Igual que el escaramujo… el de Silvio
Por Luis Córdova
Hay una parte de la canción por la que recuerdo el resto de la letra, más o menos se describe al personaje que encarna el protagónico de la pieza: “yo soy tan preguntero, tan comilón del acervo…”
Así hay días en los que vamos de la flor al reflujo, miramos desaparecer de los diarios temas y dejarnos la desagradable sensación de que nos han arrebatado la conversación.
Entonces surgen las preguntas, cayendo como en cascada:
¿Sólo me importaba a mí tal o cual tema? ¿Y si el problema ya por fin se solucionó y no me enteré? ¿Se perdió en la mar de las redes sociales la certidumbre?
¿Continúa el poder jugando al olvido?
¿Por qué tenemos los partidos políticos con mayor militancia? ¿Por qué casi todo adulto se inscribe en un partido? ¿Qué se entiende por dirigente político? ¿Cuánto queda vigente de la ley de partidos y la de régimen electoral?
¿A quién finalmente caerá el peso de la ley de extinción de dominio? ¿A cuánta gente le importa la corrupción más allá de lo meramente electoral, la legítima envidia o los recelos de clases?
¿Cuándo se terminará el muro en la frontera? ¿Por qué no marchan los patriotas hacia la frontera y carga un block para adelantar la obra?
¿Qué pasó con el patrullaje mixto en los barrios calientes?
¿Cuántas fiestas y a qué precio estimaron las fiestas de un merenguero y exlegislador para adquirir propiedades de la Procuraduría?
¿En qué salón realizaran las audiencias del caso Medusa? ¿Dónde caben fiscales, abogados y nada más y nada menos que 63 encartados y 400 testigos?
Pero es viernes y mi amigo Juan me dice que deje eso para el lunes… vuelvo a la canción del cubano que me recuerda que “yo vivo de preguntar, saber no puede ser lujo” a fin de cuentas “soy todo lo que se junta para vivir y soñar”.