Estados Unidos: entre calumnias y amenazas

La Jornada

Conforme se hace más evidente la inviabilidad política, económica y moral de las estrategias trumpistas, su autor principal y su equipo de gobierno intensifican la agresividad hacia el mundo exterior en general. Tras anunciar la imposición de aranceles de 50 por ciento a Brasil, un gravamen especial al cobre chileno, medidas similares a países que hasta ahora han sido aliados tan estrechos de Washington como Japón y Corea del Sur, Donald Trump amagó con tarifas impositivas de 30 por ciento a las importaciones provenientes de México.

Si bien los amagos trumpianos han ido perdiendo su filo a medida que se demuestra que son precisamente eso, amagos para buscar negociaciones que resulten ventajosas para Washington –y perjudiciales para sus socios comerciales–, los ya característicos anuncios hostiles, retrocesos y zigzagueos del millonario republicano constituyen un factor de desorden e incertidumbre para el conjunto de la economía mundial y para las relaciones internacionales.

Y para el que este juego con las expectativas resulta más nocivo es para el propio gobierno de Estados Unidos, el cual es ya considerado por amigos y adversarios como un actor inestable, imprevisible y, en resumidas cuentas, poco serio. Ello, sin contar con que para la industria, el comercio, las finanzas y la sociedad de la superpotencia, los aspavientos de Trump están resultando ya desastrosos.

En forma simultánea, la campaña de difamaciones e insultos contra México que se ha ido generalizando en los mundillos gubernamental, mediático, legislativo y judicial del país vecino, sumó un nuevo episodio con lainsinuación del abogado defensor del narcotraficante Ovidio El Ratón Guzmán, Jeffrey Lichtman, quien el viernes pasado acusó a la presidenta Claudia Sheinbaum de actuar como el brazo de relaciones públicas del cártel de Sinaloa, en lo que constituyó, más que un alegato a favor de su defendido, un cierre de filas con las contradictorias políticas de la administración trumpista, la cual por un lado declara organizaciones terroristas a grupos delictivos mexicanos y por el otro, negocia impunidades para uno de los más connotados cabecillas de una de esas organizaciones y hasta le concede la residencia en territorio estadunidense a su extensa familia de 17 miembros.

En la medida en que la insolencia de Lichtman se produjo como respuesta a la mandataria mexicana, quien se refirió precisamente a esa contradicción, puede darse por hecho que el abogado actúa en consonancia con la Casa Blanca, con el Departamento de Justicia y con graves declaraciones calumniosas divulgadas recientemente por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, y la fiscal general Pamela Bondi y demás funcionarios, legisladores republicanos y medios masivos que en otros asuntos suelen mostrar profundos desacuerdos con el trumpismo.

Acaso sin darse cuenta, Lichtman ha dejado en evidencia que si un gobierno establece y mantiene tratos con el narcotráfico es precisamente el de Washington, el cual consiente ahora a Ovidio Guzmán con pactos de benevolencia, posiblemente a cambio de testimonios arreglados que le permitan a la Casa Blanca extorsionar y chantajear a países como el nuestro, el cual capturó y extraditó a Estados Unidos al propio Ratón y demostró así que cumple rigurosamente su parte en la colaboración binacional contra la delincuencia, mientras la administración trumpiana da muestras de estar haciendo todo lo contrario.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.