Friedrich Merz, Alemania y el lento suicidio de Europa

Roberto Iannuzzi.

Foto: Friedrich Merz.(Foto: IMAGO/foto2press)

Merz, Macron y Starmer hacen, paradójicamente, el juego a Trump, mientras que el aumento del gasto militar se utilizará para justificar nuevos recortes en los servicios públicos y el Estado del bienestar.


Las elecciones alemanas terminaron más o menos como se esperaba.

El partido de extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD) logró el mejor resultado de su historia a escala nacional (20,8%), pero fueron los conservadores cristianos de la CDU/CSU liderados por Friedrich Merz quienes ganaron con un 28,5%.

Los partidos de la coalición gubernamental fueron duramente castigados: los socialdemócratas (SPD) del Canciller Olaf Scholz sólo obtuvieron el 16,4%.

En la izquierda, el partido de Sahra Wagenknecht (BSW) no logró entrar en el Parlamento por los pelos (4,97%).

A la vista del descontento popular con el gobierno de Scholz, el conservador Merz y su partido no lograron un mandato fuerte, pues sólo obtuvieron 4 puntos porcentuales.

Descartada una alianza con la AfD, la CDU/CSU se verá probablemente obligada a formar coalición con el derrotado SPD, que venderá cara su piel. Una ampliación para incluir a los Verdes no parece estar en la agenda.

Alemania refleja una parte importante del paisaje europeo. Las élites políticas tradicionales siguen retrocediendo y se desplazan hacia la derecha, pero no la abandonan.

La llamada ‘derecha populista’ crece sin cesar, pero no se abre paso, frenada por sus propias contradicciones internas.

Mientras que las alternativas de la izquierda no logran salir de la irrelevancia, por su propia incapacidad y porque el establishment se opone a ellas en todos los sentidos. Prevalecen la desorientación y la fragmentación.

En la escena internacional, una Alemania sin visión de futuro (al igual que Europa)sigue sin actuar, limitándose a reaccionar de forma apresurada a los acontecimientos configurados por otros.

El caso de Rusia es emblemático. Cuando estalló el conflicto ucraniano, líderes europeos como Scholz y el presidente francés, Emmanuel Macron, se mostraron reacios a sumarse a la campaña de ayuda militar en apoyo de Ucrania promovida de un plumazo por los Estados Unidos del presidente Biden.

Buscaron atisbos de diálogo con Moscú, pero no tuvieron el valor de romper filas desafiando abiertamente a Washington.

Ahora, ante la iniciativa negociadora de Trump, percibiendo la brecha ideológica que les separa del presidente estadounidense, estos mismos líderes hacen lo contrario, aferrándose a las directrices de la pasada administración.

En lugar de tomar la iniciativa abriendo una mesa europea con Rusia, algo que EEUU siempre ha prohibido, pretenden continuar el conflicto a toda costa, temiendo el riesgo imaginario de una conquista rusa de Europa.

La élite política alemana, representada por la CDU/CSU y los partidos del gobierno saliente, sigue anclada en el ideal atlantista que promueve la democracia y los valores liberales, condenando a Rusia sin apelación y apoyando al mismo tiempo la indescriptible masacre llevada a cabo por Israel en Gaza, y la cada vez más violenta campaña israelí en Cisjordania.

Mientras tanto, la economía alemana sigue cayendo en espiral en gran parte debido a las sanciones autodestructivas impuestas a Rusia y al aumento de los precios de la energía que siguió a la renuncia de Moscú al gas barato.

En lugar de intentar cerrar este desgraciado capítulo de la historia europea, Alemania y Europa parecen decididas a lanzar una carrera de rearme.

Poco antes de la votación alemana, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, dejó caer que la UE estaba dispuesta a lanzar un paquete exorbitante (700.000 millones de euros) para la “seguridad” de Europa justo después de las elecciones federales en Alemania.

Merz, probable sucesor de Scholz, parece apoyar el plan. Tras su victoria electoral, el líder de la CDU declaró que

para mí, la máxima prioridad será fortalecer Europa lo antes posible para que, paso a paso, podamos lograr realmente la independencia de Estados Unidos.

Queda por ver en qué consiste esta ‘independencia’, aparentemente pensada sobre todo en sentido militar.

Merz, antiguo ejecutivodel gigante financiero estadounidense BlackRock, desempeñó un papel destacado a la hora de facilitar la compra de empresas alemanas por parte de inversores estadounidenses.

A pesar de los intentos de hacer despegar la industria europea de defensa tras el estallido del conflicto ucraniano, según el informe sobre la competitividad europea elaborado por el ex presidente del BCE Mario Draghi, los países europeos siguen comprando el 78% de sus equipos de defensa fuera de la Unión (el 63% a Estados Unidos).

Por no hablar del papel que desempeñan las industrias del complejo militar-industrial estadounidense en el sector de la defensa de muchos países europeos.

El 25% del accionariado de Rheinmetall, la empresa líder de la industria de defensa alemana está en manos de grandes grupos financieros estadounidenses: BlackRock, Bank of America, Goldman Sachs, Capital Group y otros.

Merz, Macron y el primer ministro británico Keir Starmer, por tanto, hacen paradójicamente el juego a Trump, prometiendo asumir la carga económica y militar de la defensa de Ucrania, como quiere la Casa Blanca, y pasando a enriquecer a la industria armamentística y a los gigantes financieros estadounidenses.

Mientras tanto, la persistencia del nuevo Telón de Acero en Europa y la creciente desconfianza europea hacia China dejarán al viejo continente al margen del proceso de integración euroasiático, y económicamente dependiente de EEUU.

Mientras que el aumento del gasto militar se utilizará para justificar nuevos recortes en los servicios públicos y en el Estado del bienestar.

Este artículo apareció en Il Fatto Quotidiano

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