El nuevo atolladero de Israel: una invasión terrestre del Líbano
Mohamad Hasan Sweidan.
Ilustración: The Cradle
El ejército de ocupación ha sido expulsado dos veces del Líbano por Hezbolá. Dos décadas después, está preparando otra invasión terrestre de su vecino del norte, esta vez contra un adversario mucho más sofisticado.
El 26 de septiembre, el ejército israelí anunció la conclusión de un ejercicio de brigada que simulaba una operación terrestre en el Líbano, a varios kilómetros de la frontera común. En los dos últimos días, varios oficiales militares israelíes, entre ellos el Jefe del Estado Mayor Herzi Halevy y el Comandante del Norte Uri Gordin, han hablado de la disposición del ejército de ocupación a ejecutar operaciones terrestres en Líbano.
Pero ¿cómo puede Tel Aviv concebir de forma realista el lanzamiento de tropas terrestres a un país que no una, sino dos veces, ha conseguido expulsar a las fuerzas de ocupación, para entablar combate contra un adversario -el grupo de resistencia libanés Hezbolá- que está mucho mejor armado y organizado que en años pasados?
Características de la estrategia israelí hasta ahora
Desde el inicio de su reciente escalada con Líbano, Israel parece estar ejecutando su guerra en cinco vías simultáneas.
En primer lugar, trata de golpear el sistema de mando y control de Hezbolá, principalmente mediante asesinatos selectivos contra dirigentes militares clave de la resistencia, siendo el objetivo más reciente el comandante de la unidad de aviones no tripulados Abu Saleh Sorour.
En segundo lugar, atacar directamente las capacidades militares de Hezbolá basándose en un banco de objetivos establecido por Tel Aviv: el lunes pasado, los israelíes anunciaron que habían atacado con éxito 1.600 objetivos militares de la resistencia, incluidos depósitos de armas, almacenes de misiles y plataformas de lanzamiento. En particular, en la guerra de julio de 2006 reivindicaron el mismo tipo de ataques exitosos, que resultaron ser sumamente inexactos.
En tercer lugar, Israel pretende ejercer presión interna libanesa sobre Hezbolá perjudicando a sus electores, partidarios e incluso detractores. Tel Aviv ha intensificado sus sangrientos ataques contra poblaciones y zonas civiles en las dos últimas semanas, matando a más de 728 civiles, hiriendo a miles y desplazando a casi 390.000 personas, según datos oficiales del gobierno libanés.
En cuarto lugar, un intento de influir en el amplio entorno general libanés para que se vuelva contra la resistencia mediante campañas sistemáticas en los medios de comunicación, en cooperación con medios y personalidades libaneses que repiten como loros las narrativas de intimidación de Israel con el fin de domesticar y frenar las acciones de Hezbolá.
La quinta y última vía, hasta el momento, es la creciente amenaza y preparación de una invasión terrestre israelí del Líbano –aunque limitada– con el objetivo de confirmar la superioridad israelí en el terreno controlando zonas libanesas, aunque sea durante breves periodos.
¿Reacciones de Hezbolá?
Naturalmente, la resistencia pretende frustrar las estrategias de Israel mediante un conjunto de pasos interconectados. Después de cada asesinato, Hezbolá confirma que su sistema de mando y control no se ve afectado y, a continuación, lanza una escalada controlada para confirmar su preparación ante los golpes del enemigo.
Esto quedó patente el 24 de septiembre, cuando Hezbolá lanzó un ataque con más de 300 misiles al día siguiente de la campaña aérea israelí, esencialmente para confirmar que sus capacidades misilísticas estaban bloqueadas y cargadas, listas para actuar.
Como en anteriores enfrentamientos israelíes con Hezbolá, la base de apoyo de este último sigue siendo en gran medida coherente y partidaria de los planes de escalada de la resistencia.
Separar a Hezbolá de su entorno de incubación es una estrategia israelí que ha fracasado repetidamente, principalmente porque las bases de la resistencia proceden de esta misma sociedad.
Por último, el objetivo de Israel de poner a la opinión pública libanesa en contra de la resistencia no ha avanzado, hasta la fecha. Más bien, las agresiones israelíes han aumentado la cohesión nacional, sobre todo tras el ataque terrorista con buscapersonas del Estado de ocupación, salvo en algunos casos limitados.
La quinta vía: invasión terrestre del Líbano
En los últimos días, han aumentado notablemente los debates sobre la posibilidad de una incursión terrestre israelí en el Líbano. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha jactado de que las operaciones militares contra Líbano continuarán «a pleno rendimiento” para garantizar que Hezbolá quede “significativamente debilitado”, y ha rechazado los llamamientos internacionales a un alto el fuego inmediato.
El jefe del Estado Mayor del ejército también ha dado instrucciones a las fuerzas israelíes para que se preparen para un posible ataque terrestre con el fin de establecer una zona de seguridad israelí en el sur del Líbano. Operativamente, el ejército de ocupación se está preparando para esta posibilidad realizando ejercicios de entrenamiento y convocando a dos brigadas de reserva al frente norte.
Según fuentes occidentales e israelíes, existen varios escenarios para una posible invasión terrestre israelí del Líbano, y cada escenario ofrece objetivos estratégicos y riesgos diferentes:
En primer lugar, una acción terrestre limitada dentro del territorio libanés con el objetivo de golpear objetivos específicos de Hezbolá cerca de la frontera, como puntos de lanzamiento de misiles, o despejar una zona para impedir que la resistencia lleve a cabo ataques contra Israel. Se trataría de una acción a corto plazo utilizada para presionar a la parte en las negociaciones de alto el fuego. En este momento, si Tel Aviv elige la opción de la acción terrestre, éste será el escenario más probable.
En segundo lugar, una incursión terrestre limitada para empujar a las fuerzas de la resistencia a retirarse de la frontera, concretamente para reducir el alcance de los misiles guiados antitanque que Hezbolá posee. Los mandos militares israelíes han indicado que esta opción serviría para crear una «zona de seguridad» que se extendería de 8 a 10 kilómetros dentro del territorio libanés. En particular, este escenario aumenta la probabilidad de combates prolongados y mayores pérdidas humanas y militares israelíes.
En tercer lugar, una invasión terrestre completa del Líbano -el escenario más extremo- con el objetivo de destruir las capacidades de Hezbolá. Actualmente, este escenario sigue siendo muy improbable debido a su perfil de riesgo extremadamente alto -y dado que el objetivo a corto plazo de Tel Aviv no es destruir a Hezbolá, sino más bien alterar los retos de seguridad en su frontera con Líbano.
¿Atacar dónde?
Se espera que un ataque terrestre israelí –limitado o expansivo– se centre en zonas geográficas concretas del Líbano, principalmente el sur, donde Tel Aviv quiere su zona de seguridad libre de Hezbolá, o la región de Bekaa que flanquea la frontera siria.
Israel prevé un escenario similar al statu quo del sur de Líbano en la década de 1990, en la que mantuvo una zona de seguridad para limitar el acceso de Hezbolá a la frontera, antes de ser purgado por comandos de la resistencia en 2000.
Por el contrario, una acción terrestre israelí limitada en la Bekaa tendría como objetivo afectar y estrechar las rutas de suministro logístico y de armas de Hezbolá desde Siria, ya sea cortando las rutas terrestres entre Líbano y Siria o cortando las líneas de suministro entre la Bekaa y el sur.
La base para ello será la continuación de los ataques aéreos israelíes en la Bekaa, dirigidos contra cuatro pasos fronterizos principales con Siria: Al-Arrayedh, Mutariba, Saleh y Qabsh.
La mayoría de los analistas occidentales no son optimistas respecto a que el ejército israelí logre ejecutar operaciones terrestres en el Líbano, dadas las capacidades mejoradas y sofisticadas de Hezbolá para enfrentarse a una acción de este tipo.
En un artículo del Washington Post, el escritor Max Boot dice que esta descabellada opción “sería otro atolladero para Israel”. Desde la perspectiva de Tel Aviv, el mejor escenario posible sería que su campaña aérea consiguiera detener el frente de apoyo libanés a Gaza y permitiera a los colonos israelíes desplazados regresar a sus hogares en el norte de Israel.
Pero al no ser probable una resolución inminente de su conflicto con Líbano –dada la negativa de Netanyahu a contemplar un alto el fuego en el norte, y mucho menos en Gaza-, aumenta la posibilidad de una acción terrestre israelí en el Líbano, a pesar de los extraordinarios riesgos para el ejército de ocupación.
Por su reciente historial de batallas con la resistencia libanesa, en las que Israel ha perdido la cara, Tel Aviv sabe bien que su superioridad aérea sólo es igualada por la ventaja terrestre de Hezbolá.