El conflicto de Gaza desafía la unidad de los demócratas

Caroline Conejero.

Foto: Biden y Netanyahu, durante su reunión en septiembre de 2023. / YouTube (abc7NY)

Con su política de apoyo incondicional a Israel, Biden pone en peligro su reelección y la supervivencia misma del Estado democrático, amenazado por un creciente autoritarismo.


El conflicto de Israel en Gaza ha encendido la mecha de la división en el Partido Demócrata entre las alas conservadora y progresista que, hasta ahora, mantenían una suerte de pax romana para sostener la escuálida mayoría del partido en el Senado, que ha permitido frenar el bloqueo republicano y aprobar la agenda legislativa de Biden durante estos tres últimos años.

Pero el malestar por la brutalidad de la guerra ha trascendido las tradicionales líneas ideológicas y ha profundizado las fracturas étnicas y culturales que ya existían en el puzle demócrata, cuyas amplias implicaciones políticas entran en juego en un difícil y crucial año electoral.

Si por un lado judíos, árabes y musulmanes progresistas han trazado la línea roja en el atroz número de víctimas (que asciende ya a más de 25.000), los demócratas conservadores, aliados del lobby israelí, han alzado el grito de guerra contra los que cuestionan la incondicionalidad del apoyo militar a Israel de la Administración Biden.

Así las cosas, la semana pasada, el veterano senador progresista Bernie Sanders puso a prueba al establishment del Senado al forzar la votación de una medida legislativa dirigida a condicionar la ayuda a Israel a una verificación de violaciones de derechos humanos y de acuerdos internacionales. “Israel tiene absolutamente derecho a defenderse, pero no a cometer genocidio”, dijo Sanders.

Sanders puso a prueba al establishment del Senado al forzar la votación de una medida para condicionar la ayuda a Israel

La medida, la primera de este tipo, resucitaba una disposición de la Ley de Ayuda Exterior de 1961, que permite al Congreso supervisar la asistencia militar del Gobierno y que habría obligado al Departamento de Estado a emitir un informe en 30 días sobre las violaciones de derechos humanos de la ofensiva militar israelí en Gaza.

Sabiendo que la medida no tenía los votos para pasar (72 en contra y 11 a favor), Sanders utilizó la votación para abrir el debate sobre la incondicionalidad y obligar a los senadores a hacer públicas sus posiciones.

En el otro lado de la bancada demócrata, el líder de la mayoría en el Senado, el más conservador y también judío, Chuck Schumer, cerró filas con la Casa Blanca en oposición a la resolución, en un momento en que la Administración Biden busca la aprobación en el Congreso de 14.000 millones de dólares adicionales a los 3.800 millones de asistencia de seguridad que se otorgan a Israel anualmente.

En la Cámara de Representantes también ha habido movimiento.

En un paso sin precedentes, Hakeem Jeffries, jefe de la minoría demócrata de la Cámara, anunció su respaldo a la progresista Summer Lee, que se enfrenta a una dura reelección en 2024 y está en el punto de mira de los ataques del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (AIPAC) y otros grupos de presión proisraelíes por sus declaraciones a favor de los palestinos.

El apoyo a Lee, que incluye también el del presidente del caucus demócrata, Pete Aguilar, y la adjunta de Jeffries, Katherine Clark, supone la primera vez que el liderazgo demócrata de la Cámara se pronuncia en una dirección opuesta al lobby israelí, acostumbrado al apoyo total de todos los miembros.

Jeffries ya respaldó el pasado agosto a la congresista musulmana Ilhan Omar, miembro del llamado Escuadrón del grupo progresista, cuando el AIPAC reclutaba candidatos para desafiarla en noviembre por sus críticas a Israel y su apoyo abierto a los palestinos.

Por su parte, la jefa del grupo progresista, Pramila Jayapal, emitió una declaración en respuesta a Netanyahu, que, liberado ya de pretextos, ha puesto por fin todas las cartas sobre la mesa: su Gobierno ejercerá control completo para siempre en todo el territorio al oeste del río Jordán, un plan en el que la soberanía palestina no tiene cabida.

Jayapal –que representa a 103 progresistas (casi la mitad del total (213) de demócratas de la Cámara), más el senador Sanders– señaló en una declaración en vídeo que la postura del primer ministro israelí “debería llevar a replantearnos nuestra relación de apoyo incondicional a su Gobierno”.

Simultáneamente, un grupo de 15 miembros judíos, que incluye moderados y progresistas de alto ranking como Jamie Raskin, Jerry Nadler, Adam Schiff y Elissa Slotkin, emitieron un comunicado el 19 de enero en el que señalaban “no estar de acuerdo con el primer ministro” de la nación predominantemente judía. La declaración seguía exponiendo que “el camino a seguir es una solución de dos Estados”.

La ecuación política sobre el tema de Gaza sólo se entiende al sopesar el prominente papel que ejercen los grupos de presión proisraelí, especialmente el poderoso Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí, cuyas vastas transfusiones de dinero en el tablero electoral nacional pueden suponer la victoria o la ruina de un candidato al Congreso.

Aunque los grupos de interés forman parte habitual del espacio político de Washington, el lobby israelí, a través de su PAC (Comité de Acción Política), excede a la mayoría en el volumen de donaciones a legisladores: más de 58 millones de dólares en el último ciclo electoral de 2022, una cantidad que supera las donaciones de la industria del petróleo y el gas juntos.

El lobby israelí donó más de 58 millones de dólares a legisladores en el último ciclo electoral de 2022

Según una investigación del diario The Guardian, los congresistas que declararon su apoyo durante las primeras seis semanas de la guerra de Gaza recibieron en las últimas elecciones un promedio de 125.000 dólares por parte de grupos de lobby e individuos proisraelíes. Mientras que los legisladores que expresaron opiniones más pro-palestinas sólo recibieron un promedio de 18.000 dólares de estos grupos.

El AIPAC, que define cualquier crítica a Israel como antisemitismo, desembolsa enormes cantidades de dinero en las campañas primarias para derrotar a legisladores que critican a Israel, con independencia de la agenda política del candidato.

Así, en 2022, el AIPAC respaldó a más de 100 candidatos del extremismo MAGA (Make America Great Again) al Congreso, entre los que había republicanos con vínculos con grupos supremacistas blancos y congresistas que intentaron bloquear la victoria electoral de Joe Biden, porque entiende que la defensa de Israel contra las crecientes críticas a su opresión de los palestinos prevalece sobre otras consideraciones.

El AIPAC y su aliado Mayoría Democrática de Israel (DMFI) han intensificado los ataques contra los legisladores progresistas que trataron de aprobar una resolución de alto el fuego y votaron en contra de la ayuda a Israel que no mencionaba a los palestinos asesinados.

En este año electoral, el AIPAC planea gastar más de 100 millones contra los progresistas, incluida Rashida Tlaib, miembro del Escuadrón y la única palestina del Congreso.

En su nuevo libro El Escuadrón: AOC (Alexandria Ocasio-Cortez) y la esperanza de una revolución política, el periodista del Intercept Ryan Grim expone que “la enorme influencia del AIPAC en las campañas nacionales viene acompañada de ‘una amenaza implícita’”, refiriéndose a las donaciones que se ofrecen a los candidatos. Un dinero que si no se acepta “se seguirá gastando, pero en contra de ellos”, dice.

La división sobre el tema de Gaza se extiende también al electorado y a los donantes políticos al Partido Demócrata.

La posición de Biden de ayuda incondicional a Israel ha enfurecido tanto a la comunidad demócrata judía como a la árabe y musulmana, éste último un electorado que, a pesar de representar sólo el 1% de la población, en 2020 fue fundamental en estados clave como Michigan, donde el presidente ganó por sólo 150.000 votos.

Una encuesta de octubre mostró un desplome del 59% al 17% en el apoyo de demócratas árabes y musulmanes a Biden, y en Michigan, más de dos tercios del electorado declaró que planea votar en contra del presidente.

Por su parte, los principales donantes del partido han anunciado su intención de reemplazar a los críticos con Israel, especialmente al grupo de las congresistas del Escuadrón: Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar, Ayanna Pressley y Rashida Tlaib, que en octubre se atrevieron a proponer una resolución de alto el fuego.

Los principales donantes del partido han anunciado su intención de reemplazar a los críticos con Israel

Donantes como el multimillonario Reid Hoffman, que financia el PAC Demócratas Mainstream, está considerando asociarse con el AIPAC y el DMFI para consolidar esfuerzos.

También el financiero superdonante demócrata Bill Ackman, arquitecto de la salida de la presidenta de Harvard, Claudine Gay, por permitir las críticas contra Israel en el campus universitario, está considerando apoyar las campañas de candidatos republicanos e incluso de Trump, molesto por el intento de Biden de poner frenos a la ofensiva de Israel en Gaza.

El astuto Netanyahu –que, como Trump, aunque con diferencias, lucha por su futuro político para librarse de su propio acoso judicial– ha logrado llevar al anciano presidente Biden a una encerrona política y bélica que no solo pone en peligro su reelección en noviembre, sino también la supervivencia misma del Estado democrático, amenazado por el creciente autoritarismo.

Biden –que recientemente se declaró sionista sin saber muy bien qué significa–, tras cinco décadas en Washington, sabe algo sobre supervivencia política. El veterano demócrata entiende muy bien que, en el fondo, el AIPAC (y sus aliados) actúa como un subsidiario caballo de Troya de Netanyahu y que cualquier paso en falso podría costarle las elecciones.

En su cálculo de invertir gran parte de su capital político en el apoyo incondicional a Israel, Biden ha envuelto al país en dos guerras regionales de facto, y se ha granjeado el título de co-conspirador en la demanda internacional de genocidio en la Corte Internacional de Justicia.

Y aunque para la mayoría de los electores estadounidenses todo ello quizá no cuente tanto a la hora de decidir su voto, la realidad es que Gaza complica su ya escasa capacidad de maniobra de cara a noviembre.


*Caroline Conejero es periodista de Internacional en Nueva York

Fuente: Ctxt

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