La creatividad como negación y mentira

Virgilio López Azuán

No es una simple emoción estética, es la máxima emoción contemplativa del ser, o quizá la máxima emoción generativa del ser, aunque otros podrían afirmar que en vez del ser es del pensamiento o de ambos.

En el acto creativo se fluye, se destapa el torrente. Fluye la cosa y la esencia. Empieza en una negación de la cosa misma y una afirmación de la esencia. Cuando la esencia se hace afirmativa entonces aparece el arte. O sea que el arte, el que produce el estado poético, viene dado por la organización de las estructuras que conforman la conciencia en movimiento, en la fragua creativa. Hay que acotar que el arte en estado puro solo está en la imaginación y en la máxima sensación humana, capaz de alcanzar la “nota clave”, la misma que desprende la vida, la misma que desprende la muerte. No es una simple emoción estética, es la máxima emoción contemplativa del ser, o quizá la máxima emoción generativa del ser, aunque otros podrían afirmar que en vez del ser es del pensamiento o de ambos.

Primero es la nada y luego la afirmación que se autoniega para afirmarse. El acto creativo hiere y desangra, transforma y trasmuta, miente y es veraz. Profana lo sagrado y sacraliza lo profano. Pero en su estado artístico el acto creativo esencialmente miente, para revelar la verdad otra, o las verdades otras, las que están encerradas en la metáfora, en la extrema similitud transmutada.

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