El Luis Dias que yo conocí

Dagoberto Tejeda Ortiz

El 30 de mayo de 1961, marca la ruptura física y estructural de la dictadura trujillista, la que durante 30 años, la cual se mantuvo por la represión, la persecución, la tortura y la muerte de miles de mártires y patriotas dominicanos. La depresión, la tristeza y el pesimismo sufrieron el impacto de un nuevo amanecer al caer la dictadura.

Un año después, con la llegada al Poder del inmaculado Presidente Juan Bosch, con el inicio de la democratización y la ilusión de la libertad, afloró la esperanza de un mejor país y de un mejor destino para los pobres de nuestra nación.

El sueño fue corto, fue truncado por una asonada militar de un nefasto Golpe de Estado. La indignación popular produjo un movimiento guerrillero bien intencionado, resumido en un intento por lo nuevo, explicitando posteriormente sus intenciones en la gloriosa revolución de abril del 65, epopeya del pueblo, simbolizada por el arrojo y la valentía de un pueblo en armas, con la presencia-simbolo del Comandante de la dignidad, Francisco Alberto Caamaño Deñó.

La llegada accidentada-nefasta del Gobierno de Joaquín Balaguer, en 1966 revivió el infierno trujillista y se afianzó por el apoyo del imperialismo, el visto bueno de la oligarquía y la elite militar más troglodita, sobredimensionado con el periodo conocido como “los doce años de Balaguer”. Su reelección fraudulenta posterior, produjo más indignación, aumentando la represión y aumentando al mismo tiempo, el rechazo y la repulsa a una dictadura ilustrada, con incidentes trascendentes como fue el secuestro del coronel Donald J. Crowley, agregado militar de la Embajada de Estados Unidos, por el comando del Movimiento Popular Dominicano.

Las cárceles fueron abarrotadas de presos políticos por la represión Balaguerista y se hizo colectivo el reclamo por la libertad de estos presos políticos y el regreso de los exiliados, la otra moneda de la represión Balaguerista, el cual mantenía una actitud de sordera, cinismo y de indiferencia.

La cultura se convirtió en un espacio crítico, contestatario, de resistencia y de lucha, acción generalizada a nivel nacional e incluso a nivel internacional en un mapa putrefacto lleno de dictaduras en el continente. Por iniciativa de Enriquito de León, la Central Dominicana de Trabajadores (C.G.T), Rafael Santos, Nelcida Marmolejos, Cholo Brenes, Manuel de Jesús, Luis Días, Sonia silvestre, Víctor Víctor, Tommy Garcia, José Rodríguez y Dagoberto Tejeda Ortiz, entre otros, nos reunimos varias veces, para discutir la factibilidad de la realización de un evento artístico-cultural de la Nueva Canción en el país, que terminó denominándose “7 Días con el Pueblo”, con él cual se engañó a la dictadura ilustrada Balaguerista y nos convertimos exitosamente en la capital de la Nueva Canción a nivel internacional.

 

Fue un evento osado, creativo, único e irrepetible, donde se contó con la presencia y participación internacional de Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Danny Rivera, Noel Nicola, Roberto Darwin, Estrella Altau, Lucecita Benítez, Isabel Parra, Antonio Cavan Vale (El Topo) Víctor Manuel, Ana Belén, Pi de la Serra Guadalupe Trigo, Bernardo Palomo, Silverio y Rosamna, Los Guaraguaos, Nancy Clark y Robert Newton.

Junto a ellos, participaron cantautores, artistas, orquestas, diversos grupos de Nueva Canción del país, con el apoyo de un pueblo enardecido, desafiante, lleno de indignación en contra del régimen Balaguerista.

Este proceso de participación política de la canción popular, de la Nueva Canción, engendró en diversos países la participación comprometida de artistas y grupos a nivel cultural. En Cuba, surgió como bandera de lucha en apoyo a la Revolución, La Nueva Trova Cubana, así mismo, con fines diferentes, contestarios, emergió en otros países, como fue La Nueva Canción Chilena y el Nuevo Cancionero Argentino. Todas estas modalidades tenían como modelo musical al trovador, al canta autor, apoyados en la guitarra como instrumento-símbolo.

Luis -Terror- Días.

Dagoberto Tejeda Ortiz, había estudiado sociología en Rio de Janeiro, Brasil, donde conoció y vivió todo el proceso de la Nueva Canción Brasileña, con la presencia de Chico Boarque, Nara León, María Betania, Joan Gilberto, Cayetano Veloso, Vinicio de Moráis, entre otros artistas y compositores brasileños.

De igual manera, conoció al ilustre pedagogo Paulo Freire, el revolucionario de la educación en América Latina, que enarboló a la pedagógica como una práctica de la libertad y la creación artística como una metodología colectiva con un protagonismo de intercambio y participación entre el profesor y el estudiante, entre el artista y el pueblo.

A su llegada hizo amistad con José Rodríguez, el más excelso de los compositores dominicanos de la Nueva Canción, con José Enrique Trinidad, promotor cultural, con Iván Domínguez y José Castillo Méndez, dos de los investigadores más importantes del fo

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