La colonialidad necesita al «otro» inferior
Jorge Rachid
A lo largo de la historia y hasta hace pocas décadas el colonialismo era una realidad palpable, que aún persiste aunque en menor grado, con sus características de manejo institucional, fuerzas armadas, justicia y funcionarios extranjeros a cargo de la cosa pública.
La mayoría de los países colonizados que lograron su independencia política, no pudieron conseguir al mismo tiempo su liberación económica, quedando sujetos a sus anteriores matrices culturales y económicas de funcionamiento colonial. África en especial, pero América Latina, Medio Oriente y el Asia Pacífico, sufrieron en diferentes formas el mismo proceso.
Ese cambio cosmético, no reflejado en una emancipación total, en la mayoría de los casos condujo a las reacciones de los pueblos que luchando por su liberación, fueron dando respuestas en el tiempo a esa situación de «colonialidad». Fue en defensa de su libertad plena, sus recursos naturales y de los derechos sociales conculcados, siendo que sus opresores presentes en las élites oligárquicas colonizadas, los catalogaron de subversivos o terroristas, rindiendo examen ante las potencias imperiales, que pretenden seguir, más allá de los estados nación constituidos, ejerciendo su modelo «ideal» de dominación.
Esa combinación de élites sumisas y el ejercicio pleno imperial de los países dominantes, llevó a procesos masivos de lucha cuando los pueblos encontraron liderazgos que los representativos y que condujeran a cambios estructurales de esa matriz colonial, inaugurando caminos por la construcción de modelos inclusivos social y económicamente, que diesen respuestas a las demandas populares.
Eso fueron los Movimientos Populares y Nacionales de Liberación a lo largo de la historia, los que siempre originaron la reacción violenta, brutal e inhumana de los imperialismos, dictaduras, proscripciones, persecuciones mediante, en la necesidad de mantener sus fuentes de provisión de materias primas que garanticen el desarrollo pleno de los países centrales, como motor de su dominación. El desarrollo de esos países, es la causa del subdesarrollo de los países «periféricos», así como la acumulación «económica originaria», por ejemplo el saqueo de América, es la estructura de la pobreza de los países dependientes. «Los países pobres, son pobres, porque son ricos» Eduardo Galeano.
La confrontación entre el «modelo ideal» del colonizador y el «modelo social solidario» de los pueblos, se inscribe la permanente contradicción de Patria o Colonia, que se establece como lucha política, religiosa, democrática, siempre determinada por el opresor al oprimido como verdad absoluta, inamovible y determinante de la historia. Fuera de esos parámetros impuestos, todo es «barbarie», en esa característica de «inferior» conferida a los pueblos, porque necesitan fijar un modelo pétreo de «civilización», que responda a los tiempos impuestos por la «Modernidad».
Así se van construyendo los nuevos mitos, que actúan en las nuevas generaciones como naturales, que se incorporan como pautas culturales, ya que los mismos intentan dotar de nuevas identidades a los pueblos, borrando sus memorias colectivas, sociales e individuales, que se fueron conformando en sus subjetividades nuevas historias, ahora manipuladas. No existen más, a partir de la acción del relato colonizador las gestas liberadoras, ni las luchas por los derechos, ni los avances científicos tecnológicos en los estados dominados, que sólo deben cumplir el rol proveedor de materias primas para el «desarrollo» de los países dominadores, lo cual determina a su vez el «subdesarrollo» del proveedor.
Entonces se puede visualizar el conflicto entre el país agro-ganadero primarizado económicamente y con exclusión social y la Patria soberana inclusiva de Justicia Social y productiva, con Independencia económica. No es una lucha que pueda darse en el marco de una democracia debilitada y cooptada por los factores de poder instituidos por el colonialismo, porque no es democracia aquella en la cual el pueblo sólo puede optar por esquemas de Gobierno que atan sus decisiones a las necesidades del Mercado, antes que a las demandas del Pueblo. Es la diferencia entre la democracia «demo liberal burguesa», que determina al pueblo como testigo y la democracia «participativa instituyente de la Comunidad Organizada» que lo coloca como protagonista de la historia (Perón).
Las razones por las cuales el «otro» dominado debe ser «inferior», es el eje del relato histórico, que desde el inicio del proceso de colonización americana, colocó al indio, al negro, al mestizo, al criollo como la barbarie, inculta y salvaje, insubordinada a las matrices impuestas por la civilización que imponía la Modernidad. Ese relato se profundizó desde la derrota de la gauchería federal y desde entonces el «Modelo Ideal» se instaló como «verdad absoluta», fuera de ello todo fue reprimido, hasta los inmigrantes, producto de la exclusión social de sus propios países dominadores, que como excedentes indeseables en sus propios hogares migraron a estas tierras, siendo acogidos con amor solidario. Pero igual fueron perseguidos y reprimidos cuando intentaron repetir sus luchas en fórmulas fracasadas en sus países de origen, encabezando movilizaciones populares por la Liberación, junto a los mestizos negros y zambos, indios y negros, criollos errantes que así fueron constituyendo los gérmenes del Movimiento Nacional y Popular.
Por esa razón cuando los pueblos no pueden ser dominados, sometidos, disciplinados, es cuando comienza la necesidad de eliminación física de su dirigencia con el fin de cortar la memoria histórica, de amputar generaciones y constituir un nuevo relato. Eso permite al dominador el ejercicio pleno de una nueva cultura dominante, subordinada al Mercado, cuyo eje es el consumo basado en un individualismo pleno, que lleva a la diáspora social e intenta impedir la aparición de nuevos focos de resistencia.
Ese es el proceso neoliberal dominante que ha inscripto el nombre de despreciables a todos los pueblos del mundo que no se doblegaron a sus objetivos. Las amenazas sobre las inversiones chinas o rusas, el relato del panorama internacional limitado al «occidente», el ocultamiento del desgarro social del desarrollo infinito, que proponen como nuevo ícono de la Humanidad y que la lleva a su propia destrucción, como sufrimos con el calentamiento global, también lo sufren sus propios pueblos, aunque ese hecho es desconocido por los países sobre los cuales ejercen la «colonialidad», por el apagón mediático hegemónico.
Es que el nuevo esquema de dominación no requiere ni de tropas ni de ocupación, sí de operaciones encubiertas de falsa bandera, endeudamientos que amputan soberanía, élites subordinadas que desplieguen el discurso del ataque al «otro» inferior, sea peronista, negro, indio, africano, musulmán, moreno, pobre, excluido, mestizo u opositor luchador por la Liberación nacional y la defensa de la Patria y los derechos del Pueblo.
Si la dirigencia política del Movimiento Nacional, en especial la peronista tuviese el atrevimiento de penetrar y modificar las causas profundas de la dependencia, seguramente un nuevo proceso de luchas por una Patria Justa, Libre y Soberana integrada a al Matria Patria Grande se abriría, evitando que las nuevas generaciones naturalicen la cultura y las pautas del dominador.
BIBLIOTECA
Rafael Bautista Segales: Del Mito del desarrollo al buen vivir Ed. CICCUS
Juan Perón: Modelo Argentino para un proyecto Nacional Ed Instituto Perón
Leopoldo Marechal: Largo día de cólera (poesías de vanguardia nacional) Ed. Colihue