Julio Cuevas: las musas de la inspiración y el noble gesto de crear

Por Joseph Mendoza

Cuevas vive y respira la poesía; la siente correr por sus venas. Por eso, en todas sus creaciones poéticas, evita el abismo del sinsentido. Eso, ciertamente, sería el motivo de su admirable nobleza de crear poemas que perduren, para siempre, en las entrañas mismas de la cultura universal.

El poeta, sobre todo, si es auténtico, recibe con beneplácito la llegada repentina de las musas de la inspiración. Ahora bien, con ellas y sin su presencia, haría poemas de inmejorable calidad literaria.

Julio Cuevas, poeta auténtico, de profunda visión cultural, filosófica y literaria, siente, en lo más hondo de su ser, la frescura tierna de las musas de la inspiración. Por eso, justamente, tiene la virtud y noble gesto de crear buenos poemas que tocan las fibras más sensibles del alma y , sobre todo, dan goce duradero a los sentidos.

Ocurre así, porque los poemas de Cuevas, no sin belleza seductora, encarnan múltiples sentidos del ser, el lenguaje, los símbolos, el folclor, los ritos, hábitos y costumbres de nuestro acervo cultural.

Además, son únicos y tratan diversas temáticas de carácter nacional e internacional.

La validez de un poema, entre otras cosas, se debe a su nivel de perfeccionamiento formal y de contenido. De no ser así, no existiría y solamente habría, por tanto, palabras sobre palabras, sin ritmo, cadencia, ni armonía.

Cuevas vive y respira la poesía; la siente correr por sus venas. Por eso, en todas sus creaciones poéticas, evita el abismo del sinsentido. Eso, ciertamente, sería el motivo de su admirable nobleza de crear poemas que perduren, para siempre, en las entrañas mismas de la cultura universal.

Y no es para menos, ya que Cuevas, con sobrada prudencia, escucha atentamente el susurro de la naturaleza y la voz dulce y silenciosa de la vocación poética.

En efecto, no se trata, por supuesto, de un aprendiz de poesía que delira con los fantasmas anodinos y absurdos de la ignorancia. De ningún modo, ya que Cuevas es gran maestro de la poesía y consciente de sí, que sabe lo que hace y piensas, gracias a la imaginación, más allá del límite intrínseco de la razón trascendental, como, sabiamente,  la llamaría   filósofo Immanuel Kant.

Cabría decir, con sobra razón, que los poemas de Cuevas son obras de artes sugerentes y evocadoras de recuerdos, vivencias y experiencias dotadas de sentidos.

“Salve cósmica”, obra de gran valor estético, óntico y literario, contiene, entre otros no menos significativos, el siguiente poema:

“—Salve–¡Salve!

Denme salve

–¡Paleros!

Que mi Maguana se prendió

De la lluvia de amor

Del bendito fuego

Que brota de estas tres cruces del paraíso

Del lenguaje de lo eterno

–¡Denme salve!

–¡Quiero salve!

–¡Salve¡

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