El declive de swift: como las potencias mundiales están escapando de la trampa del dólar
Aidan J. Simardone.
Ilustración: The Cradle
EE.UU. armó el SWIFT para castigar a sus enemigos, pero ahora tanto aliados como adversarios están construyendo vías de escape del sistema financiero mundial dominado por el dólar.
La utilización de las finanzas globales como arma se ha convertido en una piedra angular de la política exterior de Estados Unidos. Un elemento central de esto ha sido el control que ejerce Washington sobre la Sociedad para las Comunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT), un servicio de mensajería financiera que antes se consideraba una plataforma neutral, pero que ahora se utiliza abiertamente para imponer sanciones occidentales y aislar a los adversarios.
Mientras el presidente estadounidense Donald Trump amenazaba con castigos económicos a los países que abandonaran el dólar, sus primeros 100 días en el cargo registraron la mayor caída de la moneda desde la era Nixon.
Ese momento simbólico coincidió con un cambio global ya en marcha: un esfuerzo acelerado de las naciones por reducir su dependencia de la infraestructura financiera controlada por Estados Unidos.
En la actualidad, una coalición creciente de Estados -algunos sancionados, otros simplemente cautelosos- se está alejando del dólar estadounidense y de la red SWIFT, adoptando nuevos sistemas financieros que prometen operar fuera del alcance de Washington.
Una herramienta de guerra económica
SWIFT no es un banco ni un procesador de pagos; es una plataforma de mensajería que permite a las instituciones financieras enviar instrucciones de transacciones seguras a través de las fronteras.
Su principal atractivo reside en su velocidad, su encriptación y su adopción y estandarización casi universales. Los bancos de distintos países, que operan en diferentes idiomas y divisas, confían en ella desde hace tiempo para hacer negocios sin problemas.
Esa imagen sufrió un golpe en 2006, cuando se reveló que SWIFT había proporcionado discretamente datos de transacciones a la CIA y al Tesoro estadounidense como parte del Programa de Seguimiento de la Financiación del Terrorismo (TFTP). Esa vigilancia continúa, y la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) vigila hoy los mensajes de SWIFT.
Luego llegó 2012, cuando los halcones bipartidistas de Unidos contra el Irán Nuclear (UANI) presionaron a SWIFT para que cortara los lazos con Teherán, acusando al país de violar las sanciones tanto de EE.UU. como de la UE.
SWIFT cumplió rápidamente. Sin embargo, cuando los activistas palestinos exigieron que se hiciera lo mismo con Israel por los crímenes de guerra, la campaña fue ignorada.
Con el precedente sentado, SWIFT expulsó a Corea del Norte en 2017 y a Rusia en 2022.
El mensaje era claro: SWIFT ya no era neutral. Era una herramienta de guerra económica.
Surge una nueva arquitectura
Quedarse fuera de SWIFT puede paralizar una economía de la noche a la mañana. Los bancos quedan aislados, incapaces de enviar o recibir pagos incluso con socios no occidentales. El comercio se paraliza. Pero la táctica está resultando contraproducente.
Después de que Occidente amenazara con desconectarla tras la anexión de Crimea en 2014, Rusia desarrolló su propia plataforma: el Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS), lanzado en 2017. En la actualidad, el SPFS incluye 177 instituciones extranjeras de 25 países.
Irán, que anunció en 2023 que había comenzado a integrar los sistemas de comunicación y transferencia interbancaria con Rusia, está trabajando en su propia infraestructura de mensajería financiera, conocida como Gestión Automatizada de Divisas e Informes de Cambio (ACUMER).
Pero el mayor desafío para SWIFT no procede de los Estados sancionados, sino de las potencias emergentes que anticipan una futura hostilidad estadounidense.
China lanzó el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS) en 2015. Aunque sigue utilizando SWIFT para muchas transacciones, CIPS tiene su propiacapa de mensajería, lo que permite un comercio sin fisuras con Rusia y otros socios. Cerca de 4.800 bancos participan ahora en CIPS, aproximadamente la mitad del total de SWIFT, a pesar de tener menos de una década de antigüedad.
Reconociendo la necesidad de una alternativa transfronteriza unificada, el bloque BRICS comenzó a desarrollar «BRICS Pay» en 2018. Con el bloque superando ahora al G7 en tamaño económico, los países BRICS representan más de un terciode la economía mundial.
BRICS Pay inició los pagos piloto en 2019 y recibió el pleno respaldo de China en octubre de 2024. Aunque aún se encuentra en fase piloto, su escala potencial lo convierte en el rival más serio de SWIFT hasta la fecha.
Salida rápida para el dólar
Pero el alejamiento de SWIFT ya no se limita a los adversarios de Estados Unidos.
En 2022, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) – un bloque de 10 estados en gran parte amigos de EE.UU. que cuenta con 600 millones de personas – lanzó la iniciativa de Conectividad Regional de Pagos (RPC). Aprovecha los sistemas nacionales de pago en tiempo real como PayNow de Singapur y PromptPay de Tailandia para permitir las transferencias directas sin depender de SWIFT.
Anteriormente, las transacciones transfronterizas entre los estados de la ASEAN requerían la conversión a y desde dólares estadounidenses.
Por ejemplo, si alguien envía dinero de Singapur a Filipinas, los dólares de Singapur se convertían en dólares estadounidenses, y luego los dólares estadounidenses se convertían en pesos filipinos. Con el RPC, estas conversiones se obvian, lo que reduce los costes y aumenta la eficacia.
Ese mismo año, la Unión Africana lanzó el Sistema Panafricano de Pagos y Liquidación (PAPSS), que también se salta el SWIFT y el intermediario del dólar.
Esta revolución silenciosa entre los socios de Washington señala un cambio más profundo: incluso los aliados desconfían de la politización de SWIFT.
Romper el monopolio
A pesar de esta tendencia, SWIFT no desaparecerá mañana. Muchas instituciones lo utilizan junto con otras alternativas para maximizar el acceso al mercado.
Pero la difusión de nuevos sistemas de mensajería ofrece a los países opciones sin precedentes para afirmar su soberanía económica.
En 2012, Irán tenía que recurrir al trueque y al contrabando de oro para eludir las sanciones. Hoy, puede comerciar con China a través del CIPS y con Rusia a través del PESA. A medida que más Estados adoptan sistemas similares, el impacto de cualquier prohibición futura de SWIFT se reduce significativamente.
Esto socava los principales atractivos de SWIFT. ¿Seguridad? Comprometida por el espionaje estadounidense y el hackeo al Banco de Bangladesh en 2016, donde se robaron 81 millones de dólares. ¿Rapidez? Superada por sistemas en tiempo real como RPC y PAPSS. ¿Universalidad? Se desvanece con cada país expulsado de la red.
La verdadera fuerza de SWIFT reside en su efecto de red: funciona porque todo el mundo lo utiliza. Pero con cada desconexión por motivos políticos, esa red se reduce.
En cambio, el CIPS chino no tiene antecedentes de sanciones amplias, lo que lo convierte en una apuesta más segura para los Estados que buscan estabilidad financiera.
El agarre del dólar se afloja
El declive de SWIFT va de la mano del debilitamiento del papel global del dólar estadounidense. Dado que SWIFT actúa como guardián, Washington puede castigar a cualquier país que intente deshacerse del dólar en sus transacciones.
Pero una vez que los sistemas alternativos eliminan ese apalancamiento, los países pueden explorar otras divisas comerciales. Además, las plataformas en tiempo real como RPC reducen por completo la dependencia de las divisas intermediarias.
China y Arabia Saudí están explorando ahora el comercio basado en el renminbi. Ese cambio habría sido impensable en la época del apogeo de SWIFT, dominada por el dólar.
Por supuesto, la supremacía financiera estadounidense no desaparecerá de la noche a la mañana. Pero el rápido auge de los sistemas de mensajería paralelos demuestra que las potencias mundiales – tanto adversarias como aliadas – están trazando caminos para salir de la órbita financiera de Occidente.
Traducción nuestra (Observatorio de Trabajdor@s en Lucha)
*Aidan J. Simardone es abogado y escritor especializado en inmigración y tiene un máster en Asuntos Globales. @AidanSimardone
Fuente original: The Cradle