El principio de una sola China
Por Miguel Mejía
A principio de agosto de 2022, publiqué en este prestigioso medio un artículo de opinión bajo este mismo título; para entonces me encontraba en La Habana, Cuba y desde allí fue fechado. En dicho artículo me refería a lo que significa este principio para la República Popular China cuando decide establecer relaciones diplomáticas con cualquier nación, grande o pequeña, rica o pobre; y consecuentemente lo que debe significar para la nación que soberanamente decida establecer relaciones con China.
En la ocasión, basado en esa premisa, también nos referíamos al conocido comportamiento de doble moral de los Estados Unidos de Norteamérica en su política hegemónica e injerencista que, habiendo ellos tomado la decisión 40 años atrás de reconocer el principio de una sola China y establecer relaciones con el gigante asiático, rompiendo con Taiwán, pretenda cuestionar la decisión soberana de República Dominicana, de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China, efectivas el 1 de mayo de 2018, decisión que en ese momento calificamos como valiente, oportuna, histórica y necesaria. Y, que debieron haberse establecido 20 o 25 años atrás, por lo que expresamos también que llegamos tarde a la cita, pero lo importante es que llegamos.
El principio de una sola China, constituye una posición oficial de la República Popular China sobre el estatus político de Taiwán, que es una provincia de China, y la relación entre ambas partes; como directriz esencial de su política exterior, este principio es la base política y requisito previo para el desarrollo de las relaciones diplomáticas de China con cualquier país del mundo; las autoridades y el pueblo chino lo consideran como una clave estabilizadora para mantener la paz en el estrecho de Taiwán. Los chinos trabajan permanentemente en una tendencia general de su reunificación y esto es un asunto interno y soberano de ellos, que nadie, por interés alguno, personal o grupal, puede interferir.
República Dominicana debiera ser una nación libre, independiente y soberana, que respete los acuerdos bilaterales y multilaterales que comprometen al Estado y su pueblo, independientemente de gobierno de turno. Nuestro país no puede actuar con la doble moral de los Estados Unidos de Norteamérica que ya conoce el mundo, pisoteando su acuerdo con el principio de una sola China, evidente con su visita a Taiwán, el 2 de agosto de 2022, protagonizada por la presidenta saliente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, con lo cual infringieron gravemente la soberanía e integridad territorial de China, violando además compromisos y acuerdos, como el Comunicado Conjunto China y Estados Unidos, de 1979, sobre el establecimiento de Relaciones Diplomáticas, donde establecen que “…reconocen al Gobierno de la República Popular China como el único Gobierno legítimo de China. Dentro de este contexto, el pueblo de los Estados Unidos de América mantendrá relaciones culturales, comerciales y otras relaciones no oficiales con el pueblo de Taiwán.” A esos acuerdos precede la Resolución 2758 adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante la cual restauró todos los derechos legítimos de la República Popular China en la ONU.
¿Es esta conducta irresponsable y de doble moral que procuran inculcar en el pueblo dominicano quienes pretenden por capricho cuestionar hoy las relaciones con China, induciendo el reconocimiento de la provincia de China, Taiwán? De ninguna manera ese errático planteamiento puede tener cabida en la política exterior dominicana, mucho menos hacia China, por razones políticas, diplomáticas y de responsabilidad social, sin injerencia de ningún tipo, en el marco de los nuevos tiempos que demandan del respeto mutuo, el respeto al derecho internacional y la promoción de relaciones de paz.
China vs la cuestión de Taiwán
El origen de la cuestión de Taiwán se debe a la guerra civil china y la interferencia externa. Desde la antigüedad Taiwán ha sido parte de China. Hablamos del siglo XIII cuando sucesivos gobiernos centrales chinos ejercieron administración efectiva sobre esa parte de su país. Tras la guerra Sino-Japonesa, en 1894, China se vio obligada a ceder Taiwán y las Islas Pescadores a Japón, por tanto, previo a dicha invasión Taiwán era parte inalienable del territorio chino.
Existen referentes históricos internacionales de la posguerra que confirman la devolución legal de Taiwán a China. Tal es la Declaración de El Cairo, en 1943, la Proclamación de Patsdam, en 1945, donde se estipula que Japón debía devolver a China todos los territorios que se apoderaron, incluidos Taiwán e Islas de Pescadores; en 1945, China recuperó formalmente Taiwán. Y tras la fundación de la República Popular China, en 1949, su gobierno reemplazó al de la “República de China”, como el único gobierno legítimo de todo el país. La soberanía y el territorio de China nunca han sido divididos.
¿Qué es China hoy?
El país más grande de Asia, sin desmedro de los demás; el más poblado del mundo, con unos 1,412 millones de habitantes (cifra al 2024), aproximadamente la quinta parte de la población mundial, solo comparado con India.
China no es solo el país que por su crecimiento y desarrollo se posiciona como la primera potencia económica mundial; es la primera en exportaciones, en ciencia e investigación, educación universitaria, significativos avances en ciencia, tecnología, con gran influencia en la economía mundial, ganando espacio en los mercados internacionales, convirtiéndose en una potencia mundial de primer orden. Es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
La economía de China no ha dejado de crecer. Mantiene un ritmo de crecimiento anual superior al del promedio mundial; en 2024 su Producto Interno Bruto (PIB) creció alrededor del 5%, frente a la media global del 3,2%. Cabe destacar que solo en 2024 el intercambio comercial con nuestro país sobrepasó los cinco mil millones de dólares.
Desde su fundación en 1949, 183 países han establecido relaciones diplomáticas con la República Popular China sobre la base del principio de una sola China, principio que se ha constituido en un consenso universal de la comunidad internacional. Y llegarán más países.
Se alude de un par de siglos atrás, la frase: “China es un gigante dormido, dejadlo dormir, porque cuando despierte, el mundo temblará”; la gran mayoría de naciones del mundo están conscientes del potencial y avance de China, y quienes hoy tiemblan son los Estados Unidos y aliados; así como algunos soñadores criollos que pretenden con un simple enunciado de revisar y ajustar, afectar los buenos resultados de unas relaciones nacidas de la decisión soberana de tal envergadura como la asumida por República Dominicana hace siete años. Cualquier insinuación dirigida a que revise o repiense su relación con China y abra una oficina comercial en Taiwán, no solo es una aberración, sino que choca con la realidad geopolítica de hoy, donde China juega un rol preponderante en el avance del nuevo orden mundial multipolar.
Reiteramos que, si algo hay que reconocer, en este orden, a nuestro país, al presente gobierno, es que mantiene unas relaciones bilaterales con una nación que fomenta su amistad y relación con el Sur Global dentro del principio ganar-ganar y el respeto mutuo, sin imponer su tamaño territorial, poblacional ni económico. República Dominicana, con independencia y soberanía ha debido beneficiarse mucho más con estas relaciones pero lamentablemente este gobierno no lo ha permitido llevándolas con más miedo que vergüenza.
Frente a la actitud y conducta de China con sus aliados y los beneficios de sus relaciones bilaterales para sus respectivos pueblos, tanto República Dominicana como las más de 180 naciones que hasta hoy mantienen relaciones diplomáticas con este hermano país asiático deben reafirmar su compromiso con el principio de una sola China.