Fidel Castro, incansable revolucionario
Por Hernando Calvo Ospina. A cinco años de su partida física : “Es una de las grandes figuras del siglo XX. En Francia no hay quien tenga su estatura, ni siquiera Charles de Gaulle. Se ame a Fidel o no, este hombre es un mito vivo”. Esas palabras son las del gran actor francés, Pierre Richard, quien me las ofreció durante una entrevista.
Y sí, efectivamente, Fidel, como tenemos la costumbre de llamarlo aquellos que admiramos su trayectoria y su obra, es un personaje fuera de lo común.
En tres ocasiones tuve la oportunidad de poder compartir un momento de diálogo con él y esos tres momentos quedaron grabados en mi memoria, entre los más importantes de mi vida. Tuve también la suerte de escucharle varias veces. No tomaba notas escuchando sus análisis, pues sabía que al día siguiente los leería en la prensa cubana. Prefería tomar mi tiempo para observarlo.
Ver como sus manos se movían cerca de su barba mientras que el dedo índice de su mano derecha se agitaba como la batuta de un director de orquesta. En cada ocasión temí que su voz se quebraría, pues se tornaba ronca, pero siempre me equivoqué y él hablaba por más de cuatro horas seguidas, que -según el sentido de sus frases- él era por turno dirigente, profesor, compañero o papá.
Una larga investigación en la historia de la humanidad sería necesaria para saber si existió alguna vez un líder político con tantas capacidades como las que demuestra Fidel. Dotado de una memoria prodigiosa, puede realizar de imprevisto, y de un abrir y cerrar los ojos, cálculos matemáticos. Tras un discurso ofrecido en la Televisión sobre la geoestrategia, dio consejos a la población sobre la mejor manera de preparar un plato de gastronomía cubana con una olla multifuncional como las que el gobierno iba a distribuir a precio módico.
Durante la guerra de liberación de Angola y contra el estado racista de África del Sur, él fue el consejero de sus generales y dirigió casi todas las principales batallas desde La Habana. Es capaz de asegurar por adelantado el curso de la evolución de un ciclón para después explicar en los medios de comunicación como uno debe prepararse para enfrentar ese fenómeno natural.
Lo que es seguro, es que no tuvo una tarea fácil cuando se permitió comentar un partido de béisbol y que una parte de la población no estuviera de acuerdo con él, pues favorecía a un equipo. Igualmente no hizo reír a nadie cuando propuso controlar el consumo del ron para proteger la salud del pueblo cubano: es una de las raras propuestas de Fidel que nunca se pudieron aplicar.
Que yo sepa, en una sola oportunidad se creyó que había enloquecido. Fue durante un discurso en la Ciudad de Camagüey, el 26 de julio de 1989. El declaró: “Si mañana u otro día, conocemos al despertar que estalló una gran guerra civil en la URSS; o si al despertar nos enteramos que la Unión Soviética se desintegró, cosa que no deseamos que llegue jamás, etc., etc. “. Yo insisto, él pronunció esas palabras en julio de 1989 y muchos se inquietaron por el Comandante y pensaron que el sol le había hecho daño; y sin embargo, dos años más tarde, ¿qué fue lo que pasó?. ¡Desintegración de la URSS! Fidel había ya analizado la ruta tomada por Gorbatchov.
Y con la desaparición de la URSS y del bloque socialista europeo llegaron los momentos más difíciles vividos por la revolución cubana, pues Cuba se encontró sola en el mundo. Se acabó el petróleo, la electricidad, la comida. Muchos gatos terminaron en una olla. Durante casi ocho años los cubanos soportaron la misma situación que la de Europa al final de la Segunda Guerra Mundial. Con una gran diferencia: los Estados Unidos distribuían alimentos con crédito a Europa, mientras que en el caso de Cuba reforzaron el bloqueo para que la escasez y el hambre hicieran hundir la Revolución.
Y ese 26 de julio de 1989, Fidel había dicho igualmente que si la URSS incluso desapareciera, “en tales circunstancias, Cuba y la Revolución Cubana continuarían luchando y continuarían resistiendo”.
¡Y resistieron! El FMI y el Banco Mundial no entienden como pudieron salir del abismo sin privatizar una sola escuela ni un solo hospital. Busqué las respuestas en las calles de Cuba y mucha gente me contestó la misma cosa: “Fidel dijo que íbamos a salir del mal momento y lo hemos creído”. Y me atrevo a precisar: es la fe en Fidel y en la Revolución que dirige lo que permitió a la gente vencer ese momento, pero también la solidaridad entre los cubanos que compartieron la poca sal y el poco arroz que tenían.
La revolución sobrevivió también porque Fidel y los cubanos no quisieron copiar ningún sistema, ni el chino, ni el soviético, ni ningún otro. Ellos construyeron una revolución a lo cubano. Fidel no aprueba a los copiadores. Siempre dijo que era mejor equivocarse por sí mismo. Así, durante cincuenta años, a pesar de los errores, Fidel y los cubanos hicieron una sociedad más igualitaria. Pero no olvidemos que cincuenta años son poco tiempo para liberarse de la carga de 500 años de colonialismo europeo y estadounidense.
Fidel ha sido un estratega como hay pocos en la historia de la humanidad. Un soñador con un corazón inmenso que ha vivido para su pueblo y para la revolución: Ha sido un soldado de primera línea. Además ha hecho mucho por muchos pueblos del mundo. Mientras que la mayoría de los gobernantes proponían mandar tropas, él enviaba de manera gratuita médicos y profesores. Haití es el último ejemplo.
Yo recuerdo mi incredulidad cuando conocí que Fidel había decidido crear la Escuela Latinoamericana de Medicina para ofrecer becas a miles de jóvenes de América Latina y también de Estados Unidos. Fue a finales de los años 90, cuando la situación económica era todavía bien difícil. Y esta escuela, ELAM, está ahí y forma médicos para todo el continente.
En diciembre del 2011, Fidel entró en el Libro Guiness de Records como “la persona que más se ha intentado asesinar”. Se calcula que desde 1959 y hasta el año 2000, se hicieron 638 proyectos y tentativas de asesinatos, en su mayoría dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Y no se puede olvidar que la CIA está directamente subordinada al Presidente de esa nación. Wayne Smith, quien fue uno de los jefes de la sección de Intereses de Estados Unidos de Estados Unidos en La Habana, me dio su versión de las razones por las cuales asesinar a Fidel devino una obsesión para su gobierno. He aquí lo que me dijo: “muchos de nuestros líderes políticos creyeron que Cuba tenía que formar parte de nuestro territorio; o que teníamos el derecho de decidir lo que debía pasar allí. Y si Castro no estuviera estado allí la cosa había sido así. Castro se convirtió en un obstáculo que nos desafió y que se burló de nosotros. Y eso una superpotencia no puede soportarlo”.
Este diplomático habría podido añadir que Fidel y su Revolución hicieron estremecer el continente americano. Nada fue como antes ni militarmente ni políticamente: Washington tuvo que readaptar toda su estrategia de imperio.
Pero, ¿cómo Fidel Castro pudo sobrevivir a tanto ensañamiento y medios empleados en su contra? Uno recuerda que del 8 de enero de 1959 después que Fidel entró triunfalmente en La Habana, en medio de su discurso, una paloma se colocó en su hombro. El silencio se impuso entre los asistentes, muchos hicieron señal de la cruz ante lo que interpretaban como una señal de Dios que bendecía al elegido. Pero ningún poder extraterrestre hubiera sido suficiente para asegurar su seguridad, sino hubiera existido un pueblo en Cuba y en el exterior, y numerosos amigos de esta revolución, para protegerlo.
El 19 de febrero del 2008 yo estaba en La Habana, el sol de la mañana esta resplandeciente, más el ambiente era diferente. Unas horas antes se difundió el mensaje de Fidel en el que renunciaba a sus funciones de Presidente del Consejo de Estado y de Comandante en Jefe. El pedía que continuaran llamándole simplemente “compañero Fidel”. Vi con frecuencia lágrimas en los ojos de las personas con las que me cruzaba esa mañana. “Es como si un padre renunciara a ser padre”, me decían. Ya hacia el mediodía la mayor parte de la gente exclamaba: “¿Fidel, renunciar?” ¡Si Fidel es Fidel! ¡Él será siempre nuestro Comandante en Jefe, incluso después de su muerte!”
Aunque alguna gente no quisiera escucharlo, voy a decirlo: si, Fidel ha cometido errores. Es un ser humano. Construyendo se cometen errores. Más aún cuando construye con la espada de la más grande potencia encima de la cabeza. Por otro lado, Fidel ha reconocido sus errores. Para saberlo, es suficiente leer una parte de su vasta obra intelectual. Yo admiré y admiro su capacidad de continuar avanzando y corrigiendo sus errores.
Por todas esas razones y muchas otras, tengo para él un inmenso respeto y admiración como dirigente político, por el ser humano y por el soñador. Porque gracias a él, no hay en Cuba la miseria que reina en América Latina, también en los Estados Unidos y en muchos lugares en Europa, inclusive en la bella ciudad de París. No hay un solo niño en Cuba que duerma en la calle, que sufra de hambre o que no vaya a la escuela. Es la obra de Fidel. Actuar por el futuro de los niños, es también actuar por todas las generaciones y ¿no es ésta la obra más noble y más grandiosa?
A pesar de todo eso, son muchos todavía los que tratan a Fidel de dictador y que desean su muerte. Pero ellos no saben, o no desean saber, que millones de personas en el mundo necesitan que existan Fideles. Millones de personas necesitan un Fidel Castro Ruz que les permita creer que son seres humanos y que no vinieron al mundo solamente para sufrir.
Paris, Casa de América Latina, 17 de abril del 2013.