Efectos colaterales de la polarización política: La lucha de clases
Por Juan Carlos Espinal.
Dado el hartazgo de amplios segmentos de la sociedad Dominicana, los movimientos sociales, las izquierdas, los medios de comunicación alternativos y la oposición política se vinculan instalando un nuevo relato.
Tan pronto como la mega-crisis estructural que padece la sociedad Dominicana se instaló en el imaginario de la opinión pública nacional se percibió que ésta fue provocada por el agotamiento del modelo económico neoliberal, el azote de los más de 550 días en la pandemia COVID-19 y las falencias acumuladas del sistema de concentración de capitales que obligó al al movimiento social a reflexionar sobre la necesidad de construir coaliciones populares de carácter ciudadano que co-ayudarán a enfrentar el vaticinio apocalíptico de los economistas del Banco Central.
En forma rápida, el ciudadano común entendió que el sabotaje de las minorías dominantes a las conquistas sociales provenía de los acuerdos del gobierno del presidente Abinader bajo la tutela del FMI.
El panorama de la deuda pública es tan desolador que la situación de calamidad que ahoga las instituciones nacionales agobia las esperanzas del tejido social, que ya antes de la actual crisis de la desigualdad, determinó con claridad los caminos posibles hacia inciertos escenarios. De manera que la sociedad Dominicana ahora se divide en dos grupos polarizados:
A) Aquellos que se mantienen bajo los privilegios de la clase económica gobernante.
B) Y los demás quienes buscan caminos seguros en la defensa del Estado de Derecho, el crecimiento económico y el desarrollo humano.
No obstante, las mayorías empobrecidas a causa del modelo económico vigente que deberían elegir un mejor destino en vez de resignarse a un futuro fatalista, continúan buscando una salida alternativa a tanta incertidumbre.
Una respuesta alentadora proviene de los sectores centristas de la sociedad civil organizada, los medios de comunicación alternativos, los sectores productivos Pymes y los movimientos sociales incorporados, respaldados por diversas organizaciones populares de izquierdas qué buscan afianzar el pensamiento crítico y empiezan a generar fórmulas de consenso electoral en procura de iniciativas coherentes opuestas al modelo depredador vigente, que condena a millones de personas a la falta de empleo decente, al hambre, la pobreza y la exclusión.
Con el respaldo decidido de amplios segmentos de las Iglesias cristianas, Colectivos de Artistas, Gremios de profesionales, Federaciones de Campesinos, Centrales Nacionales de Trabajadores de la Prensa, Bloques de partidos políticos no reconocidos y asociaciones de productores agropecuarios, con el acompañamiento de amplios grupos de redes sociales, avanzan hacia la constitución de organizaciones y fuerzas sociales que privilegian la defensa del Estado nacional debilitado por varias administraciones gubernamentales que sobredimensionaron la corrupción, el peculado, el dolo y el expolio de los bienes patrimoniales.
Sin duda, el movimiento social Progresista continúa dando pasos concretos en la dirección correcta para encarar los retos de su futuro político inmediato, en momentos en que la falta de liderazgo y la ausencia de propuestas transformadoras escriben su epitafio en un momento crucial de la historia.
La ciudadanía más comprometida con la estabilidad del país ve necesario salir del atolladero sistémico.
No obstante, sin una lectura precisa del momento, sin una comprensión integral de la realidad socioeconómica será difícil encarar los retos geopolíticos que de manera local se expresan agobiando a la gente.
Para la oposición política consciente de la necesidad de una transformación no basta con tener razón, sino que se hace necesario adoptar un programa unitario de luchas reinvindicativas.
Es preciso entender que las principales reivindicaciones de los trabajadores del país están en juego y es indispensable hacer comprender a algunos sectores de las clases sociales más privilegiadas que el colaboracionismo oficialismo-oposición conspira para evitar que se produzca un gran pacto social transformador desde abajo.
Urge tomar conciencia del desafío que enfrenta este país y demostrar la suficiente madurez para entender que está sociedad jamás avanzará por la vía que actualmente sustenta el estatus quo.
Que se necesita unidad monolitica de todos los dominicanos y que la estrategia patriótica para derrotar a los influyentes grupos de las derechas políticas pasa por entender las consecuencias de la dispersión de los indecisos, el ausentismo del abstencionismo y la rivalidad de las élites de la oposición política dominicana.

