Las gradas, doña Miriam… ¿las gradas?

Por: Luis Córdova

 

Me consta que es una gran lectora. Es frecuente verla entre los tramos de la librería capitalina donde de alguna manera todos los perseguidores de nuevos libros coincidimos.

Por eso estoy convencido que, por su demostrada cultura, conoce el poder de las metáforas.

Pienso que fue un error, se la zafó, el decir que no se puede actuar “administrando justicia para las gradas”.

Gradas existen en los eventos deportivos o en los espectáculos artísticos. Me resisto a creer que se tenga, en algún resquicio interior, la noción de que desde una instancia como sea se esté jugando o que se piense más en el show que provocaría un expediente, declaración, una acusación.

Fue un error, como el exabrupto ante la prensa la semana pasada.

Doña Miriam escuchó el aplauso desde las gradas cuando respondió mediante carta a Balaguer, cuando fue víctima en una evaluación televisada y cuando fue designada en su cargo por ser independiente y no por coincidir en la Plaza de la Bandera.

Ojalá tantos aplausos no la estén convirtiendo en sorda. Las gradas, es decir nosotros, esperamos que no.

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