Entre Pandora Paper´s y el arte de mentir (II)
Por Carlos Pregollini.TELESUR. Es una mentira más repetir ingenuamente que la pandemia empobreció a ¿todos? Un grupo de 13 empresarios mexicanos, con Carlos Slim a la cabeza aumentó su fortuna a 136.300 millones de dólares en 2021. La revista Forbes agrega que en un año este grupo de mexicano elevó su patrimonio en 34.900 millones de dólares, más del triple de las remesas familiares enviadas a México, superando el saldo de la deuda externa del gobierno federal.
A escala global, el último año la riqueza de los multimillonarios se disparó un 63% al pasar de 8 billones a 13.1 billones de dólares, surgiendo un nuevo multimillonario cada 17 horas, formando parte de un listado de familias o ricos mayores a mil millones de dólares (La Jornada, 7 de abril del 2021, Braulio Carbajal).
Según la misma fuente, Jeff Bezoz, dueño de Amazon, repitió como el más rico del mundo por cuarto año consecutivo, con un valor de 177.000 millones de dólares, seguido por Elon Musk, dueño de Tesla y Bernard Arnault, dueño de la marca de lujo Louis Vuitton.
En el capitalismo, estas fortunas obscenas e inalcanzables para el ciudadano común, se compone por éxitos mediáticos que son acompañados por medios que tienen como dueños a muchos de estos empresarios, sumado a los poderes fácticos que retroalimentan continuamente el pensamiento de la mayoría de la población, que los consideran íconos tanto a los empresarios como a los futbolistas, cantantes o actores que forman parte de esta élite prefabricada por la misma sociedad de consumo.
De vez en cuando aparecen en las llamadas revistas de corazón acompañados por actrices famosas o más cotidianamente en compañía de galas benéficas o compromisos sociales que distraen a través del financiamiento de campañas políticas para pasar a manipular la escena nacional.
Sin embargo, y más allá de la admiración de multitudes por su calidad de ricos y famosos, muchos de ellos se ven implicados en escándalos por evasión fiscal, fuga de divisas o lavado de dinero, tal es el caso de la última revelación de un grupo de periodistas de investigación en el caso Pandora Paper’s.
A pesar que estas decisiones corruptas y dañinas para nuestros pueblos, ya que consecuencia de ello existen menos escuelas, transporte, hospitales, medicinas y otras necesidades básicas, observamos una inercia escalofriante en las altas esferas de los gobiernos y la justicia, porque la inmensa mayoría de estos inescrupulosos personajes son impunes a las penas máximas que por mucho menos sufriría cualquier ciudadano.
Los ricos, multimillonarios y sus bien pagados asesores fiscales no sólo roban descaradamente a la hacienda pública, sino que frivolizan la situación cuando son descubiertos, alegando que ya cerraron sus oficinas off shore (caso el inefable Mauricio Macri, o los hoy todavía presidentes de Chile, Ecuador y Colombia) o llegan a pactos con las mismas autoridades, tal es el ejemplo de futbolistas como Messi, Cristiano Ronaldo o famosos cantantes como Shakira, Julio Iglesias o Luis Miguel. También aparecen en el listado de personajes llenos de codicia y de doble vara, intelectuales como el siempre falso moralizador Mario Vargas Llosa.
Acostumbrados a mentir, y más allá de declaraciones vacuas o edulcorantes, estos personajes saben perfectamente que se han convertido en delincuentes de cuello blanco, pero también saben que gozan de privilegios y la complicidad con el poder para eludir los cargos correspondientes por dichos delitos,
La fuga de divisas, el lavado de dinero, que sólo sirvió para aumentar fortunas fuera de toda ética, está directamente relacionada con la agobiante deuda externa de los países de Nuestra América. Son actividades fraudulentas que intentan omitir a través de los medios hegemónicos, o escudarse en las «lagunas jurídicas» porque ese dinero forma parte del circuito financiero de empresas fantasmas, dónde se confunden las fortunas de los grandes tratantes de blancas, del narcotráfico y los contrabandistas de armas, allí dónde todo se revuelve en aras que los poderes fácticos sigan mintiendo y pisando fuerte la pobre inocencia de las grandes mayorías.
Es hora que nuestras democracias se pongan de pie para revisar y separar judicialmente la deuda legítima de la ilegítima, la misma deuda que alegremente ofrecen los organismos multilaterales para endeudar a nuestros países, hipotecando el futuro de varias generaciones. Son deudas privadas que tienen nombre y apellido, sin embargo, el mismo Estado se encarga que los pueblos sean quienes la pagan. Ya no basta con la retórica, con denuncias que siempre van a caer en saco roto, gracias a la impunidad de los poderosos y la sumisión de gobiernos elegidos para cumplir de una buena vez lo que han prometido.
En síntesis, ahí se encuentra la deuda espuria contraída por los gobiernos y los pueblos del dinero fugado y mal habido, el mismo dinero que corrompe y que a través del fraude y la codicia determina continuamente la postergación de los justos sueños de equidad y justicia.