La doble cara de EEUU ante la migración: ¿tragedia o beneficio político?

Por Eduardo Bautista.

La migración irregular es un fenómeno que Estados Unidos ha utilizado históricamente como una moneda de cambio para debilitar o fortalecer a demócratas y republicanos. Una situación que ha generado indignación en un país donde las personas de origen hispano representan ya la quinta parte de la población.
A los pocos minutos de que se difundiera la tragedia en la que murieron 53 migrantes a bordo de un camión abandonado en una carretera de San Antonio, el gobernador texano Greg Abbott lanzó un mensaje.
«Estas son las muertes de Biden. El resultado de su mortal estrategia de fronteras abiertas. Lo sucedido hace unos momentos sólo desvela las fatídicas consecuencias de su negativa por endurecer la ley», escribió el gobernador republicano en su cuenta de Twitter, una de las consentidas por los grupos supremacistas blancos del país norteamericano.
Más allá de su escasa solidaridad con las víctimas, las palabras de Abbott demuestran que, en Estados Unidos, las cúpulas de poder conciben a la migración como una bandera política y no como un conflicto humanitario, aseguran en entrevista expertas consultados por Sputnik.

«En Estados Unidos la migración siempre se ha capitalizado políticamente. Si la reforma migratoria no se ha logrado es porque no existe un consenso [entre partidos] y porque no existe una cooperación real entre los poderes de la nación. El Ejecutivo le echa la culpa al Legislativo y entonces todo se vuelven soliloquios donde pareciera que el objetivo es meramente político y, en determinados, momentos, electoral», observa Iliana Rodríguez, investigadora en Derecho Internacional del Tec de Monterrey.

Esto explica por qué las primeras reacciones de Greg Abbott estuvieron encaminadas a una consigna: «¡No voten los demócratas en las elecciones legislativas del 8 de noviembre!». Poco importó al republicano que los migrantes hayan muerto en condiciones deplorables, en un camión con placas falsas, sin agua, embadurnados en condimentos para carne y hacinados a casi 40 grados centígrados. El verdadero evento que concierne a los círculos de poder en Estados Unidos tiene que ver más con las urnas que con los problemas humanitarios.

«Abbott es un político muy hábil que, desde el primer segundo en que se supo lo del tráiler, imputó la responsabilidad a Biden por tener políticas abiertas en materia migratoria, pero estas políticas no son nuevas. Cada presidente ha tenido políticas similares para ganar simpatizantes de origen migrante. Es algo que vemos desde tiempos de George W. Bush o incluso antes. No es nada nuevo. Y quien sale fortalecido políticamente [de la tragedia migratoria de Texas] es Greg Abbott y el Partido Republicano«, asegura Rodríguez, quien cuenta con una certificación de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

El Instituto para las Mujeres en la Migración(IMUMI) es una de las asociaciones civiles que más han criticado las políticas migratorias de contención impulsadas desde Washington en la región. Miriam González, vocera de esta organización, lamenta que las crisis migratorias sigan tratándose en Estados Unidos como plataformas de intereses políticos y económicos.

«En Estados Unidos la migración muchas veces significa [ganar o perder] una elección. Por eso el asunto es tratado como moneda de cambio o como parte del juego políticos. Nosotros hemos insistido en que la preocupación por los migrantes sólo está, en el mejor de los casos, en los discursos. Pero la realidad es que no hay acciones de fondo que realmente se traduzcan en beneficios para la población migratoria. Al contrario, como sucedió con Trump, las personas migrantes son criminalizadas», advierte la colaboradora de IMUMI.

Uno de los botones de muestra de la apatía del Gobierno estadounidense hacia la comunidad migrante fue el hallazgo de decenas de cuerpos fallecidos y lesionados en un remolque de camión, a las afueras de la ciudad de San Antonio, en el estado de Texas.
De los 53 migrantes muertos, 22 eran de origen mexicano. Los demás provenían de diferentes países de Centroamérica, la región de donde sale la mayor parte de las personas que buscan el sueño americano. Una misión que, en muchas ocasiones, acaba en la muerte, el hospital, la pobreza o, en el mejor de los casos, en la deportación.
Cuando los cuerpos de emergencia y los policías se acercaron al tráiler abandonado, se percataron que los migrantes olían a especias y condimentos para carne. Los traficantes o «polleros» suelen aplicar este tipo de trucos para distraer a la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
En pocos segundos se dieron cuenta que muchas de las personas al interior del tráiler ya habían fallecido, en su mayoría, por asfixia. Algunos policías reportaron que los cuerpos estaban calientes, hirviendo al primer contacto. No se sabe cuánto tiempo los migrantes permanecieron encerrados y hacinados, pero el clima de esta zona sur de la Unión Americana es desértico.

«Este tipo de tragedias podrían evitarse si los Gobiernos de la región impulsaran políticas y acciones para garantizar a las personas migrantes un tránsito libre y sin violencia. Lo que sucedió en Texas es el resultado de tres décadas de políticas migratorias de contención que, por el simple de estar basadas en la contención del desplazamiento, no son protectoras de los derechos humanos. Además, en términos prácticos, tampoco funcionan para frenar la migración», dice la activista mexicana.
En un mundo con cada vez más desplazados a causa de la falta de oportunidades y la desigualdad social, la migración se convierte en una llaga muy difícil de sanar, porque no es otra cosa que el resultado de décadas de políticas económicas que excluyen a quienes menos tienen. «La solución a la migración es una deuda histórica que tienen los países desarrollados hacia los países que explotaron o colonizaron», considera Iliana Rodríguez, investigadora del Tec de Monterrey.
«Estamos ante la ausencia de una política regional en la que Estados Unidos ya se había comprometido a realizar una serie de préstamos [a México y los países subdesarrollados de Centroamérica] para aliviar la crisis migratoria. Sin embargo, en estos momentos están más preocupados por la guerra en Ucrania que por lo que sucede adentro», concluye la especialista.

Una deuda histórica

La economía capitalista basada en la explotación del trabajo y la acumulación de la riqueza es la verdadera causa de fondo del fenómeno migratorio en el mundo. De algún modo, los migrantes fungen actualmente como la mano de obra barata que, en su momento, fueron los esclavos para las potencias imperialistas.
«En el siglo XXI, donde la mayor parte de los países de corte democrático ha abolido la esclavitud [en términos jurídicos], nos encontramos con que, en los hechos, se sigue traficando con el trabajo de las personas que, en calidad de esclavos, son trasladados de un lugar a otro para generar riquezas a quienes ocupan esa mano de obra», apunta Iliana Rodríguez.
Tan sólo en abril de 2022 se registraron 234.088 aprehensiones de migrantes en suelo estadounidense, una récord nunca antes visto en ese país, de acuerdo con datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés). La cifra anterior indica que, todos los días de ese mes, la Patrulla Fronteriza detuvo en promedio a 7.802 personas en la frontera sur de Estados Unidos.
Al margen de esas detenciones oficiales y de los marcos legales de todos los países de Centroamérica y América del Norte, los grupos criminales han encontrado una forma de lucrar con el deseo de las personas por buscar una vida más digna. A través de su paso por México, la comunidad migrante se enfrenta a riesgos potenciales como la trata de personas, los secuestros, la extorsión, el robo y el narcotráfico. Las autoridades mexicanas han reconocido que los migrantes son otro de los negocios de los cárteles del crimen organizado.
«Y quien también gana con el fenómeno migratorio es el sistema que promueve y vive de los discursos y las políticas migratorias enfocadas en contener el desplazamiento de los más desprotegidos y en militarizar las fronteras. Recientemente escuchamos [al embajador estadounidense] Ken Salazar decir que las caravanas migrantes son impulsadas por los narcotraficantes», lamenta Miriam González, del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI).

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