El Estado y el pueblo ante el negocio de la salud
Por Ramón Antonio (Negro) Veras. Poco importa que un paciente tenga la necesidad de someterse a un pet/scan, indicado por un especialista de la medicina. La aseguradora se siente liberada de autorizarlo, bastando con decir “el seguro no lo cubre”.
Este escrito lo hago partiendo de vivencias, de las enseñanzas que he sacado de lo que he vivido como paciente, asegurado y de lo que he comprobado le ha ocurrido a incontables connacionales.
A los sectores, clases y capas sociales que en una sociedad injusta son víctimas de las iniquidades, hay que alumbrarlos, instruirlos para que aprendan a moverse en defensa de sus demandas; darles luz para que salgan del oscurantismo a que han sido condenados y puedan alcanzar la claridad.
I.- Su seguro no la cubre, palabra fatídica para los pobres
1.- Aquel pobre asegurado, a quien un médico le prescribe un medicamento, el empleado de la farmacia siguiendo las instrucciones de la aseguradora, impugna la receta bajo el alegato de que le falta una coma; la firma del galeno no es legible; el sello está borroso; la fecha no está clara, o que el nombre del patentizado no está escrito correctamente.
2.- En nuestro país, hay todo un conjunto de palabras que a los oídos de los más necesitados les llegan formando parte de un vocabulario para causarles pesadumbre y molestia, tal cual la combinación de sonido “no lo cubre”.
3.- Una vez un dominicano o una dominicana que no tiene lo necesario para vivir, se presenta con una receta médica a una farmacia, y el empleado o despachador le dice:”ese medicamento no lo cubre su seguro”, el enfermo desamparado se siente como un candidato a morir.
4.- Son millones los hombres y las mujeres del pueblo, que forman parte del ejército de desvalidos que, porque su seguro no les incluye, no tienen acceso a las medicinas de calidad indispensables para enfrentar su quebranto.
5.- Porque el seguro no los protege en el precio, los marginados sociales se ven expuestos a aceptar con resignación una enfermedad sin posibilidad de enfrentarla para curarse. El que está afectado, ante la imposibilidad de adquirir las buenas medicinas, tiene una opción: morirse o rebelarse.
6.- La persona enferma y sin recursos económicos, una vez no puede enfrentar su quebranto por los elevados precios de los medicamentos que no cubre su seguro, al instante cae en falta de energía moral y física, en un marasmo que le precipita la muerte.
7.- Esa persona humilde que siente que el final de su vida le llegó porque el seguro no le cubre la medicina adecuada para sanarse, tiene dos posibilidades: esperar el día de su partida del mundo terrenal o enfrentar el sistema que la quiere matar quitándole su derecho a medicarse.
8.- Aquí son miles los pobres y ancianos que mueren por no tener a su disposición y alcance los servicios de salud y medicamentos necesarios para curarse de la enfermedad que padecen.
II.- Médicos y honorarios insignificantes
9.- Al pueblo dominicano hay que explicarle la razón por la cual, el médico cobra una suma de dinero adicional a la cantidad insignificante que por concepto de honorarios le paga la aseguradora.
10.- Porque las aseguradoras abonan miserables honorarios a los médicos, los pacientes carentes de recursos económicos se ven privados de recibir sus consultas, porque no tienen posibilidad de pagar la suma de dinero adicional.
11.- Las compañías que se supone deben enfrentar los costos de los riesgos de salud de sus asegurados, tienen tarifas no para médicos, no para profesionales de la medicina, sino para practicantes o paramédicos.
12.- Los pobres están impedidos, conforme los catálogos de honorarios fijados arbitrariamente por las empresas aseguradoras, de recibir atenciones de facultativos altamente calificados y que valoran seriamente sus servicios.
13.- Al parecer, el asegurado no puede ser asistido por un médico con preparación especial, sino por uno de esos que dicen hacer cosas misteriosas, por un brujo.
14.- Conforme los honorarios que asignan las aseguradoras, no hay distinción entre el médico que se dedica a una especialidad en su profesión, olvidando que la especialidad tiene un rasgo distintivo, no así el uno de tantos.
15.- Diferentes enfermedades azotan hoy a nuestro pueblo, sin que este encuentre un órgano que lo ampare. Por el contrario, su sanación está en manos extrañas a la misión de sanidad.
III.- El derecho de los pobres a la salud está atrapado
16.- A las masas dominicanas depauperadas hay que instruirlas para que sepan que deben de integrarse a la brega social para permanecer con vida, para que la misma no dependa de lo que cuesta una medicina, y su alto valor económico no las lleve a la tumba.
17.- Si lo que se identifica como pueblo, tiene su derecho a la salud atrapado en la red del sistema injusto, lo que debe hacer es luchar para salirse de esa trampa, y de cualquier forma liberarse del entramado organizado en su contra.
18.- En una sociedad como la dominicana de hoy, la cual está degradada en lo ético, moral, humano e institucional, tiene que haber surgido de una mente diabólica unificar salud y ganancias.
19.- Ganancias, sacar provecho de un negocio cualquiera, nada tiene que ver con aplicar al enfermo medicamentos que, por su bajo costo, no sirven para vencer una enfermedad.
20.- En un orden social en el cual la salud es una mercancía y el paciente un cliente, y ambos dependen de una compañía comercial en busca de ganancias, el pobre que se enferma no tiene otra alternativa que no sea la de morirse,
Ideas finales
21.- Una persona física cualquiera, no está desprovista de sentido moral, por el hecho de constituir o formar parte de una compañía que tenga que ver con el pago de honorarios médicos, el precio de estudios o medicamentos.
22.- El Estado dominicano no debe permitir que sea objeto de comercio, el conjunto de medicamentos y servicios destinados a preservar la salud de la población presente en el territorio nacional.
23.- Resulta inconcebible que sea la aseguradora, y no el médico, la que determine que un asegurado se haga o no un estudio para determinar si, por ejemplo, está afectado por un tumor. Hoy, el quebranto de una persona, no lo decide el galeno. Lo certifica, aprueba o rechaza la compañía de seguros.
24.- Sacarle provecho a un negocio, es algo legítimo, pero es un acto inhumano permitir obtener rendimiento económico sobre la base de afectar la sanidad de la mayoría de la población del país.
25.- Con la expresión “no lo cubre”, las aseguradoras no solamente se liberan ante la necesidad de un medicamento y el pago adicional de los honorarios de los médicos, sino que se extiende también a determinados estudios especiales.
26.- Poco importa que un paciente tenga la necesidad de someterse a un pet/scan, indicado por un especialista de la medicina. La aseguradora se siente liberada de autorizarlo, bastando con decir “el seguro no lo cubre”, aunque el enfermo asegurado le pague a la compañía más de cien mil pesos anuales