El gran juego de la IA: EE.UU y China compiten por el dinero de Asia Occidental
Mohamad Hasan Sweidan.
Ilustración: The Cradle
La carrera por la supremacía de la IA ya no es solo un enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Los estados ricos en energía de Asia occidental están aprovechando su poder financiero para invertir en empresas de IA tanto estadounidenses como chinas, lo que les da el poder de inclinar la balanza en esta guerra tecnológica de alto riesgo.
En diciembre, la exsecretaria de Comercio de EE. UU. Gina Raimondo admitió que“intentar frenar a China es una tarea imposible”, reconociendo la dificultad de frenar el extraordinario impulso tecnológico de China en muchos campos.
Apenas unos meses después, China subrayó su punto de vista con el lanzamiento de DeepSeek, una aplicación de inteligencia artificial (IA) que el presidente de EE. UU. Donald Trump calificó de “llamada de atención” en la carrera mundial de la IA.
El anuncio destrozó la percepción de dominio estadounidense, y los expertos sugirieron que China no solo ha cerrado la brecha tecnológica, sino que ahora está desarrollando modelos de IA que igualan, o incluso superan, a sus homólogos occidentales, utilizando menos recursos computacionales.
La IA ya no es solo una carrera tecnológica; es un campo de batalla que da forma a la seguridad nacional y al poder geopolítico. En esta contienda, Asia occidental ha surgido como un actor crucial, aprovechando su ubicación estratégica y sus inmensos recursos financieros y energéticos.
Los ricos estados del Golfo Pérsico, en particular Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, ya no son solo consumidores de IA, sino inversores influyentes.
A través de fondos soberanos, están haciendo apuestas estratégicas tanto en empresas de IA estadounidenses como chinas, lo que les da ventaja en el futuro de la tecnología global.
El impulso estratégico de Washington hacia la IA
En julio de 2022, EE. UU. aprobó la Ley CHIPS y Ciencia, destinada a revitalizar su industria de semiconductores, asegurar las cadenas de suministro y fomentar la investigación en tecnologías críticas como la IA y la computación cuántica.
El paquete de 52 700 millones de dólares se diseñó para reducir la dependencia de EE. UU. de los fabricantes de chips de Asia oriental.
Más que una medida defensiva, fue una respuesta directa a la creciente destreza de China en materia de IA. La ley impuso amplias restricciones a la exportación, impidiendo a Pekín acceder a semiconductores avanzados y hardware relacionado con la IA de Estados Unidos, al tiempo que forjaba nuevas alianzas tecnológicas para establecer una cadena de suministro ‘libre de China’.
El 13 de enero de 2025, la administración saliente de Biden introdujo el Marco de Implementación de IA, que endurecía el control sobre las exportaciones de chips de IA y los utilizaba como herramienta diplomática. La política limitó las exportaciones de chips de IA a la mayoría de los países, al tiempo que concedía acceso sin restricciones a los aliados de EE. UU.
China, Rusia, Irán y Corea del Norte, sin embargo, permanecieron excluidos del ecosistema de IA estadounidense.
Solo 10 días después, tras su regreso a la Casa Blanca, Trump firmó la Orden Ejecutiva 14179, titulada Eliminación de barreras al liderazgo estadounidense en inteligencia artificial. La orden exigía una hoja de ruta de 180 días para acelerar el desarrollo de la IA, eliminar los obstáculos burocráticos y reevaluar las políticas anteriores en materia de IA.
A finales de mes, OpenAI, SoftBank y Oracle presentaron Stargate, un proyecto de infraestructura de IA de 100 000 millones de dólares (el mayor de la historia de EE. UU.) con compromisos de inversión futuros que alcanzan los 500 000 millones de dólares. Trump elogió la iniciativa como un cambio de juego para asegurar el dominio de EE. UU. en IA.
Un documento de política de OpenAI enfatizó que invertir en infraestructura nacional de IA era fundamental para superar a los modelos chinos y atraer capital global, advirtiendo que
si EE. UU. no atrae esos fondos, estos fluirán hacia proyectos respaldados por China, fortaleciendo la influencia global del Partido Comunista Chino.
Se estimó que hay “175 000 millones de dólares en fondos globales esperando ser invertidos en proyectos de IA».
La IA y la seguridad nacional de EE. UU.
En Washington, la IA ya no se considera una mera herramienta para el crecimiento económico, sino un pilar de la seguridad nacional. En 2018, el Pentágono creó el Joint AI Center para integrar la IA en las operaciones militares, mejorando la inteligencia en el campo de batalla, el mantenimiento predictivo y la preparación para el combate.
Estados Unidos considera la IA como un arma estratégica en su continua e intensificada competencia de grandes potencias, especialmente con China y Rusia.
Un informe de 2021 de la Comisión de Seguridad Nacional sobre IA advirtió que las futuras estructuras de poder global estarían determinadas por el liderazgo de la IA, lo que provocaría fuertes inversiones en sistemas autónomos y ciberseguridad.
Desde entonces, el Departamento de Defensa de EE. UU. ha dado prioridad a la IA en su estrategia, invirtiendo fuertemente en sistemas autónomos, ciberseguridad e inteligencia predictiva para mejorar la seguridad nacional.
La administración Trump ha redoblado estas prioridades, posicionando la IA como un activo estratégico en la competencia de las grandes potencias.
Las medidas recientes, entre las que se incluyen la Orden Ejecutiva 14179 y el Proyecto Stargate, señalan una clara intención de consolidar la supremacía de EE. UU. en IA y contener el auge tecnológico de China.
DeepSeek de China revoluciona la carrera de la IA
La presentación de DeepSeek por parte de China conmocionó a la industria tecnológica. La aplicación se disparó a lo más alto de la App Store de Apple en EE. UU., superando a ChatGPT y Gemini, y provocó un temblor en el mercado:
gigantes tecnológicos estadounidenses como Nvidia vieron cómo sus valoraciones se desplomaban en 600 000 millones de dólares.
El desarrollo aumentó la preocupación por la seguridad en Washington, y los funcionarios advirtieron de que los avances de China en IA podrían dar a Pekín una ventaja militar y servir como herramienta para difundir narrativas respaldadas por el Estado.
Los inversores globales han respondido desplazando capital hacia el sector de la IA de China, lo que indica confianza en la capacidad de Pekín para desafiar el dominio estadounidense.
Al mismo tiempo, China está acelerando su impulso hacia la autosuficiencia tecnológica, reduciendo la dependencia de las empresas occidentales de semiconductores como TSMC y Samsung.
Más allá de la economía, se espera que la automatización impulsada por la IA altere el mercado laboral mundial, desplazando puestos de trabajo en el análisis de datos, la traducción y el servicio de atención al cliente.
Mientras tanto, la creciente demanda de China de talento en IA está atrayendo a expertos de los mercados occidentales, lo que exacerba una posible fuga de cerebros en Estados Unidos y Europa.
El papel de Asia occidental en la carrera de la IA
La carrera mundial por la IA se suele enmarcar como un duelo entre EE. UU. y China, pero Asia occidental está emergiendo como una fuerza decisiva capaz de inclinar la balanza.
Con DeepSeek demostrando que la hegemonía occidental en IA ya no pasará desapercibida, los estados del Golfo Pérsico están reevaluando sus alianzas en IA, lo que los convierte en un factor crítico en los esfuerzos de Washington por asegurar las inversiones en IA.
Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Catar se consideran ahora los “estados indecisos” de la geopolítica de la IA. Su importancia en la revolución de la IA se basa en tres pilares fundamentales: la energía, las finanzas y la geografía.
La energía es el elemento más evidente, ya que los centros de datos de IA generativa requieren grandes cantidades de energía, y se espera que los países ricos en energía de Asia occidental se beneficien significativamente.
Los estados del Golfo Pérsico, ricos en recursos energéticos, están bien posicionados para beneficiarse de esta demanda.
Desde el punto de vista financiero, países ricos en petróleo como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos están invirtiendo fuertemente en infraestructura de IA y tecnologías futuras, lo que los convierte no solo en clientes clave, sino también en actores influyentes.
Los fondos soberanos están canalizando miles de millones hacia proyectos relacionados con la IA a través de iniciativas como Sanabil, una filial del Fondo de Inversión Pública (PIF) de Arabia Saudí, que invierte 3000 millones de dólares anuales en empresas de capital riesgo de primer nivel tanto en Estados Unidos como en China.
Además, Prosperity7, el brazo inversor de Saudi Aramco, fue noticia al invertir en Zhipu AI, una de las mayores empresas emergentes de IA de China, convirtiéndose en el primer inversor no chino en hacerlo.
La medida pone de relieve la estrategia en evolución de Asia Occidental de jugar en ambos bandos en la carrera geopolítica por la IA, manteniendo la influencia y la independencia a pesar de la creciente presión mundial para aliarse con Estados Unidos o China.
Estas inversiones demuestran la capacidad de la región para equilibrar las tensiones geopolíticas y, al mismo tiempo, ampliar su influencia en el ecosistema global de la IA.
Además, la ubicación geográfica de Asia Occidental representa una ventaja totalmente sin explotar en el desarrollo de la IA a nivel mundial.
Los centros de datos desempeñan un papel fundamental en la mejora de la velocidad y la calidad de los servicios digitales para los usuarios a medida que aumenta la eficiencia del servicio y los centros de datos se acercan al usuario final.
Disponer de varios centros de datos en ubicaciones estratégicas garantiza la realización de copias de seguridad de recuperación de datos en caso de fallos.
La ubicación de la región también es una ventaja, ya que Asia Occidental sirve como cruce digital entre Europa, Asia y África. La mayor parte del tráfico web entre estos continentes pasa por la región, lo que la convierte en un centro principal para el despliegue global de IA.
Asia Occidental: el campo de batalla para la influencia de la IA
A medida que se intensifica la competencia en IA, Asia Occidental ya no es solo un mercado emergente, es un escenario estratégico en la guerra tecnológica entre Washington y Pekín.
China considera la región como una extensión de su Ruta de la Seda Digital, con el objetivo de expandir su huella tecnológica a través de soluciones de IA rentables.
Estados Unidos, por otro lado, está profundizando sus asociaciones de IA con los estados del Golfo Pérsico, tratando de asegurar que la infraestructura de IA se alinee con los estándares occidentales.
La batalla por la IA en Asia Occidental trasciende la mera rivalidad tecnológica; es una contienda por el dominio económico y geopolítico.
Con los estados del Golfo Pérsico posicionados como hacedores de reyes en esta lucha, sus decisiones en los próximos años podrían redefinir el equilibrio de poder en la era de la IA.
La guerra de la IA entre EE. UU. y China ya no es solo un juego de dos jugadores: Asia occidental está ahora firmemente en la mezcla, y su papel en la configuración del futuro de la IA no deja de crecer.