El poder tiene como disfraz la locura y como instrumento el látigo
Por Lilliam Oviedo
“Vi la huelga en los brazos reunidos / que apartan el desvelo / y en una pausa trémula de lucha / vi por primera vez lo único vivo: / La unidad de las vidas de los hombres”.
Pablo Neruda cuenta lo que ha visto en una situación de protesta, pero construye el canto con un grito contra la explotación.
La represión a las concurridas manifestaciones en París y en Lyon, las marchas y concentraciones en ciudades como Berlín, Madrid, Roma, Ginebra y Atenas, y la brutalidad policial ejercida al este del mar Egeo, en Turquía, son detalles para iniciar una crónica ingenua sobre la conmemoración del 1 de mayo en el año 2025.
Haría falta para el canto la altura poética del chileno universal. Eximido está cualquier humano de la culpa de no crear belleza como lo hizo Neruda, pero es deber de conciencia denunciar la grotesca imposición del capital sobre la fuerza de trabajo, una imposición centenaria y cruel, que se disfraza a veces, pero se hace sentir siempre.
La inconformidad en Europa crece debido a que se han revertido viejas conquistas. ¿No tiene esa calificación el aumento en la edad de retiro laboral en Francia y en otros países?
Crece también debido a la incertidumbre que genera el papel de Europa en los proyectos imperialistas, el aumento en el gasto militar y la austeridad en el gasto social.
Pero, además, aunque las agencias internacionales controladas por las grandes corporaciones utilizan los mejores recursos logísticos para ocultarlo o restarle importancia, el espectáculo de mal gusto que ofrece el liderazgo europeo genera descontento social y produce desconfianza.
La manipulación mediática y la demagogia no logran ocultar la situación.
El sector trabajador, con una composición mucho más compleja que en el siglo XIX, sigue afectada por el nivel salarial, que incluye el salario nominal y las prestaciones sociales. Como enunció Carlos Marx, el salario “es el precio de una determinada mercancía, de la fuerza de trabajo. Por tanto, el salario se halla determinado por las mismas leyes que determinan el precio de cualquier otra mercancía”.
La recurrencia de la derecha al fascismo, el sometimiento del liderazgo europeo y el entreguismo de la dirigencia política en los países subdesarrollados, son alimentos para el atraso político y crean un clima favorable para revertir las conquistas laborales.
Esa realidad no puede ocultarse con mensajes demagógicos.
EN LOS PAÍSES SUBDESARROLLADOS
Los pronunciamientos imprudentes, misóginos, soeces y arrogantes de Donald Trump reflejan la prepotencia imperialista y las aspiraciones del poder hegemónico.
Los trastornos mentales que se atribuyen a Donald Trump, si existen en él como persona, están siendo utilizados por el mismo poder que utilizó la degeneración senil de Joe Biden, que lo hace a interés del capital y en contra de la mayor parte de la humanidad.
¿Acaso no perjudican a las mayorías las políticas antiinmigrantes y las leyes laborales retrógradas?
La guerra de aranceles, aunque fue enunciada con mayor fuerza que como es aplicada, los estrategas no ignoran que introduce cambios en el relacionamiento de las corporaciones dentro del mercado global, pero tampoco que perjudica a las mayorías en los países desarrollados y también en los países subdesarrollados.
Un efecto que parece colateral, pero es primario, es el de retrasar los procesos de integración obligando a los gobiernos de los países subdesarrollados a negociar con Estados Unidos en forma bilateral.
En términos políticos, esto tiene mucha importancia. Se puede olvidar el término soez utilizado por Donald Trump, pero no la tradición de torpedear la formación de bloques en el mundo subdesarrollado. Para solo citar una muestra, hay que recordar el Plan Reagan para la Cuenca del Caribe.
DESDE REPÚBLICA DOMINICANA
En República Dominicana, el mismo presidente Luis Abinader que ha prestado su voz para solicitar la intervención en Haití, exhibe ante el mundo su identificación con el ultraderechista Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos.
En el plano nacional, Abinader se aferra al tema de la migración haitiana para reunir en un bloque a la derecha partidaria y a los medios de comunicación controlados por corporaciones.
No es casual la baja en la publicidad sobre los procesos judiciales contra funcionarios del gobierno que encabezó Danilo Medina.
El presidente llama al diálogo a los expresidentes Danilo Medina, Hipólito Mejía y Leonel Fernández, porque, con abrazos posados en el Palacio Nacional, con visita o un encuentro, comunica a la clase dominante que intenta mantener vivo el sistema de organizaciones de saqueo indebidamente llamadas partidos.
Leonel Fernández e Hipólito Mejía no han sido procesados, porque no se trata de adecentar el sistema político, sino de disimular su ilegitimidad.
Leonel Fernández es socio de figuras importantes del empresariado cuyos capitales concurren en medios de comunicación y en la Fundación Global. Hipólito Mejía también está asociado política y económicamente con figuras del poder permanente.
Danilo Medina no ha sido procesado, aunque han sido sometidos sus hermanos, sus cuñados y varios de sus principales colaboradores.
El pacto de impunidad se mantiene, y esa es otra parte del mensaje.
¿Por qué Abinader convoca a Danilo Medina para que se confiese partidario de las medidas contra los migrantes haitianos? ¿Puede opinar sobre algún tema alguien que, tras ser presidente durante ocho años consecutivos declara que no se dio cuenta de que sus hermanos hicieron negocios nada santos con el Estado por miles de millones de pesos?
¿De qué sirve la condición de presidente o expresidente si no como elemento de manipulación politiquera? Abinader, Mejía, Fernández y Medina son millonarios que encabezaron gobiernos corruptos, abusadores, criminales y saqueadores, y deberían ser procesados judicialmente.
Imprimen con más fuerza el sello de ilegales a miles de trabajadores que no tienen recursos para pagar la legalidad que exige el sistema. Y patrocinan en conjunto la represión contra quienes condenan el saqueo de las multinacionales y enfrentan a las corporaciones mineras por el daño ecológico que causan sus operaciones. Son partidarios de mantener bajo el control del Comando Sur de Estados Unidos los depósitos de tierras raras que existen en el territorio nacional.
La reunión es a favor del capital. No es casual que se realiza cuando está cerca la modificación del Código Laboral, una reforma que amplía, sistematiza y da fundamento legal a la sobreexplotación.
Esto, en un país donde las garantías laborales son pura palabrería, porque se prohíbe de facto (en violación a las leyes) la organización de los trabajadores, no se garantiza el derecho al trabajo y hay miles de adultos mayores que no reciben pensión a pesar de que han tenido que gastar (en salud y en otras necesidades) sus escasas prestaciones por retiro.
Los cálculos del abandono se ocultan bajo el discurso politiquero que repiten analistas pagados y politiqueros prestos para posar abrazados.
Y lo mismo se pretende con otras groseras formas de abuso. La fuerza pública interviene comunidades, apresa, derriba casas y destruye bienes, para favorecer a empresarios que reclaman la propiedad de algunas tierras. Es parte de la cosecha de la colocación del sello de ilegales a haitianos sin documentos migratorios y a pequeños comerciantes sin documentos de propiedad. Solo los pobres pueden ser indocumentados.
En cualquier punto del planeta, la dubitación es dañina. Es preciso identificar al enemigo, denunciarlo y enfrentarlo… Urge quitarle el látigo… No hay duda.