Gaza una pausa antes de la tormenta
Pepe Escobar.
Imagen: The Cradle
EEUU y sus aliados seguirán respaldando la guerra de Israel contra Gaza tras una breve tregua. Pero a medida que se fortalezca el caso del «genocidio», las nuevas potencias multipolares tendrán que enfrentarse a las viejas hegemonías y a su Caos Basado en Reglas.
Mientras el mundo grita «genocidio israelí», la Casa Blanca de Biden se ufana de la próxima tregua en Gaza que ayudó a negociar, como si en realidad estuviera «a punto» de obtener su «mayor victoria diplomática».
Detrás de las narrativas autocomplacientes, la administración estadounidense no está ni remotamente «recelosa del juego final de Netanyahu», sino que lo respalda plenamente, genocidio incluido, como se acordó en la Casa Blanca menos de tres semanas antes del Diluvio de Al-Aqsa, en una reunión celebrada el 20 de septiembre entre el presidente israelí Benjamin Netanyahu y los manipuladores de Joe «La Momia» Biden.
La «tregua» mediada por EEUU y Qatar, que supuestamente entrará en vigor esta semana, no es un alto el fuego. Es una maniobra de relaciones públicas para suavizar el genocidio de Israel y levantar su moral asegurando la liberación de unas docenas de cautivos. Además, los antecedentes demuestran que Israel nunca respeta los altos el fuego.
Como era de esperar, lo que realmente preocupa a la administración estadounidense es la «consecuencia no deseada» de la tregua, que
permitirá a los periodistas un acceso más amplio a Gaza y la oportunidad de iluminar aún más la devastación que allí se vive y de hacer que la opinión pública se vuelva contra Israel.
Desde el 7 de octubre trabajan en Gaza periodistas de verdad las 24 horas del día, decenas de los cuales han muerto a manos de la maquinaria militar israelí en lo que Reporteros Sin Fronteras califica de «uno de los balances más mortíferos del siglo».
Estos periodistas no han escatimado esfuerzos para llegar hasta el final e «iluminar la devastación», un eufemismo para referirse al genocidio en curso, mostrado con todo su espantoso detalle para que lo vea todo el mundo.
Incluso el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS), a su vez atacado implacablemente por Israel, reveló, un tanto dócilmente, que éste ha sido «el mayor desplazamiento desde 1948», un «éxodo» de la población palestina, con la generación más joven «obligada a vivir traumas de antepasados o padres».
En cuanto a la opinión pública de todo el Sur Global/Mayoría Global, «se volvió» hace tiempo contra el extremismo sionista. Pero ahora la Minoría Global, la población del Occidente colectivo, observa embelesada, horrorizada y amargada que, en sólo seis semanas, los medios sociales les han expuesto lo que los medios dominantes ocultaron durante décadas. No habrá vuelta atrás ahora que ha caído el centavo.
Un antiguo estado del Apartheid marca el camino
El gobierno sudafricano ha allanado el camino, a escala mundial, para la reacción adecuada ante un genocidio en desarrollo: el parlamento votó cerrar la embajada israelí, expulsar al embajador israelí y cortar los lazos diplomáticos con Tel Aviv. Los sudafricanos saben un par de cosas sobre el apartheid.
Ellos, como otros críticos de Israel, más vale que sean extra cautelosos de cara al futuro. Cabe esperar cualquier cosa: un estallido de falsas banderas de «terra terra» dirigidas por la inteligencia extranjera, calamidades meteorológicas inducidas artificialmente, falsas acusaciones de «violación de los derechos humanos», el hundimiento de la moneda nacional, el rand, casos de lawfare, apoplejía atlantista variada, sabotaje de la infraestructura energética. Y mucho más.
Varias naciones deberían haber invocado ya la Convención contra el Genocidio, dado que los políticos y funcionarios israelíes se han jactado, en público, de arrasar Gaza y asediar, matar de hambre, asesinar y trasladar en masa a su población palestina. Ningún actor geopolítico se ha atrevido hasta ahora.
Sudáfrica, por su parte, tuvo el valor de ir donde pocos Estados musulmanes y árabes se han aventurado. Tal y como están las cosas, en lo que respecta a gran parte del mundo árabe, especialmente los Estados clientes de EEUU, siguen en territorio de la Ciénaga Retórica.
La «tregua» mediada por Qatar llegó precisamente en el momento oportuno para Washington. Robó el centro de atención de la delegación de ministros de Asuntos Exteriores islámicos/árabes de gira por determinadas capitales para promover su plan de un alto el fuego completo en Gaza, además de negociaciones para un Estado palestino independiente.
Este Grupo de Contacto sobre Gaza, que reúne a Arabia Saudí, Egipto, Jordania, Turquía, Indonesia, Nigeria y Palestina, hizo su primera parada en Pekín, donde se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, y después en Moscú, donde se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov. Fue sin duda un ejemplo del BRICS 11 ya en acción, incluso antes de que empezaran a funcionar el 1 de enero de 2024, bajo la presidencia rusa.
La reunión con Lavrov en Moscú se celebró simultáneamente con una sesión extraordinaria en línea de los BRICS sobre Palestina, convocada por la actual presidencia sudafricana. El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, cuyo país lidera el Eje de la Resistencia de la región y rechaza cualquier relación con Israel, apoyó las iniciativas sudafricanas y pidió a los Estados miembros del BRICS que utilizaran todas las herramientas políticas y económicas disponibles para presionar a Tel Aviv.
También fue importante escuchar del propio presidente chino Xi Jinping que «no puede haber seguridad en Oriente Medio sin una solución justa a la cuestión de Palestina».
Xi subrayó una vez más la necesidad de «una solución de dos Estados», la «restauración de los derechos nacionales legítimos de Palestina» y «el establecimiento de un Estado independiente de Palestina». Todo ello debe comenzar mediante una conferencia internacional.
Nada de esto es suficiente en este momento: ni esta tregua temporal, ni la promesa de una futura negociación. En el mejor de los casos, la administración estadounidense, que está luchando contra una inesperada reacción mundial, ha conseguido que Tel Aviv decrete una breve «pausa» en el genocidio. Esto significa que la carnicería continúa al cabo de unos días.
Si esta tregua hubiera sido un «alto el fuego» real, en el que se detuvieran todas las hostilidades y la maquinaria bélica de Israel se retirara por completo de la Franja de Gaza, las opciones al día siguiente seguirían siendo bastante sombrías. El profesional de la realpolitik John Mearsheimer ya fue al grano: una solución negociada para Israel-Palestina es imposible.
Basta con echar un rápido vistazo al mapa actual para demostrar gráficamente cómo la solución de los dos Estados, defendida por todos, desde China-Rusia hasta gran parte del mundo árabe, está muerta. Un conjunto de bantustanes (1) aislados nunca podrá cohesionarse como Estado.
Agarremos todo su gas
Ha habido un ruido atronador en todo el espectro de que, con la llegada del petroyuan cada vez más cerca, los estadounidenses necesitan urgentemente la energía del Mediterráneo Oriental comprada y vendida en dólares estadounidenses, incluidas las vastas reservas de gas frente a la costa de Gaza.
Entra en escena el asesor de seguridad energética de la administración estadounidense, enviado a Israel para «debatir posibles planes de revitalización económica para Gaza centrados en yacimientos de gas natural no desarrollados en alta mar»: qué eufemismo más bonito.
Pero, aunque el gas de Gaza es, en efecto, un vector crucial, Gaza, el territorio, es una molestia. Lo que realmente importa a Tel Aviv es confiscar todas las reservas de gas palestinas y asignarlas a futuros clientes preferentes: la UE.
Entra en escena el Corredor India-Oriente Medio (IMEC), en realidad el Corredor UE-Israel-Arabia Saudí-Emiratos-India, concebido por Washington como el vehículo perfecto para que Israel se convierta en una potencia energética de encrucijada. Imagina fantasiosamente una asociación energética EEUU-Israel que comercia en dólares estadounidenses, sustituyendo simultáneamente la energía rusa a la UE y frenando un posible aumento de las exportaciones de energía iraní a Europa.
Volvemos aquí al principal tablero de ajedrez del siglo XXI: el Hegemón contra los BRICS.
Hasta ahora, Pekín ha mantenido relaciones estables con Tel Aviv, con cuantiosas inversiones en industrias e infraestructuras israelíes de alta tecnología. Pero el bombardeo israelí de Gaza puede cambiar ese panorama: ningún Soberano real puede protegerse cuando se trata de un verdadero genocidio.
Paralelamente, sea lo que sea lo que se le ocurra al Hegemón en sus diversos escenarios de guerra híbrida y caliente contra los BRICS, China y su multimillonaria Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), eso no alterará la trayectoria racional y estratégicamente formulada de Pekín.
Este análisis de Eric Li es todo lo que hay que saber sobre lo que nos espera. Pekín ha trazado todos los caminos tecnológicos relevantes a seguir en sucesivos planes quinquenales, hasta 2035. En este marco, la BRI debe considerarse una especie de geoeconomía de la ONU sin el G7. Si estás fuera de la BRI, y eso afecta, en gran medida, a los viejos sistemas y élites compradores, te estás autoaislando del Sur Global/Mayoría Global.
Entonces, ¿Qué queda de esta «pausa» en Gaza? La semana que viene, los cobardes respaldados por Occidente reanudarán su genocidio contra mujeres y niños, y no pararán en mucho tiempo. La resistencia palestina y los 800.000 civiles palestinos que aún viven en el norte de Gaza, ahora rodeados por todas partes por tropas y vehículos blindados israelíes, están demostrando que están dispuestos a soportar la carga de la lucha contra el opresor israelí y que son capaces de hacerlo, no sólo por Palestina, sino por todos, en todas partes, que tengan conciencia.
A pesar del terrible precio que hay que pagar en sangre, al final habrá una recompensa: la lenta pero segura evisceración de la construcción imperial en Asia Occidental.
Ninguna narrativa de los medios de comunicación dominantes, ningún movimiento de relaciones públicas para suavizar el genocidio, ninguna contención de la «opinión pública que se vuelve contra Israel» podrá cubrir jamás los crímenes de guerra en serie perpetrados por Israel y sus aliados en Gaza. Tal vez esto sea justo lo que el Doctor (metafísico y de otro tipo) ordenó para la humanidad: una tragedia mundial imperativa, que todos debemos presenciar, y que también nos transformará a todos.
Traducción nuestra
*Pepe Escobar es columnista de The Cradle, redactor jefe de Asia Times y analista geopolítico independiente centrado en Eurasia. Desde mediados de la década de 1980 ha vivido y trabajado como corresponsal extranjero en Londres, París, Milán, Los Ángeles, Singapur y Bangkok. Es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge, Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009), 2030 (Nimble Books, 2020). Su ultimo libro es Raging Twenties (Nimble, 2021).
Nota nuestra
(1) Los bantustanes fueron uno de los mayores ejemplos de la segregación racial impuesta en Sudáfrica por el sistema del apartheid. Se trataba de territorios autónomos inventados por el gobierno sudafricano a los que la población no-blanca estaba obligada a mudarse.
Fuente original: The Cradle