El enfrentamiento entre India y Pakistán: ¿ quién aviva las llamas nucleares?

F. M. Shakil.

Ilustración: The Cradle

En medio de las crecientes tensiones entre la India y Pakistán, ambos países con armas nucleares, un ataque mortal perpetrado por fuerzas desconocidas en Cachemira ha desencadenado una peligrosa cadena de acontecimientos que ha involucrado a las potencias mundiales y ha llevado a la región al borde de la guerra, lo que plantea preguntas sobre quién se beneficiaría del conflicto.


En una región que ya se encuentra al borde del abismo, los últimos actos violentos en la Cachemira ocupada por la India han intensificado un conflicto que dura ya décadas entre la India y Pakistán, ambos países con armas nucleares.

El ataque, que tuvo como objetivo a turistas indios en el valle de Pahalgam y causó la muerte de 26 personas, se ha convertido rápidamente en un enfrentamiento military diplomático.

Con la India y Pakistán intercambiando acusaciones y medidas de represalia, crece la posibilidad de un conflicto a gran escala, especialmente ahora que actores externos como Estados Unidos e Israel se ciernen sobre la situación, cada uno con sus propios intereses en avivar o contener la crisis.

Cachemira: el punto álgido del sur de Asia

Una red de conspiraciones y sospechas rodea el incidente de Cachemira, con lagunas que complican la versión oficial. El ataque de Pahalgam plantea interrogantes sobre la coincidencia con la visita del vicepresidente estadounidense JD Vance a la India, que se produjo mientras el primer ministro indio, Narendra Modi, se encontraba en la ciudad portuaria saudí de Yeda, en el mar Rojo, una visita que se vio interrumpida de forma abrupta.

Los expertos advierten de que los únicos beneficiarios de este conflicto serán los fabricantes de armas, los grupos de presión del Pentágono y los inversores de Wall Street. Sus motivos son claros:

mantener el dólar fuerte, apuntalar la maltrecha economía estadounidense y, lo que es más importante, mantener la tensión entre la India y China.

Igualmente, preocupantes son los crecientes lazos en materia de defensa entre la India e Israel, que se han intensificado en los últimos años. Si bien no hay pruebas concluyentes de que se haya desplegado personal militar israelí en Cachemira, el apoyo estratégico de Tel Aviv a la India, especialmente en el ámbito de la defensa y la tecnología militar, está bien documentado.

A medida que la India refuerza su capacidad militar, recurre cada vez más a armas y sistemas de defensa de fabricación israelí, lo que alinea aún más a ambos países en cuestiones clave de seguridad.

A la luz de esto, el senador Irfan Siddiqui, del partido opositor PML-N de Pakistán, acusó recientemente al primer ministro indio Modi de seguir una política al estilo israelí en Cachemira. El 26 de abril, Siddiqui comparó el enfoque de Modi con la represión de los palestinos en Gaza, afirmando que la India estaba tratando de transformar Cachemira en ‘otra Gaza’.

Criticó al Gobierno indio por replicar las políticas de control y represión del Estado ocupante en Cachemira, en particular tras la controvertida revocación del artículo 370en 2019.

Esta creciente alineación entre la India e Israel, junto con la creciente militarización de Cachemira, tiene implicaciones de gran alcance para la dinámica de seguridad de la región.

Abdullah Khan, director general del Instituto Pakistaní de Estudios sobre Conflictos y Seguridad (PICSS) en Islamabad, declara a The Cradle que el grupo militante The Resistance Front (TRF), al que la India culpa del atentado, ha negado su participación. Afirma que la reivindicación de la autoría fue el resultado de una intrusión cibernética por parte de los servicios de inteligencia indios. Según Khan:

La paz en el sur de Asia está en juego y es necesaria una investigación independiente y exhaustiva para determinar quién es el verdadero culpable. El término ‘escalada militar’ se utiliza en un contexto diplomático, ya que la India no ha exigido un acuerdo de alto el fuego a lo largo de la Línea de Control [LOC] desde 2021 y, a pesar de todo el patriotismo de los medios de comunicación indios, Nueva Delhi aún no ha insinuado que vaya a llevar a cabo ataques militares.

El catalizador de la escalada

El 22 de abril, los atacantes se infiltraron en el valle de Pahalgam y mataron a 26 turistas indios tras identificar su afiliación religiosa. La rápida respuesta de la India, que culpó a Islamabad sin ofrecer pruebas públicas, ha desencadenado una tormenta de medidas diplomáticas.

Nueva Delhi ha suspendido acuerdos fundamentales, como el Tratado del Agua del Indo (IWT), ha rebajado el nivel de las relaciones diplomáticas y ha revocado los visados a los ciudadanos pakistaníes. Khan explica:

En cuanto a la suspensión del Tratado del Agua del Indo, la gestión diplomática india no hace referencia al IWT. Desde 2021, los comisionados del agua del Indo no han convocado ninguna reunión, lo que ha dado lugar a una suspensión de facto del IWT. No obstante, si la India aplicara medidas tangibles para detener el flujo de agua, podría precipitar el conflicto, ya que Pakistán ha declarado inequívocamente que tales acciones se considerarían un acto de guerra.

Pakistán respondió a las medidas indiasrevocando los visados de los ciudadanos indios y calificando las acciones de la India de ‘irresponsables’. Islamabad suspendió todos los acuerdos comerciales con la India, restringió el acceso de los aviones indios a su espacio aéreo y prohibió las transacciones comerciales realizadas a través de terceros países.

Las medidas de represalia de Nueva Delhi, aunque severas, también tienen una gran carga política. Estas medidas no solo tenían por objeto castigar a Pakistán, sino también enviar un mensaje a la opinión pública nacional e internacional.

Fuerzas externas que amplifican la crisis

Este ataque, que se produce en un momento en que la India y China estaban dando pasos hacia la reconciliación, echa más leña al fuego de una compleja situación geopolítica.

Las relaciones entre los dos gigantes asiáticos, ya tensas tras el enfrentamiento fronterizo de Ladakh en 2020, penden ahora de un hilo. El ataque de Pahalgam podría profundizar aún más las divisiones y provocar un cambio regional.

La conexión israelí también complica la cuestión. Los informes sobre la presencia militar israelí en Cachemira sugieren que hay factores externos que están avivando las llamas, lo que podría influir en la estrategia militar de la India.

Esto no es ninguna sorpresa, dada la creciente relación de la India con Israel en materia de defensa, que fractura aún más el frágil equilibrio de la región.

El primer ministro Modi acababa de comentar la mejora de las relaciones con Pekín, la primera vez en cinco años que un estadista indio se pronunciaba de forma positiva sobre China.

En una entrevista, Modi se mostró optimista sobre las relaciones de la India con su adversario histórico y subrayó la necesidad de una mayor cooperación entre Nueva Delhi y Pekín debido a los recientes acontecimientos en la disputada cuestión fronteriza, lo que indica un notable progreso.

Según él, las relaciones entre ambos países están experimentando importantes cambios estructurales.

Sin embargo, el momento en que se produjo el ataque parece diseñado para frustrar esos esfuerzos. Con la estabilidad de la región en peligro, el ataque plantea interrogantes sobre quién se beneficia en última instancia de esta escalada del conflicto.

La respuesta dura de la India: ¿estrategia o postureo?

La reacción de la India al ataque de Pahalgam fue rápida y decisiva, aunque no hay pruebas directas que vinculen a Pakistán con el asalto. El primer ministro Modi, que ya se enfrenta a cambios diplomáticos, se ve sometido a una enorme presión para adoptar una postura más dura. A pesar de la ausencia de pruebas claras, la India ha actuado con rapidez, posicionándose como potencia regional.

Los analistas sugieren que la retórica agresiva de la India tiene menos que ver con una escalada militar y más con una postura interna.

La India tiene una importante ventaja militar sobre Pakistán, pero ambos Estados poseen armas nucleares y un error de cálculo podría tener consecuencias devastadoras para ambos.

La fuerza de Pakistán reside en su poder terrestre y su ventaja geográfica, pero en un conflicto directo, la superioridad tecnológica de la India probablemente resultaría decisiva.

El Índice de Poder Global 2025 destaca las marcadas disparidades militares entre la India y Pakistán. El presupuesto de defensa de la India, 75 000 millones de dólares, supera con creces los 7600 millones de Pakistán. La flota aérea de la India cuenta con 2229 aviones, frente a los 1399 de Pakistán, y la India cuenta con 4201 tanques, mientras que Pakistán solo tiene 2627. La India también tiene una poderosa flota naval, que incluye dos portaaviones y 18 submarinos.

La represalia de Pakistán: una nación al límite

Pakistán, que ya se encuentra sumido en problemas internos —la militancia en Baluchistán y las dificultades económicas—, ha tomado represalias, revocando los visados indios y suspendiendo los acuerdos comerciales. A pesar de ello, expertos como Mansur Khan Masud, del Centro de Investigación FATA, creen que es poco probable que Pakistán intensifique aún más la escalada, según ha declarado a The Cradle:

No creo que vayan a abrir otro frente, a pesar de las dificultades para abordar los ya existentes, que están agotando la economía.

A pesar de su posición estratégica, el ejército pakistaní carece de la abrumadora superioridad aérea y naval de la India. Esto deja a Pakistán en una posición vulnerable, dependiendo más de la postura política que de la confrontación militar directa.

También afirma que es increíble que el grupo militante cachemir, inactivo durante años, haya resurgido de repente y llevado a cabo una operación masiva de gran repercusión en un centro turístico:

Realmente no consigo entender que las fuerzas de resistencia cachemiras tengan el potencial y la experiencia necesarios para llevar a cabo una operación tan sofisticada con tanta precisión y de una manera tan disciplinada y experta.

Khan cree que las fuerzas separatistas baluchis podrían haber llevado a cabo esta operación. Afirma que el asalto se asemeja mucho a las estrategias empleadas por los grupos militantes que operan contra Pakistán en Baluchistán, entre ellos el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA) y el Frente de Liberación de Baluchistán (BLF).

Khan señala que el modus operandi de los militantes baluchis consistía en identificar y asesinar a personas ajenas a la región, un patrón que se ha mantenido constante.

Sin embargo, sigue sin estar claro si la violencia fue una respuesta a la supuesta implicación de la India en Baluchistán o si formaba parte de un plan más amplio para presionar a Pakistán desde todos los frentes.

A medida que se intensifican las tensiones entre la India y Pakistán, es posible que los verdaderos beneficiarios no sean los países directamente implicados, sino las potencias externas con intereses creados en la región.

Estados Unidos, Israel y otros actores globales se beneficiarán del prolongamiento de la inestabilidad, ya sea a través del lucrativo comercio de armas o aprovechando la crisis para promover sus propias agendas estratégicas.

El futuro del sur de Asia pende de un hilo. Que la región se vea empujada hacia un nuevo conflicto o que prevalezcan las mentes más sensatas no solo determinará el destino del subcontinente, sino que podría tener profundas implicaciones para la estabilidad mundial.

Traducción nuestra


*F.M. Shakil es un escritor paquistaní que cubre temas políticos, medioambientales y económicos, y colabora habitualmente con Akhbar Al-Aan en Dubái y Asia Times en Hong Kong. Escribe extensamente sobre las relaciones estratégicas entre China y Pakistán, en particular sobre la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI), un proyecto de Pekín valorado en un billón de dólares.

Fuente original: The Cradle

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