La cartografía deja en evidencia el por qué, para los rusos, hoy la OTÁN les recuerda más a Napoleón y a Hitler que a un rival. ¿Quién invade a quién?

Después de la caída del Muro de Berlín (1989) la entonces Unión Soviética (URSS) aceptó la reunificación de Alemania y la recuperación de su plena soberanía, suspendida desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1945). Como consecuencia, la República Federal de Alemania absorbía a la República Democrática Alemana. Reunidos los cuatro países que la habían ocupado (Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la URSS), se comprometían ante el líder soviético Mijail Gorvachov a que la OTÁN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) no se expandiría sobre Europa del Este.

Poco tiempo después (el 1º de Julio de 1991) y demostrando su buena voluntad, la URSS disolvía el Pacto de Varsovia y retiraba todos sus ejércitos estacionados en Europa Oriental. Terminaba así la Guerra Fría y se desmantelaba como consecuencia el llamado «Telón de Acero» que había dividido al Viejo Continente entre 1945 y 1990.

Hacia fines de 1991, la propia Unión Soviética implosionaba, dando paso a la formación de 15 nuevos Estados. La Federación Rusa heredaba el arsenal nuclear y el asiento permanente de la URSS en las Naciones Unidas pero era patética la descomposición y debilidad económica y militar bajo la presidencia de Boris Yeltsin. Por eso, en 1997 e incumpliendo lo estipulado, Polonia, Hungría y la República Checa quedaban incorporados a la OTÁN. Por eso también y aprovechando la debilidad rusa, durante la guerra de los Balcanes (sin contar con la aprobación de la ONU), la OTÁN bombardeaba y se ensañaba con Yugoslavia. La desconfianza mutua entre Occidente y la Federación Rusa crece más.

Cuando en el año 2000 Vladimir Putin accede a la Presidencia, manifiesta su voluntad de cooperar pragmáticamente con la OTÁN en un plano de igualdad. Sin embargo, Occidente otra vez más desconoce sus promesas y, en marzo del 2004 no sólo incorpora a Bulgaria, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia sino además a las tres repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) que habían constituido el propio espacio soviético. Esto enciende todas las alarmas de Rusia. Peor aun, en el 2009 integra a la OTÁN a Albania y Croacia; en el 2017 a Montenegro y, finalmente en el 2020 a Macedonia del Norte. Además coloca misiles. ¿Puede Occidente dar lecciones de democracia y cumplimiento de acuerdos a los rusos y esperar que cooperen?
Hoy la globalización de la OTÁN como brazo armado del imperialismo estadounidense le permite intervenir en cualquier situación, sin restricciones geográficas. ¿Cómo se explica al pueblo ruso -y no al Presidente Vladimir Putin, a quien la prensa demoniza- que la seguridad de Rusia no está en peligro una vez más? ¿Quiénes han cruzado todas las líneas rojas?. Para el pueblo ruso, conocedor de su historia, hoy la OTÁN representa una combinación de Napoleón y Hitler. ¿Quién invade a quién?.
Pablo Sigismondi
Geógrafo

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