El poder empresarial y los desafíos estructurales

Por Fulgencio Severino

Estamos de acuerdo en que esos son desafíos importantes, pero también son fundamentales los retos de resolver las injusticias sociales y judiciales, las profundas desigualdades económicas, la inequidad fiscal, el creciente endeudamiento público y la baja calidad del gasto estatal.

Recientemente, el presidente del CONEP, durante la celebración del 62 aniversario de esa entidad, destacó que los grandes desafíos de la República Dominicana son mejorar la calidad educativa, aumentar la eficiencia del gasto público, reducir la informalidad, combatir la competencia desleal, eficientizar la gestión municipal y avanzar en el ordenamiento territorial.

Estamos de acuerdo en que esos son desafíos importantes, pero también son fundamentales los retos de resolver las injusticias sociales y judiciales, las profundas desigualdades económicas, la inequidad fiscal, el creciente endeudamiento público y la baja calidad del gasto estatal.

Además, existen desafíos éticos que impulsan los anteriores: la codicia, la sobreexplotación laboral, los bajos salarios, la evasión fiscal -tanto legal como ilegal- y la compra de voluntades políticas mediante el financiamiento de campañas electorales a congresistas, alcaldes y candidatos presidenciales.

El gobierno actual está dirigido por representantes de los grandes intereses económicos. Desde el presidente y la vicepresidenta hasta ministros y funcionarios de sectores estratégicos como el eléctrico, todos provienen o responden al poder corporativo. Hoy en día, la política ha dejado de gobernar: son los intereses privados quienes imponen su agenda. Estas élites económicas son responsables directas de muchos de los males que afectan al pueblo dominicano.

Impulsan un modelo de endeudamiento y déficit que ellos mismos no pagan; sostienen un sistema eléctrico ineficiente, con tarifas impagables para muchas familias y sin solución a los problemas de distribución; y promueven la explotación irracional de recursos naturales a través de la minería y el turismo sin una adecuada regulación ambiental.

En educación, a pesar de manejar un presupuesto elevado, desvían recursos hacia iniciativas lucrativas para sus aliados y han abandonado la mejora estructural y pedagógica del sistema. Aunque proclaman la importancia de la educación, mantienen a la población en condiciones de bajo nivel crítico, pues una ciudadanía desinformada les resulta funcional.

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