Deutsche Bank y UBS se hunden en bolsa mientras el riesgo de impago de su deuda subordinada se dispara
EL ECONOMISTA. Las acciones de Deutsche Bank y UBS han caído con intensidad este viernes en el Dax 40 y la bolsa de Suiza, avivando los miedos a que se produzca un contagio financiero tras los graves problemas de Credit Suisse. Estas turbulencias parecían haberse resuelto con la adquisición de la entidad por parte de su rival UBS y las líneas de liquidez extendidas por el Banco Nacional de Suiza. Sin embargo, los temores de crisis financiera vuelven a reaparecer este viernes en los parqués del Viejo Continente. El Ibex 35 también se ha desplomado con fuerza, arrastrado por la banca española. Ante tanta caída en los mercados, Christine Lagarde, presidenta del BCE, ha vuelto a lanzar un mensaje de calma, asegurando que están «plenamente equipados» para inyectar liquidez y aliviar las necesidades de la banca. Los analistas subrayan que «Deutsche Bank no es el próximo Credit Suisse».
Pese a las buenas intenciones del BCE, los bancos siguen cayendo a plomo. Los títulos de la entidad alemana han llegado a perder hasta un 14%, lo que ha llevado a Deutsche Bank a la zona de los 8,15 euros por acción, mínimos desde octubre. Al cierre de la jornada, el desplome ha sido del 8,53%, hasta los 8,54 euros. La caída acumulada desde que comenzaron las turbulencias supera el 20%, algo que no es casual, puesto que Deutsche Bank lleva años sufriendo problemas de rentabilidad y algunos años pérdidas (también es cierto que en 2022 ganaron 5.000 millones de euros). Además, la entidad germana está en la lista de bancos sistémicos globales, too big to fail.
El caso de UBS
Aunque el pánico bancario es generalizado, hay que matizar que las caídas de UBS (-3,55%) y Credit Suisse (5,19%) se deben en mayor medida por la investigación abierta por la Justicia de EEUU en el marco del cumplimiento de las sanciones económicas impuestas a Rusia, que incluían la congelación de las inversiones y activos de ciertos oligarcas rusos cercanos a la órbita de Vladimir Putin, presidente de Rusia. Las citaciones judiciales tienen como objetivo explicar a las autoridades sus actividades con sus clientes de origen ruso.
Aunque el pánico generalizado puede estar detrás de la corrección de las acciones de UBS y Credit Suisse (han llegado a caer hasta un 7%), esta citación judicial abre la puerta que EEUU multe a ambas entidades si se prueba que ayudaron a los oligarcas rusos a mover su dinero fuera del alcance de las autoridades americanas.
Más allá de este particular que afecta a las dos entidades suizas, la gran ‘tormenta’ sigue por el mismo lado. Parecía que la compra de Credit Suisse por parte de UBS calmaría las aguas, pero no ha sido así. Como ha sucedido en otras ocasiones similares, cuando alguien intente salvar a una ‘manzana podrida’, lo que ocurre es que el salvador también termina enfermando.
Lo ocurrido con la adquisición de Credit Suisse por parte de UBS, que se saldó con la amortización anticipada de los bonos de mayor riesgo para indignación de sus tenedores, que se vieron pisoteados al observar cómo los accionistas -habitualmente más perjudicados en el orden de prelación- sí se llevaron algo de dinero ha agitado el tablero financiero. Aunque los reguladores de la Eurozona y los británicos salieron al paso asegurando que ese escenario no se iba a dar con sus bancos, las dudas están lejos de disiparse, sobre todo en los bancos con más interrogantes.
En un informe publicado por JP Morganesta misma semana se hacía referencia a las posibles turbulencias a las que se iba a enfrentar la deuda subordinada de Deutsche Bank en los mercados tras el caos financiero en EEUU y Europa. «En nuestra opinión, el proceso de eliminación de riesgos podría seguir siendo muy desafiante, lo que significa que los diferenciales bancarios al menos seguirán siendo amplios«, aseguran los analistas de JP Morgan. En EEUU, la banca mediana y pequeña se enfrenta a una salida masiva de depósitos que tiene en el First Republic Bank su mayor representante.
«La deuda subordinada son títulos valores de renta fija con rendimiento explícito emitidos normalmente por entidades de crédito que ofrecen una rentabilidad mayor que otros activos de deuda».
Sin embargo, según las leyes financieras implícitas, esta mayor rentabilidad se logra a cambio de perder capacidad de cobro en caso de extinción y posterior liquidación de la sociedad, ya que el cobro de esta deuda solo se produciría una vez que liquidada la entidad hayan recibido su inversión los bonistas senior (bonos ordinarios). Los accionistas son siempre los que se llevan la peor parte (los primeros en perder su capital), mientras que Hacienda, primero, y los bonistas senior, después, son los que se encuentran en mejor posición para recuperar su dinero una vez que se hayan liquidado los activos de la entidad.
Un vistazo a lo que han hecho entre este jueves y este viernes los swaps de incumplimiento crediticio (CDS por sus siglas en inglés) en algunos grandes bancos habla por sí mismo. Según Noel Hebert, analista de Bloomberg Intelligence, «la evolución de los precios puede indicar que los inversores mantienen la cautela en torno a los bancos y desean protegerse contra un posible contagio». Los swaps a este nivel «pueden parecer una cobertura atractiva frente a la continua incertidumbre bancaria», explica Hebert.
En el caso de los CDS subordinados a 5 años de Deutsche Bank, el aumento ha llegado desde los 234 puntos básicos de la primera semana de marzo, antes del colapso de SVB, hasta los 490 este jueves, el máximo desde el 12 de marzo de 2020, según ICE Data Services. La probabilidad implícita de impago del mercado de CDS en los próximos cinco años supera el 27%
Los bonos de Deutsche Bank también sufren. Sus bonos perpetuos de Capital Adicional 1 (AT1), como los amortizados en la compra de Credit Suisse, con un cupón del 7,5%, caían este jueves hasta los 73,5 centavos por dólar desde los 81 de la jornada previa.
A lo largo del día ha trascendido que, en medio de la marejada, Deutsche Bank ha decidido amortizar anticipadamente un bono subordinado de nivel 2. Según los analistas, esta decisión debería ser una señal tranquilizadora para los mercados, pero los inversores han podido intuir cierta precipitación del banco a la hora de anunciar una amortización el primer día del período de un mes que tenían para anunciarla. De hecho, el precio se acerca al dólar, su valor nominal.
El terremoto tras lo ocurrido con los bonistas de Credit Suisse ha disparado el coste de refinanciación de la deuda en todo el mundo. Eso ha hecho que ejercer una opción de compra sobre los bonos para sustituirlos por otros nuevos resulte menos atractivo. No refinanciar la deuda y pagar el cupón preacordado más alto puede resultar más barato. De ahí que pueda sorprender la decisión del banco alemán.
Este bono subordinado de nivel 2, que vence en 2028, se había desplomado desde algo más de 98 centavos de dólar justo antes de la implosión del Silicon Valley Bank (SVB) hasta un mínimo de 88 centavos tras lo ocurrido con Credit Suisse. Aunque la cotización se había recuperado en los últimos días, seguía indicando niveles de alrededor de 94. Eso sugería una probabilidad significativa de que Deutsche Bank se saltara su opción de compra.
La notificación de amortización anticipada se ha producido el primer día en que el prestamista tenía derecho a anunciarla. Los pagarés son rescatables el 24 de mayo y el prestatario podía haber anunciado un rescate con entre 30 y 60 días de antelación, según las condiciones del bono.
En Europa, los rendimientos de los bonos AT1 de los bancos (Aditional Tier 1, Capital Adicional 1) –también denominados CoCos (contingentemente convertibles en acciones)- siguen siendo unos tres puntos porcentuales más altos que antes de que comenzaran las turbulencias bancarias, según muestran los datos recopilados por Bloomberg. Estos bonos AT1 son un tipo de instrumento de deuda perpetua que tiene el seniority más bajo de todos estos instrumentos. Es decir, es el instrumento de deuda con mayor riesgo para el acreedor (el inversor que compra el bono).
Al contrario de lo que ha decidido Deutsche Bank, la actual situación ha hecho que dos bancos alemanes se vayan a saltar esa suerte de ‘tradición’ que es aprovechar la ventana de amortización. Deutsche Pfandbriefbank se ha convertido en el primer prestamista europeo en saltarse una opción de compra de bonos AT1 este año. El especialista inmobiliario culpa a las condiciones del mercado y a los costes económicos en su decisión de renunciar a la opción sobre 300 millones de euros de los pagarés el mes que viene, según un comunicado.
Por su parte, Aareal Bank, otro prestamista regional, ha dicho que asumía que sus AT1 no serían rescatados, aunque añadiendo que aún no se había tomado una decisión definitiva. «La refinanciación de bonos AT1 sería un ejercicio extremadamente difícil en el contexto actual del mercado», explica Suvi Platerink Kosonen, analista de crédito bancario de ING. «Los mercados están valorando actualmente una probabilidad muy alta de que se amplíen los rendimientos de las notas AT1, y para que esto cambie el sentimiento del mercado tendría que mejorar sustancialmente».
Un banco enfermo
Aunque es cierto que en los tres últimos años el banco alemán ha vuelto a los números verdes en sus resultados, Deutsche Bank arrastra una losa muy pesada: las pérdidas milmillonarias de 2019, que fundieron los beneficios de años.
Deutsche Bank, el primer banco comercial privado de Alemania, tuvo en 2019 una pérdida neta atribuida de 5.718 millones de euros, frente a los 52 millones de euros perdidos en 2018, debido a los costes de la reducción de personal. La entidad informó ese año de que los ingresos netos cayeron un 8% mientras que los gastos no relacionados con intereses subieron hasta 25.076 millones de euros, un 7% más, por los gastos de reestructuración. Desde entonces, cada vez que ha habido turbulencias en la banca, Deutsche Bank se ha convertido en una de las dianas favoritas de los bajistas.