El limbo.
Por Juan Carlos Espinal.
La Paz que aún disfrutan los dominicanos constituye una importante contribución al mantenimiento de las instituciones públicas, el fortalecimiento del Estado de Derecho y la preservación de la soberanía política.
Entre los años 1966-1978 las instituciones públicas de la democracia representativa reflejaban la relativa paz que permitía la sociedad pos trujillista.
República Dominicana había sido desgarrada por la dictadura trujillista 1930-1961, el Triunvirato 1962-1964, la guerra civil 1965 y la dictadura militar de los doce años de Joaquín Balaguer.
Los crímenes de estado, el inmovilismo político, la desigualdad social y el desarrollismo económico 1930-1978 dieron la bienvenida al blanqueo del neotrujillismo.
Quizás República Dominicana no fuese una sociedad tan violenta si no hubiesen ocurrido las contra reformas agrarias, el desarrollismo capitalista, la invasión militar norteamericana y el golpe de Estado al profesor Juan Bosch.
Para evitar otra guerra civil pos 1965 hubo que crear una sociedad desigual mucho más frágil de lo que sería después entre 1978-1986.
La armonía política se derrumbó tras 1984 dado que la tensión social del conflicto económico entre 1980-1982 quebrantó el consenso que gozaba el sistema de partidos.
Los 50 años que siguieron a 1966 presenciaron las luchas intestinas del PRD, el autoritarismo de los gobiernos del PRSC y el dominio de organizaciones multinacionales que tenían décadas tratando de someter a la población.
Ya sea que la burguesia trujillista ascendiera o cayese o le sucediera ambas cosas a la vez en la sociedad actuaban fuerzas del pasado que continuaban perturbando La Paz social, socavando la estabilidad democrática y debilitando el Estado de Derecho.
Los esfuerzos por re establecer la gobernabilidad social y politica quedaron anulados en las elecciones presidenciales del año 2020 ante la intensidad de los conflictos sociales y políticos, la militarizacion del territorio y el acelerado estado de descomposición del Poder Legislativo.
El breve periodo de poder de Bosch en 1963, por ejemplo, dio paso a una restauración neo trujillista semejante al equilibrio de poderes durante el régimen del Triunvirato entre 1964-1965.
Es probable que dicho equilibrio socio político pudo mantenerse a flote en el tiempo a no ser por la acentuación de las agudas diferencias entre Washington, Bosch y los militares constitucionalistas de la vuelta a la constitución de 1963.
Tanto los liberales como los conservadores de la derecha dominicana son católicos dada la homogeneidad de su pensamiento político.
Y por paradoja, como señaló Bosch en Composicion Social Dominicana pertenecientes a una fase histórica que denominó capitalismo tardío.
En la República Dominicana de los 80’s la modernización política y el poder centralizado eran necesarios no solo para mantener la seguridad ciudadana sino también para el mantenimiento del Progreso.
Entre 1986-1994, la oposición a Balaguer provenía de los mismos intereses oligarcas que generaron su ascenso en 1966.
El poder centralizado de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional desarrolló nuevas actividades económicas. La clase media era una institución moderna que no tenía capacidad de sacar del poder a Balaguer.
Las diferencias del consenso social y político en 1996 explican las distintas maneras en que el sufragio universal se hizo más representativo que participativo.
El mito de la separación de poderes, los constantes enfrentamientos en el Congreso, la inconsistencia del Poder Judicial y la caída en la popularidad del Poder Ejecutivo experimenta un ciclo de involución sociopolítica cuya arquitectura del constitucionalismo de la constitución de 1966 hacia la constitución de 2010 que a su vez reivindica la constitución de 1963 ratifica la necesidad de construir un nuevo Pacto Social.
La paz social tendió a desarrollar instituciones democráticas más viables aún las desigualdades se mantenían.
Esta cualidad estática del sistema político económico contrasta con la vigencia de las leyes electorales.
No obstante, la estructura de gobierno 2000-2004 la quiebra financiera del año 2003 hizo retroceder la estabilidad y la continuidad política.
Ese mismo proceso histórico se repite entre 2019-2022 que por supuesto implicó la tradicional hostilidad del crimen organizado a la autoridad.
De manera similar se puede advertir que la modernidad del Estado no es monolítica.
La experiencia política del levantamiento popular de 1984 y la desestabilización del año 2003 demuestran de manera concluyente que el PRM 2020-2024 conserva gran parte de su forma original y sustancia histórica.
En verdad, es posible que este sea un estado de cosas natural que tiende a la anarquía.
En algunas esferas de la burguesia el cambio implica continuidad y estabilidad de las instituciones gubernamentales.
Lo que es más, puede afirmarse que las elecciones presidenciales de 2020 fueron el resultado de lo primero.
La sociedad de pos guerra ha sido la principal preocupación liberoconservadora de las elites políticas.
Esas actitudes liberales del pensamiento político de 1963 se confunden por completo con las posiciones políticas conservadoras de 2020 y en parte resultan invertidas.
Las necesidades de transformación de ambas actitudes socavan el pluralismo constitucional de la constitución de 2010.
La excepcionalidad del confinamiento en COVID-19, el mal manejo científico y tecnológico de la pandemia y la baja cultura democrática apresuró la centralización de la autoridad y la diferenciación estructural de las instituciones en las Fuerzas Armadas.
Esa manipulación de la pandemia COVID-19 puede que anuncie una mayor desmovilización social de una sociedad que reclama transformación.