Juan y Josefo se disputan el liderazgo frente a Roma

Por Joaquín Alberto Ramírez

El gobernador de la provincia de Siria, el general Cestio Galo, volvió a Jerusalén con seis legiones. De acuerdo con Flavio Josefo se limitó a enviar una:Pequeña cantidad de guerreros militares a recoger trigo por las aldeas de alrededor de la ciudad.

El cuarto día, que era a treinta días del mes de octubre, metió el ejército puesto en orden, dentro de la ciudad. El pueblo era guardado por los escandalosos, y ellos, atemorizados de la destreza de los romanos, partieron de los lugares de fuera de la ciudad, y recogiéronse a la parte de dentro y al templo.

Cestio no pudo con Jerusalén

Jerusalén no pudo ser conquistada por el gobernador general Cestio. Contó Flavio Josefo que:Tirannio, que era general, y Prisco y muchos otros capitanes de la gente de a caballo, corrompidos por dineros que les dio Floro, estorbaron la empresa de Cestio e hicieron que los judíos fueses henos de males intolerables y de pérdidas que les acontecieron.

Narró Flavio Josefo que:Al sexto día, Cestio, con muchos flecheros, arremetió al templo por la parte septentrional, y los judíos resistían desde el portal, de manera que presto arredraron a los romanos que se llegaban al muro, los cuales, rechazaron por la muchedumbre de los tiros, a la postre partieron de allí. Los romanos que iban delanteros, cubiertos con sus escudos, se llegaban al muro, y los que seguían por semejante orden, se juntaban con los otros; entretejiéronse, hecha una cobertura llamada testudine, o escudo de tortuga, de manera que las saetas que daban encima eran baldías; así que los guerreros romanos cavaban el muro sin recibir daño, y quisieron poner fuego a las puertas del tempo, porque ya los escandalosos tenían gran temor, y muchos echaban a huir de la ciudad como si luego se hubiera de tomar.

No ocupo el gobernador Cestio a Jerusalén. Al contrario, Flavio Josefo contabilizó que los romanos muertos el 8 de noviembre de 66 fueron «cinco mil trescientos de a pie y novecientos ochenta de a caballo.»

El apoyo a Juan Giscaleo

Después de este acontecimiento, los insurrectos delegaron en Josefo, hijo de Gorión y al pontífice Anano que se encargaran de la reconstrucción de los muros de Jerusalén.

A la ciudad había llegado mensajeros de Juan de Giscala o Giscaleo, como escribía Flavio Josefo. Este se disputaba el liderazgo con Josefo hijo de Matías, y su gestión tuvo resultado porque contó Flavio Josefo que de Jerusalén enviaron «dos mil quinientos hombres muy bien armados, y cuatro hombres nobles; el uno era Joazaro, hijo del letrado excelentísimo, los otros Ananías Saduceo, Simón y Judas, hijos de Jonatás, hombres todos elocuentes»

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