Degradación de la ciudad, degradación ambiental

César Pérez.

Limitar la corrupción para  hacer más con menos recursos expresa calidad del gasto, pero esto es sostenible solo si el grueso de la inversión pública se hace partiendo de los centros urbanos y sus entornos rurales

De nuevo, las lluvias han puesto en evidencia la vulnerabilidad del Gran Santo Domingo antes eventos naturales que ponen a prueba y hacer colapsar el tráfico y el transporte, el sistema de drenaje pluvial y, esta vez como pocas veces, el manejo de los residuos sólidos. Esta circunstancia, se ha manifestado en todo el litoral marino con una mezcla materias orgánicas vivas y en descomposición con decenas de toneladas de plástico de todo tipo flotando en el mar frente el malecón, el más emblemático paseo marítimo del Caribe, que han producido una mancha compacta de varios kilómetros. La casi totalidad de los componentes de esa mancha son arrastrados por el río Ozama hacia el mar, producto del desbordamiento de la pobreza, entre otros factores, y la degradación urbana/ambiental.

Una atenta observación de esa mácula a todo lo largo del litoral del malecón en los momentos de grandes aguaceros se va agrandando con el paso del tiempo. Crece conforme se ensanchan la degradación urbana en el Gran Santo Domingo, el cual es una especie de isla, pues está prácticamente bordeado por ríos y mar. Inicialmente era una mancha de agua turbia, pero en la medida que se acentúa el crecimiento espacial y poblacional de esta gran urbe y con el fenómeno de los sargazos, el problema se ha hecho más grave y recurrente. Pero, no es sólo por esto, sino también por el incremento poblacional en zonas de sectores de altos y medianos ingresos y de gran diversidad de actividades productivas, formales e informales cuyos residuos terminan en los ríos.

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