El triunfo de la extrema derecha en Alemania: una crónica anunciada
Ociel Ali López
Con los resultados de las regionales en Alemania, se confirma la tendencia abrupta al crecimiento de la ultraderecha, apalancada en el partido Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán).
AfD triunfó en el estado federado de Turingia, mientras que en Sajonia consiguió un segundo lugar, casi empatado con el primero. Se suman las crecientes expectativas para las elecciones de Brandeburgo, el próximo 22 de septiembre, donde las encuestas lo registran de primero. Esto es algo inédito desde la Segunda Guerra Mundial.
Con este resultado, ya se corrobora que la extrema derecha, hija del fascismo, comienza a tener un papel protagónico en la correlación de fuerzas políticas de Alemania.
AfD: un crecimiento aluvional
Hasta hace apenas una década, la derecha extrema alemana era un movimiento prácticamente proscrito y sin resquicios de apego popular. En 2013 obtuvo menos del 5 % en las elecciones federales, la cifra mínima exigida para tener representación parlamentaria. En 2021, alcanzó el 10%. Pero su ascenso se ha catalizado aluvionalmente el último año y medio, y va in crescendo en la medida en que se va sintiendo el rigor del conflicto en Ucrania, iniciado en febrero de 2022.
Desde mediados de 2023, las encuestas registraron un crecimiento del partido en cuestión, que en ese entonces aparecía con un 18 %, emparejado con el Partido Social Demócrata (PSD), al que pertenece el actual canciller Olaf Scholz. A comienzos de 2024, la empresa de estudios demoscópicos Forsa le otorgó un 23 % (siete puntos por encima del PSD), con lo cual ya se estaba consolidando en el segundo lugar en intención de voto, algo que pudo confirmarse en los comicios europeos de junio, cuando logró, efectivamente, ser el segundo partido más votado de Alemania.
Si bien el feudo del AfD se ubica en el este de Alemania, en el oeste también está teniendo buenos resultado, como en Hesse (donde se localiza Frankfort), en cuyas regionales de octubre pasado obtuvo el 16,8%.
El auge de las derechas radicales ha ocurrido ya en otros países europeos como Francia, Italia, Países Bajos y Hungría. Pero con el resultado del domingo, en consonancia con resultados recientes, llega así al corazón económico de Europa, justo en un momento en el que la economía no marcha bien.
Si bien el feudo del AfD se ubica en el este de Alemania, en el oeste también está teniendo buenos resultados.
Ha sido el encarecimiento del combustible, derivado del conflicto en Ucrania, lo que está generando un recalentamiento en la industria alemana, repercutiendo en importantes sectores de esa sociedad. El Bundesbank ha recalculado, a la baja, las estimaciones de crecimiento para 2024, ubicándolas en 0,3 %.
El anuncio del Gobierno alemán, difundido en agosto, de reducir drásticamente la ayuda militar a Ucrania, quizás trataba de amortiguar un poco el golpe electoral que ya pronosticaban todas las encuestas, pero de lejos no ha sido suficiente.
Pocos días antes de los comicios, el Gobierno de Ucrania informó que no renovará el contrato que permite el paso de un gasoducto desde Rusia, lo que genera nuevas complicaciones en materia energética.
Quizá todavía los analistas políticos no han analizado a fondo las consecuencias producidas por la voladura del gasoducto Nord Stream II, pero lo cierto es que este acontecimiento inauguró un nuevo escenario y un nuevo grado de complejidad para la sociedad alemana, por no decir del mundo.
Este resultado del domingo no es sino parte de esa política de «bloquear» indirectamente a Alemania, al punto de instaurarse un nuevo Tratado de Versalles, aún soft, pero que está teniendo consecuencias similares a las ocurridas durante la entreguerra mundial. El crecimiento de la ultraderecha, confirmado este domingo, es apenas un ejemplo del nuevo panorama que se instaura en Alemania.
Crisis política en los partidos de gobierno alemán
Mientras tanto, en la arena política, el Gobierno, después de las regionales, está contra las cuerdas. Todos los partidos de la coalición gobernante han recibido un duro voto castigo en estas regionales y también en las europeas.
Las organizaciones políticas que integran la coalición gobernante: el Partido Social Demócrata (PSD), los Verdes y el Partido Liberal Demócrata (FDP), han quedado desguarnecidos ante el ascenso del AfD y el reacomodo del conservadurismo del Partido Demócrata Cristiano (CDU), quien ganó, por muy poco, en Sajonia.
Todos los partidos de la coalición gobernante han recibido un duro voto castigo en estas regionales y también en las europeas.
La posibilidad de adelantar elecciones, tal como se ha comenzado a comentar, en lo que podría ser llamado una «salida a lo Macron» (en ambos casos producto del auge electoral de la derecha extrema), podría suponer un cambio hacia el conservadurismo, así como también, el ascenso histórico del AfD.
La izquierda populista también dio señales de vida en estas regionales. La votación de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) llegó a dos dígitos, a pesar que es un partido que se presenta por primera vez. Ahora habría que esperar si su buen resultado se circunscribe al este del país o también puede conseguir bastiones al oeste; así como su postura ante una posible convocatoria para hacer gobierno. Lo que sí puede considerarse es que el crecimiento sorpresivo de BSW es una señal política para toda la izquierda alemana en el sentido de la necesidad de producir nuevas ofertas en materia de inmigración, sobre el conflicto ucraniano y de las políticas contra el calentamiento global que están haciendo mella también en el campesinado europeo.
Hay que recordar que en el mes de enero de este año hubo manifestaciones de peso en toda Alemania y que el movimiento campesino tomó Berlín, como protesta contra las medidas de transición energética que suponen rebajar las subvenciones al diésel agrícola. Así que las decisiones de la izquierda liberal y la socialdemocracia al respecto, no parecen poder contar con apoyo popular como para disputar terreno a la extrema derecha en ascenso. Es el modelo de la fórmula de gobierno, actualmente existente, el que se está deshilachando.
Cordón sanitario
El principal obstáculo que debe romper la AfD es el «cordón sanitario» en su contra por parte del resto de partidos, que se refuerza con la sensación de amenaza que representa la fotografía de estas regionales.
Alice Weidel, colíder del AfD, ha declarado: «sin nosotros, ya no es posible un gobierno estable». Sin embargo, es poco probable que pueda hacer gobierno en Turingia, el estado federado donde ganó cómodamente. Pero en la medida que el partido avanza y se va volviendo un fenómeno electoral, su principal objetivo es acumular fuerzas, para luego enfilarse hacia el lado «más delgado del cordón», como lo viene haciendo la presidenta italiana Giorgia Meloni, sobre la que se concentraban preocupaciones similares.
La influencia de la extrema derecha ya estaría filtrando las coyunturas porosas del conservadurismo clásico alemán, como ocurrió durante el nazismo.
También en enero, ocurrieron manifestaciones de las fuerzas progresistas en contra de una reunión que fue develada por el medio Correctiv, a la que habrían asistido miembros del AfD, militantes de partidos fascistas y también líderes socialcristianos, con el fin de diseñar en conjunto una política para la devolución de migrantes a sus países de origen.
Esto quiere decir que la influencia de la extrema derecha ya estaría filtrando las coyunturas porosas del conservadurismo clásico alemán, como ocurrió durante el nazismo y que el cordón puede estar presentando fisuras, algo que veremos en la conformación de los gobiernos regionales que fueron o van a votación.
Ante políticas similares a las del Tratado de Versalles, no podría esperarse algo muy diferente a la crónica anunciada. La extrema derecha ha tocado la puerta del corazón industrial de Europa y queda esperar si en esta ocasión la podrán detener.