de la moneda estadounidense a superar el nivel de RD$62.00 por uno a finales de agosto pasado.
Desde el cierre de la semana pasada, del 2 al 7 de septiembre, la divisa extranjera ha experimentado alzas.
En la actualidad la cotización de la moneda verde ronda los RD$63.90 por uno, nivel ligeramente inferior al máximo a que llegó entre finales de abril y principio de mayo últimos, cuando la tasa estuvo rondando los RD$64.00 por dólar. Después de ese máximo, se produjo un retroceso que llevó la cotización a fluctuar entre 59 y 60 pesos por unidad de la divisa estadounidense.
Las alzas que se han producido en el tipo de cambio a partir del tercer cuatrimestre, el Ministerio de Hacienda y Economía las asocia a «efectos estacionales por reposición de inventario y a la elevada incertidumbre que prevalece internacionalmente, que sigue provocando alta volatilidad en los mercados financieros».
Por la preocupación que genera entre las autoridades el alza del dólar, cualquier medida económica de incentivo al crecimiento del PIB que pudiera incidir en el incremento del costo de la moneda extranjera se pospone o se aplica moderadamente.
La actual política monetaria, de índole expansiva, ha permanecido en pausa en la dirección de reducir la tasa de referencia del BCRD para inducir una disminución del costo del financiamiento en el sistema financiero. Se esperaba una nueva bajada en la reunión de política monetaria de septiembre del BCRD, si la Reserva Federal de los Estados Unidos propicia una baja en su tasa de interés de referencia, pues localmente se mantiene una especie de «distancia» prudente entre tasas. Acercar la del BCRD a menos de tres puntos porcentuales de la de la Fed podría generar fugas de capitales y acelerar la depreciación del peso o lo que es lo mismo, alza del dólar.
El compás de espera de la TPM del Banco Central podría ser mayor porque propiciar una baja en el costo del dinero cuando hay un escenario de alza de tasa de cambio resultaría en un incentivo al aumento de la demanda de divisas.
Por esa situación, se pudiera quedar sin la segunda parte del programa de expansión monetaria iniciado con un proyecto de aumento de liquidez por RD$81,000 millones, sustentado en la liberación de recursos del encaje legal y dinero de los títulos del BCRD, cuyo periodo de recuperación se amplió.
Esas medidas deberían combinarse con un aumento de la inversión pública en el último tramo del 2025, para que esa combinación propicie que la economía termine con un crecimiento entre 3.7 % y 4.0 %.
El conato alcista del tipo de cambio podría ralentizar al menos un aspecto de las medidas anti ralentización económica.
La tasa de cambio, como siempre, despierta las pasiones. Por un lado, los generadores de divisas se alegran cuando hay «deslizamientos» de las tasas y los importadores comienzan a pedir «inyecciones» de dólares al mercado para aplacar las alzas. El impacto directo de las inyecciones se siente en las reservas internacionales, que actualmente rondan un nivel de US$14,208,7 millones, suma equivalente a un 11 % del PIB y una cobertura de casi seis meses de importaciones.