Enfrentar al sicariato

Juan Dionicio Rodríguez Restituyo

“La nación está obligada a conservar y proteger, por medio de leyes sabias y justas, la libertad personal, civil e individual; así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen. El crimen jamás prescribe”.
—Juan Pablo Duarte

Esta semana, el segundo teniente de la Policía Nacional ingeniero Ramón Antonio Cabrera Ferrer fue ultimado en un acto típico de sicariato frente a la escuela donde buscaba a sus hijos, en el sector María Auxiliadora del Distrito Nacional. Con esta muerte, suman ya cuatro los agentes del orden que han perdido la vida en menos de dos semanas en circunstancias sospechosas.

El sicariato, definido como el crimen por encargo, involucra generalmente a tres actores: el autor intelectual, quien ordena el asesinato, el autor material, quien ejecuta el acto y, en muchos casos, un intermediario que sirve como vínculo entre ambas partes. El autor material, por lo general, no conoce a sus víctimas; pero actúa bajo contrato, a menudo motivado por dinero.

En el Código Penal de la República Dominicana no se contempla específicamente la figura del sicariato. Por esta razón, quienes cometen estos crímenes suelen ser acusados de asesinato en el caso del autor material y de complicidad en el caso del autor intelectual. Recientemente, el presidente de la República, Luis Abinader, sometió al Congreso dos proyectos de ley orientados a la persecución y judicialización de las organizaciones criminales. Estos proyectos buscan endurecer las penas relacionadas con este tipo de delitos y ofrecer mayor atención a las víctimas.

En el país, esta modalidad de crimen ha venido creciendo, a menudo favorecida por la complicidad de algunas autoridades. En ciertos momentos, incluso la propia fuerza pública ha sido señalada por actos de violencia similares al sicariato, lo que se clasifica como crímenes de Estado; especialmente cuando agentes del orden ejecutan a ciudadanos sin un proceso judicial. Además, las cárceles se han convertido en un centro de operaciones para estos crímenes, ya que los internos actúan como intermediarios seguros e incluso llegan a realizar encargos «fiados».

Las causas que llevan a las personas a involucrarse en el sicariato son complejas y variadas. Entre los factores más comunes están la pobreza, la falta de oportunidades laborales, la influencia de organizaciones criminales, la coerción y las amenazas. A esto se suma una creciente cultura de violencia, corrupción e impunidad que agrava el problema. En la República Dominicana, cerca de cinco mil personas mueren de manera violenta cada año, lo que refleja una sociedad que cada vez se torna más agresiva y tolerante con la violencia.

Combatir el sicariato requiere un enfoque integral que incluya medidas preventivas, fortalecimiento de las fuerzas de seguridad, reformas judiciales y programas sociales que reduzcan la violencia y la criminalidad. También es fundamental la colaboración ciudadana para romper este ciclo de impunidad.

El asesinato del segundo teniente e ingeniero Ramón Antonio Cabrera Ferrer, quien deja a dos niños huérfanos, exige una respuesta contundente por parte de las autoridades. Desde ojopublico.netnos mantendremos vigilantes para que este caso, como cualquier otro, sea esclarecido y no quede en la impunidad.

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