Julio Cuevas y la cimarronía poética: rebeldía y libertad

Julio Cuevas—Profesor universitario, promotor cultural, ensayista, crítico literario, poeta, autor de literatura infantil —interesa aquí por su producción poética, género en el que ha tenido una singular presencia durante un considerable tiempo.

La poesía de Julio Cuevas se sitúa en una orientación que podríamos denominar cimarronía poética , centrada en el tópico del cimarronaje, a través de la cual se evoca la imagen mítica del cimarrón rebelde y montaraz de los esclavos negros, y en general, de los oprimidos, que durante la colonia se refugiaban en los montes en busca de libertad; que, perseguidos, adquirían dimensiones míticas y sagradas, al transformarse en inúmeras criaturas y formas( brujos mandingas, dioses ,animal, planta ,) y a través de esas mutaciones, en héroes populares al estilo Enriquillo, Lembá y Makandal.

El cimarrón es un tema propio de nuestra historia, que ha sido trabajado por diversos escritores, entre ellos, Carlos Esteban Deive en su obra Los Guerrilleros Negros: esclavos fugitivos y cimarrones en santo Domingo, Manuel Rueda en La metamorfosis de Makandal y Emilia Pereyra en su reciente novela El corazón de la revuelta.
En la obra Julio Cuevas, la cimarronía poética tiene diversas expresiones.La voz poética singular de Julio Cuevas fue resaltada por primera vez por el brillante crítico, fenecido a destiempo, Antonio Manuel Brito, en su trabajo “El Hierofante: templo donde el pecado se divinizo”, que sirve de prólogo al primer poemario la de nuestro poeta Los cantos del Hierofantes,1996.

Afirma Brito: “Los cantos del Hierofante “se define en su conjunto por la articulación de un sistema de relaciones en el que se funden las categorías de lo mítico, lo religioso, el discurso y lo político.”

Desde esa primera producción, Julio Cuevas debuta en la poesía, y en general, en la literatura dominicana, por su potente voz de sujeto libre y rebelde que en todos los escenarios deja resonar su yo, como afirma Brito, “soy yo”, como sujeto “creador de su propio universo”. He ahí el aspecto diferenciador de la obra poética de este autor, que se manifiesta insistentemente como en estos versos:

“Yo soy el poema de las palabras torrenciales”, p.21,
Yo soy el poema de las palabras torrenciales,p.22
Yo soy el poema de las palabras torrenciales ,»p.28
” Soy el creador del verbo de los ritos”,p.21
¡” Soy el creador de la magia”,p.21
“Soy la eternidad del mito”,p.22
“Soy hierofante,»p.23
“Soy hierofante,»p.27
Yo soy el Dios del todo y la nada, p.29
Yo soy el Dios especial, p.30
“Soy hierofante,»p.40
“Lo he dicho”
“Soy un Dios especial”

El yo de Julio Cuevas es diverso: mitológico, yo/ nosotros, yo terruño, yo cimarrón, yo ser dominicano;un yo que, revestido de la imagen de Hierofante, se expande a lo largo de todos los poemas en expresiones sensuales, eróticas, danzarinas, pero a la vez patrióticas, elemento este último, constante en la poesía de este autor. La dominicanidad, y la caribeñeidad, son dos rasgos básicos en este poemario, presente en las acciones cotidianas de la cultura y del trabajo, de la naturaleza y del cosmos en general,pues es poema fundacional,pero ,particularmente en la música, como en este popurrí rítmico del Caribe. El Hierofante, el yo poético de es un ser que se forja y transcurre:

“En este construir de meréngueantes mañanas,
En la salsa o en la plena,
En la rumba o en el son,
En la mangulina o en la bomba,
En los atabales o en el bongo,
En las múltiples tonadas
De platillos,
De pan
Y de viento. «p.24

El Poemario Poemas de tierra adentro,2008, es un texto labrado desde “mi terrosa palabra”, afirma el poeta cuyos poemas “son para ser masticados, / digeridos /vociferados. “Es una composición rítmica plasmada bajo el sortilegio de la palabra sonora, el tambor y el canto, “Repícame el tambor sobre el viento/¡suénalo!” “Somos un trozo de tambora y güira”

Son labrados “en la utopía de los códigos de cacibajagua”, desde un imaginario montuno: “No dejes morir estos tus cantos montoneros.”

La cimarronía se expresa en este poemario en estos elementos, comenzando con las desafiantes palabras del poeta, quien se coloca como un fuera de ley en las imágenes de su propio yo: Somos eso…/hombre chivo, /hombre culebro,”.

Sin embargo, la más importante manifestación de la cimarronia en este texto es la celebración, desde “mi terrosa palabra”, afirma el poeta, de las memorias heroicas de los esfuerzos cotidianos por la vida de los habitantes del terruño natal, Neiba, y de las luchas patrióticas y de toda la región sureña en la historia dominicana .

El poema “Testimonio de tierra adentro”, dedicado por el poeta a su padre Francisco Cuevas y a todos los agricultores, realza el esfuerzo de los labriegos por la vida en el medio natural adverso, cimarrón: “Ustedes han domado el cimarronlenguaje de la bayahonda/ y la guazábara,”

La dominicanidad misma es concebida como un fenómeno cimarrón por la hibridez y el mestizaje cultural, en la orientación del poema “Balada de los dos abuelos”, de Nicolas Guillen: “Somos un poco de África y España/Un sincretismo de huellas y abecedarios. /Nosotros somos eso…/búsqueda del origen y la independencia, ¿por qué negarlo? /nosotros somos eso…/!dominicanos!”

El poema Salve cósmica, primer premio festival literario del sur 2019 (En clave de sol mayor y un coro mixto de bailadores a cielo abierto, para un apóstol cimarrón) es una celebración musical y danzante de Olivorio Mateo, nombrado “apóstol cimarrón”, es el centro de un memorial a ritmo de palo: “En esta vegetal romería de creyentes y cantores / Denme ritmo en clave de sol mayor /Y un coro mixto de cielo abierto/Para un apóstol cimarrón”.

Olivorio Mateo, quien en ese ritual se asume como apóstol cimarrón y apóstol negro, a pesar de que lo dan por muerto, es tratado como un santo resucitado, en la línea de la canción de Luis Días:” Y así dicen que Olivorio ha muerto/¡Ay! ¡Ay! /Olivorio no e’ muerto na’”

La cimarronía encarnada por Olivorio Mateo se afirma como dominicanidad alegre y danzarina, cuando en estos versos vemos bailar y florecer a ese personaje en cada corazón dominicano: “Mira como baila el apóstol cimarrón …” Ya yo soy un eterno flamboyán/Floreciente de amor en primavera/En cada corazón dominicano/¡Denme palo!/¡Palo!/¡-Paleros-!”

Olivorio Mateo es, específicamente, en ese poema, la sureñidad misma, encarna a todo el sur, representa la otredad de todos nosotros. :” Tóquenme bien fuerte esos palos /Yo soy el Sur global /Yo…el que soy en el Nosotros”

-Poemario Oráculo de la vida y la muerte, 2022, es un poema bíblico. La cimarronía se expresa en el encuentro del yo en un mundo cósmico, natural y primigenio presidido por la serpiente:

“Yo soy el que es
Quien se multiplica en el nosotros
El cimarrón seguidor de tus salmos nocturno.”
“He aquí el ser que es…yo…
Desde antes de anidar el vientre
En la mismidad del aliento desde aquella
otredad que es mi propia vida,
la cimarrona y bronca
la que se desvive incendiándome, “

Ella es la imagen de la creación, el origen de todo. Señala el poeta: “Antes del vagido de la palabra /La serpiente fue. “Es un poema de los inicios hecho de anáforas, aliteraciones, repeticiones, como reproduciendo la agenda de la creación del mundo “y lo primero ““y luego ““y después”, en el que se canta el origen del mundo. Es un bello poema cósmico en el que el poeta va construyéndose como su yo en la otredad producida por reunión de los dos mundos: el cosmos y el yo por obra de la serpiente, la pitonisa, diosa:

“No olvides
Pitonisa mía, antes del vagido de la palabra
La serpiente fue y antes del plenilunio la oscuridad cubrió
Tus labios
Y mi yo se convirtió en nosotros
Por encima de la vid
Mas allá de la muerte.”

Habida cuenta de que, a no dudarlo, la literatura dominicana es rica y diversa, hay importantes escritores a los cuales no hemos prestado la merecida atención; son desconocidos o no son muy leídos. Entre estos cabe mencionar a Julio Cuevas.

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