Danzar en las brumas: ¿Qué pasa con las jóvenes en América Latina?
Por Ania Terrero. Altas tasas de embarazo adolescente, brechas en el acceso al empleo, el estudio y las tecnologías, variados impactos de la pandemia en su salud mental y física, sobrecarga de labores domésticas y de cuidados, huellas de las violencias machistas… la lista es larga. Los desafíos para las mujeres jóvenes en América Latina y el Caribe aún son muchos.
La vida diaria nos muestra una y otra vez cómo enfrentan desventajas acumuladas durante décadas de patriarcado, que se entrelazan entre sí e impiden su vinculación efectiva a la educación, la salud, el trabajo y la participación política. Todo ello, en un contexto marcado por migraciones, cambio climático y violencias machistas latentes.
El recién publicado informe Danzar en las brumas: Género y juventudes en entornos desiguales en América Latina y el Caribe lo confirma. Realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y el Colegio de México, resume en ocho capítulos las principales desigualdades de género presentes en la región y sus consecuencias para las juventudes.
A través de doscientas páginas, resultado de las investigaciones de 30 expertos en una veintena de países, evidencia qué impacto tienen estas inequidades para la verdadera inclusión social de las personas jóvenes, sobre todo las mujeres, y propone recomendaciones para políticas públicas que busquen atender estos conflictos.
Va más allá, porque intenta abandonar la jerga académica para desarrollar un lenguaje que comunique el alma de las cosas junto con los datos duros. De ahí su título. Porque las chicas dicen, resisten, denuncian las inequidades, generan proyectos, crean alianzas: danzan entre las brumas de sociedades aún muy desiguales. Y sí, las cubanas también bailan entre sombras; más allá de ellas.
Un estudio también en clave cubana
Según la socióloga cubana María Isabel Domínguez, una de las expertas que trabajó en la elaboración del informe, una de sus principales conclusiones es que las desigualdades sociales son un obstáculo para el ejercicio pleno de los derechos humanos y sociales, aún más en el caso de las mujeres jóvenes.
No se trata únicamente de las desigualdades socio-económicas, que sin lugar a dudas tienen un peso importante, sino también del atravesamiento por condición de género, pertenencia étnico racial, orientación sexual, identidad de género, condición de discapacidad, condición de migrantes y diferencias territoriales, entre otras, detalló
En entrevista para nuestras Letras…, la investigadora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) destacó que la investigación muestra un conjunto de desafíos para la inclusión social y la participación activa de las mujeres jóvenes en toda la región, de los que no escapa la sociedad cubana.
Sin dudas, Cuba ya alcanzó metas que el informe identifica como deudas en muchas otras naciones de la región, reconoció. “Es el caso del acceso universal a la enseñanza, las oportunidades de empleo en igualdad de condiciones que sus pares varones y la posibilidad de obtener el mismo salario por igual trabajo”.
Sin embargo, esa incorporación social de la mujer a la educación y al empleo contrasta con el rol que aún desempeña en la vida doméstica y la elevada carga de trabajos de cuidados con que lidian. Probablemente por ello, el capítulo referido a los estudios de cuidado toma como uno de los estudios de caso la realidad cubana. Se evidencia, por ejemplo, la fuerte diferencia entre el tiempo dedicado por mujeres y hombres a las tareas de cuidado.
“En un contexto de envejecimiento demográfico, esa concentración de las tareas de cuidado en las mujeres jóvenes puede incluso retrotraer algunas de las fortalezas que hoy se tienen relativas a su incorporación a la vida social activa”, alertó Domínguez.
Por otro lado, el informe refiere los desafíos en torno al embarazo en la adolescencia, una problemática con la que Cuba también lidia, con un peso mayor en las áreas rurales de las provincias del oriente del país.
Al concluir 2020, en Cuba se registraron 105 038 nacimientos. En más del 15 por ciento, 16 332, las gestantes no superaban los 19 años; 369 eran niñas que aún no habían celebrado los 15.
Según la socióloga, aunque existe un tratamiento del tema en políticas públicas de educación y salud, “están resultando insuficientes, requieren de otro enfoque para reducir una problemática que afecta tanto a la mujer joven como a los hijos e hijas que nacen de madres adolescentes”.
La investigación también hace referencia a la brecha digital, comentó. En Cuba, después de una entrada tardía al acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, se ha logrado un avance en su acceso y uso. Sin embargo, hay una brecha en su empleo atravesada por cuestiones territoriales y nivel socioeconómico.
En el caso de las diferencias entre hombres y mujeres jóvenes, la brecha no está tanto en el acceso como en el tipo de uso. “Esta es una de las áreas emergentes con las cuales es necesario continuar profundizando en el caso cubano y tomar acciones desde las políticas”.
A modo de cierre, Domínguez señaló que las conclusiones y recomendaciones de Danzar entre las brumas… resultan muy oportunas para una Cuba que prepara una política de atención a su niñez y juventudes. Al fin y al cabo, en busca de más equidad, todo conocimiento es poco.