El hambre como arma de guerra
Por Virgilio Almánzar
Recientemente, el Papa León XIV declaró con claridad: “Israel está utilizando el hambre como un arma de guerra”. Y no se equivoca. Lo vemos a diario en Gaza.
Esta franja de territorio, densamente poblada, está sitiada por el ejército israelí, que controla rigurosamente qué entra y qué no, condenando a más de dos millones de personas a la miseria, la desnutrición y la muerte. La población palestina está, literalmente, a merced de un cerco militar genocida.
A pesar de los esfuerzos de organizaciones humanitarias, religiosas, ambientalistas e incluso colectivos judíos contrarios al régimen de Netanyahu, muchas misiones civiles desarmadas que han intentado llevar alimentos han sido bombardeadas, atacadas o interceptadas. Algunos de sus integrantes fueron asesinados, otros capturados, torturados y posteriormente deportados.
Incluso la ONU ha enfrentado repetidas restricciones para entregar alimentos y medicinas, quedando muchas veces bloqueada por las autoridades israelíes.
La tragedia no se detiene ahí: más de 2,000 palestinos han sido asesinados al intentar acercarse a los escasos centros de distribución de ayuda humanitaria. Son cazados como si fueran amenazas, cuando en realidad son víctimas desesperadas. Cientos de niños están muriendo por desnutrición severa, sin acceso a agua potable ni atención médica básica.
Y mientras tanto, Israel continúa recibiendo apoyo político, militar y económico de potencias como Estados Unidos, la Unión Europea y varios gobiernos autoritarios de Asia y Oceanía.
¿Dónde está el humanismo de los europeos y norteamericanos?
¿Dónde quedó el respeto a la vida humana?
¿Y qué dicen ahora los religiosos que predican el amor al prójimo ante este crimen abominable?
Muchos de ellos son cómplices pasivos —o activos— de este genocidio, al guardar silencio o al justificar lo injustificable.
Sin embargo, la esperanza no muere. La paz llegará a Palestina en la medida en que la solidaridad internacional crezca, y los pueblos del mundo —incluidos muchos judíos conscientes y valientes— levanten su voz contra el sionismo fascista de Netanyahu y su maquinaria de guerra.
¡Viva Palestina!
¡Viva la paz!
¡Viva la resistencia de un pueblo que no se rinde!